miércoles, 27 de julio de 2016

“Encuentra tu Valor en Cristo”

 "Sabiendo que habéis sido rescatados de vues-tra vana conversación, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro ó plata; Sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación" (1 P. 1:18-19).

Dios creó al hombre a su imagen y semejan-za como coronación de su obra, al darle alma viviente, al soplar aliento de vida en Adán. Creo que cuando comenzó su obra de creación en el primer día al empezar de la nada y proclamar, "Sea..." todo lo que hizo después lo hizo teniendo en mente como resultado final, crear al hombre. Creó un mundo que serla perfecto en el cual pudiéramos existir y disfrutar. Adán y Eva contaminaron el mundo en el momento que cometieron pecado, separándose a sí mismos y a toda su simiente de Dios y crearon un escenario donde el hombre estaba perdido. Nosotros éramos Su preciado tesoro que le fue robado por medio de un acto de rebelión. Por miles de años el hombre vagó, perdido por completo y separado de Dios con la excepción de una pequeña nación de la cual Dios permitiría que el Salvador se levantara. Dios el Hijo optó por aceptar la responsabilidad de pagar el precio y comprar de nuevo este precioso tesoro. Si el hombre quería reconciliarse con Dios tendría que aceptar el sacrificio y vivir obediente y dedicado al Señor, quien primero nos creó y luego nos compró.

El precio de compra fue alto y muy específico para la causa-ninguna cantidad de oro o plata podría saldar la factura. Ni piedras preciosas o joyas serían suficientes. Todas estas cosas podrían ser dañadas y no sobrevivir el tiempo nece-sario para ver el objetivo logrado. Dios no fue en busca de una ganga, tampoco negoció para obtener un costo menor. Simplemente pago lo que era necesario debido al gran valor que le daba a Su creación caída hecha de polvo, pero convertida en mucho más. Sólo la sangre preciosa del Cordero sin mancha podría hacer cumplir esta tan grande obra y pagar el costo enorme. "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado á su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Jn. 3:16).


Dios es quien le ha colocado este valor al hombre y, como el Creador, Él es quien tiene el derecho y privilegio de hacer esta determinación. El diablo siempre ha trabajado en del contra el plan de Dios y para desacreditar cualquier verdad que Dios ha establecido. Él no puede usar sus esfuerzos para cambiar el corazón y la mente de Dios por lo que trabaja en los corazones y las mentes de los hombres para alterar su comprensión de Dios y de Su verdad. Es mentiroso, y siempre lo ha sido, pero es eficaz en distribuir la mentira para engañar a los que presten oído a sus mentiras. La verdad de Dios en esta área es que cada uno de nosotros somos de gran valor para Él, Mientras que Satanás propaga la mentira que todos somos sin
importancia y que no tenemos valor para nada ni nadie. Cuando las personas son engañadas por estas mentiras buscan valor en cualquier cosa o en quien parezca darles la atención que anhelan. Con demasiada frecuencia encontramos este valor en el mundo y con los que son del mundo.

Cuando permitimos que el mundo determine nuestro valor, le damos la oportunidad de cambiar ese valor en cualquier momento. Puede haber momentos en la vida de una persona cuando el mundo les pone un gran valor y otros momentos en que los trata como inútiles y sin valor. Aunque el mundo puede cambiar su opinión, Dios proclama: "Porque yo Jehová, no me mudo" (Mal. 3:6). El valor que le colocó a la humanidad desde el principio ha sido constante durante todo el tiempo e hizo la adquisición para comprarnos de nuevo en la cruz del calvario. Por desgracia, demasiados permiten que el mundo dicte cómo se valoran a sí mismos en lugar de Cristo y pasan una gran parte de sus vidas infelices con quienes son. Esto puede conducir a muchos problemas emocionales y psicológicos, algo que el diablo le gusta aprovechar. A medida que su sistema destruye los corazones de los hombres y les hace sentirse inútiles comienza a trabajar en su mente atormentándoles y afligiéndoles. Muchas veces como parte de este tormento tienta a las personas a ponerle fin a su vida, bajo el razonamiento que el dolor va a desaparecer y que los demás van a estar mejor sin ellos. Para muchos, esto puede parecer una tontería pero el diablo es capaz de convencer a demasiadas almas a tomar esta decisión final. La Organización Mundial de Salud estima que 804.000 personas se suicidaron en el 2012.

Recientemente oí otra historia en la que una joven se había quitado la vida porque ella había sido acosada por algunos de sus compañeros. Al parecer, ella colocó toda su autoestima en las opiniones de estos y cuando sintió que no tenía ningún valor en sus ojos, cayó en la trampa del diablo. Qué situación tan triste y lo impotente que debió haberse sentido. Esta no es la primera vez en los últimos años que he oído una historia como esta, pero
sí fue la primera vez que me afectó en la manera que lo hizo. Inmediatamente empecé a pensar en nuestros jóvenes de la Iglesia y a darme cuenta de que el diablo usa las mismas tentaciones en ustedes como lo hace en los que están en el mundo. Empezó aa dolerse el corazón al imaginarme como uno de nuestros jóvenes pudiera estar lleno de desesperación para llegar a considerar un acto de esa índole contra su vida y en desafío a aquel que lo creó con amor. Joven, el mundo tomará tu corazón y abusará de ti hasta que te sientas inútil y tratarás de convencerte que tomes tu propia vida. Por favor, no cedas a esta tentación. Dios te sigue declarando "así dice Jehová Criador tuyo…y for-mador tuyo…yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú" (Is. 43:1).

Dios ha puesto un gran valor en tu vida, te ha dado un alma que vivirá por la eternidad y te ama tanto que dio a su Hijo por ti. Si tu permites que el mundo dicte cuál es tu valor, es probable que por el momento te esté elevando para enseguida derribarte. Cuando le des tu corazón completamente a Dios, y te veas a ti mismo en Sus ojos, entonces podrás darte cuenta del gran valor que Él te atribuye. Él se preocupa por ti y quiere elevarte hacia él. Él conoce todo a lo que te enfrentas y está listo para caminar contigo si se lo permites. Parece adecuado que recordemos lo que Jesús dijo, "¿No se venden cinco pajarillos por dos blancas? pues ni uno de ellos está olvidado delante de Dios. Y aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis pues: de más estima sois que muchos pajarillos" (Lc. 12: 6, 7). El amor de Dios por ti es más profundo y más alto de lo que puedes imagi-nar, pero Él puede hacerte sentir su amor. Pablo oró para que "Podáis bien comprender con todos los santos cuál sea la anchura y la longura y la profundidad y la altura, y conocer el amor de Cristo..." (Ef. 3:18, 19). Aprende el amor de Dios por ti y deja que te lleve a grandes alturas en Él en lugar de aceptar la versión del mundo en cuanto a tu valor, el cual siempre está cambiando y siempre se está preparando para derribarte.