jueves, 6 de enero de 2011

El Reino Y La Iglesia son la misma cosa?

EL REINO Y LA IGLESIA
¿Son La Misma Cosa?

En el cristianismo moderno escuchamos mucho acerca del Reino y la Iglesia. A menudo se dice que el Reino y la Iglesia son el Cuerpo de Cristo o la misma cosa. La mayoría de los creyentes en Cristo entienden que esto significa que la Iglesia está compuesta de todas las personas salvas o nacidas de nuevo en todo el mundo.

¿Respalda la Biblia tal declaración o pensamiento? ¿Son la misma cosa el Reino de Dios y La Iglesia de Dios? Si no lo son, ¿cuáles son las diferencias? La verdad es que no son la misma cosa, sino que son dos entidades diferentes.

Existen varias diferencias básicas entre el Reino y la Iglesia. Examinemos varias de éstas por via de la comparación para ver en qué son distintas. Los contrastes han sido hechos en las siguientes áreas: la naturaleza de su visibilidad; la entrada a cada uno de ellos; la pureza de cada uno; el aspecto de las ovejas de Dios en cada uno y el aspecto de sus negocios. Estas cinco áreas en realidad no incluyen todas las diferencias entre el Reino y la Iglesia; sin embargo, sirven para demostrar que hay diferencias grandes entre ellos, y el porqué éstas son importantes para cada hijo de Dios.

LA NATURALEZA DE SU VISIBILIDAD

Al dialogar acerca del Reino de Dios, Jesús declaró en Lucas 17:20, 21: " … El reino de Dios no vendrá con advertencia; Ni dirán: He/o aquí o he/o allí: porque he aquí el reino de Dios entre vosotros está" Este versículo escritura! muestra que el Reino de Dios es invisible, o sea el Reino espiritual o la salvación (nuevo nacimiento) obrada por el arrepentimiento del pecador en su corazón. (Lea Romanos 14: 17.) Cuando hablaba con Sus discípulos, quienes eran el núcleo de la Iglesia, Jesús les dijo en Mateo 4:14: "Una ciudad [haciendo referencia a la Iglesia] asentada sobre un monte no se puede esconder." (Otra referencia comparando la Iglesia con una ciudad puede leerse en el Capítulo 21 de Apocalipsis.)

LA ENTRADA A CADA UNO DE ELLOS

Jesús le dijo a Nicodemo que: " .. el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entraren el reino de Dios"(Jn. 3:5). También leemos en Marcos 1:15 que Jesús predicó acerca del Reino de Dios diciendo: "El tiempo es cumplido, y el reino de Dios está cerca: arrepentíos, y creed al evangelio." Podemos ver por medio de estos versículos bíblicos que la entrada al reino de Dios es el resultado de la experiencia del nuevo nacimiento dentro del corazón de una persona que se arrepiente de sus pecados.

En relación a la entrada a la Iglesia, los profetas hablaron de un pacto de confraternidad. Tanto Isaías come Jeremías profetizaron del aspecto de ese pacto de entrada a la Iglesia. "Pues como el mancebo se casa con la virgen, se casarán contigo tus hijos; y como el gozo del esposo con la esposa, así se gozará contigo el Dios tuyo" (ls. 62:5). "Preguntarán por el camino de Sion, hacia donde volverán sus rostros, diciendo: Venid, y juntaos a Jehová con pacto eterno, que jamás se ponga en olvido" (Jer. 50:5). El Apóstol Pablo confirmó este pacto de confraternidad cuando escribió: "Porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre á su padre y á su madre, y se allegara a su mujer y serán dos en una carne. Este misterio grande es: mas yo digo esto con respecto á Cristo y á la iglesia" (Ef. 5:30-32). Esta y otras referencias escriturales confirman que se requiere un pacto similar al hecho en un matrimonio para que un creyente nacido de nuevo pueda venir a ser miembro de la Iglesia. El voto o pacto matrimonial entre el hombre y la mujer, a quienes Pablo hizo referencia, fue usado para demostrar que esas mismas relaciones tienen que existir entre Cristo y aquéllos que se unen a Su Cuerpo, que es la Iglesia.

LA PUREZA DE CADA UNO

"Que el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo por el Espíritu Santo" (Ro. 14: 17). "Cualquiera que es nacido de Dios, no hace pecado, porque su simiente está en él; y no puede pecar,; porque es nacido de Dios" ( 1 Jn. 3:9). Estos versículos hablan de la pureza de aquéllos que han nacido de nuevo dentro del Reino de Dios. A fin de tomar parte de tal Reino, el pecador tiene que arrepentirse y abandonar sus pecados para siempre. En relación a la Iglesia, el Apóstol Judas nos habla acerca de algunos hombres impíos (pecadores) que entraron encubiertamente y se hicieron miembros de la Iglesia. (Lea Judas 1 :4.) Mateo 18:15-18 aconseja que esos falsos hermanos deben ser juzgados y excluidos de la Iglesia. Ella recibió la autoridad de Cristo para tratar con esos asuntos (lea Mt. 16:18, 19). Note que esto demuestra además el hecho de que la Iglesia es visible, mientras que el Reino es invisible. Si la Iglesia y el Reino fueran la misma cosa, ¿cómo podría un pastor tratar con un miembro infiel o descarriado ante una entidad invisible? Una amonestación escritura! fue expuesta también en 1 Corintios 5:13: "Porque á /os que están fuera, Dios juzgará: quitad pues á ese (miembro) malo de entre vosotros" Los que están "fuera," son los que no son miembros de la Iglesia. Siendo que no existe pecado en el Reino de Dios, "el miembro malo (tiene que ser excluido) ... de entre vosotros" esto se refiere a un miembro de la Iglesia que se haya descarriado o caído en pecado y quien necesita ser restaurado si se arrepiente y hace restitución; de otra manera tiene que ser excluido de la confraternidad de los santos.

LAS OVEJAS DE DIOS EN EL REINO Y EN LA IGLESIA DE DIOS

"Reconoced que Jehová él es Dios: El nos hizo, y no nosotros á nosotros mismos. Pueblo suyo. somos, y ovejas de su prado" (Sal. 1 00:3). Hay muchas referencias bíblicas acerca de las ovejas de Dios. Por ejemplo, Mateo 25:32 hace referencia a la separación de las ovejas y los cabritos en el día del juicio final. Juan 10:7 declara que Cristo es la puerta de las ovejas, y en Juan 21:15-17, Cristo instruye a Pedro a alimentar Sus ovejas. Jesús dijo en Juan 10:16 "También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también me conviene traer, y oirán mi voz, y habrá un rebaño, y un pastor." Las otras ovejas son todas las gentes nacidas de nuevo (salvas) en toda la tierra, sin importar la raza o la nación donde vivan. El Redil del cual Él hizo referencia es la Iglesia. Cuando las ovejas de Dios escuchan Su voz a través de la Iglesia y del Espíritu Santo (lea Ap. 22: 17), de seguro que se harán miembros de tal redil. La referencia a un "solo rebaño" y a "un Pastor" es tipo de la "única Iglesia" que Cristo tiene. La terminología "prado" hace referencia al "Reino." Todas las personas salvas son parte del Reino por virtud del nuevo nacimiento. No obstante, todos los miembros de la Iglesia no necesariamente son salvos o han experimentado nuevo nacimiento, aunque lo deberían. Esa es la razón por la cual la Iglesia todavía no es perfecta. El proceso de perfección tomará lugar antes del Rapto, según Efesios 5:22-27.

EL ASPECTO DE NEGOCIOS DE CADA UNO

En Mateo 16:18, 19, Cristo le otorgó cierta autoridad a Su Iglesia, la cual utilizó en muchas ocasiones. En Hechos 1:15-26, hay un relato en el cual la Iglesia se reunió en conferencia de negocios para escoger al sucesor de Judas (quien había traicionado a Cristo). Además, según el Capítulo de Hechos, la Iglesia nombró diáconos primero. Luego, en el Capítulo 15 de Hechos, aparece el registro de la primera conferencia general de negocios que se condujo. Todas estas referencias muestran que la Iglesia Primitiva condujo las conferencias necesarias para resolver sus asuntos de negocios. Por el contrario, NO ENCONTRAMOS REGISTRO ALGUNO en la
Biblia de que el reino de Dios condujera alguna sesión de negocios. Esta diferencia magistral es muy evidente en las Escrituras, mostrando una vasta diferencia entre el Reino de Dios y La Iglesia de Dios.

Otra referencia escritura! que comprueba las diferencias entre la Iglesia y el Reino se encuentra en Lucas 12:32:
"No temáis, manada pequeña; porque al Padre ha placido daros el reino." La "manada pequeña" referida aquí es la Iglesia, la cual reciba sus miembros del Reino. Pero el significado más completo de este versículo bíblico es substanciado por la declaración previa articulada por Jesús: "También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también me conviene traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor." Estos versículos comprueban que todas las ovejas preciosas de Dios serán congregadas en un Redil, la Iglesia, antes de que el Rapto tome lugar. El propósito de esta afluencia para congregarse en un Redil es para lograr la unidad y perfección de todos los santos. Como declaramos anteriormente, la Iglesia está destinada a alcanzar el estado perfecto, pero tal estado no puede lograrse hasta que tome lugar la gran afluencia de todas las ovejas de Dios en el Redil la Iglesia. Entonces el proceso de la perfección será logrado. El siguiente pasaje bíblico verifica esta verdad: "Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos. Para que todos sean una cosa; como tú, oh Padre, en mí y yo en ti, que también ellos sean en nosotros una cosa: para que el mundo crea que tú me enviaste. Y yo, la gloria que me diste les he dado; para que sean una cosa como también nosotros somos una cosa. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean consumadamente una cosa; que el mundo conozca que tú me enviaste y que los has amado, como también á mí me has amado"(Jn. 17:20-23).

La Iglesia está destinada a reinar con Cristo por un periodo de mil años durante Su Reino Milenario en este mundo, desde Jerusalén como la capital mundial. Con relación al fin del Reino encontramos que 1 Corintios 15:24 registra lo siguiente: "Luego el fin; cuando entregará el reino á Dios y al Padre, cuando habrá quitado todo imperio, y toda potencia y potestad."

Después que este período de mil años concluya, Cristo entregará el Reino a Dios el Padre. Luego Él y la Iglesia continuarán reinando por la eternidad. No podemos comprender todo lo envuelto en todo esto, pero la Biblia nos declara que: " ... Cosas que ojo no vió, ni oreja oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que ha Dios preparado para aquellos que la aman" (1 Co. 2:9). ¡Por supuesto que la Iglesia tendrá un futuro glorioso! Es nuestra oración que cada verdadera oveja escuche el llamado de la voz de Dios, responda y se una al Cuerpo del Señor en un pacto eterno a fin de formar parte de Sus gloriosas promesas.

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