Entonces los que temen á Jehová hablaron cada uno á su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fui! escrito libro de memoria de/ame de él para los que temen á Jehová, y para los que piensan en su nombre. Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día que yo tengo de hacer: y perdonarélos como el hombre que perdona á su hijo que le sirve. “Malaquías 3: 16-17
La Iglesia de Dios es una organización singular. Esto significa que por su misma naturaleza, es exclusiva en comparación con todas las demás. Como miembros pactados de la Iglesia, recibimos tal conocimiento por virtud de la revelación divina Siendo convencidos por esa visión del Espíritu Santo, nos unimos en uno en el propósito de trabajar hacia una meta. Satanás, siendo el enemigo principal de la Iglesia, se ha determinado destruir dicha visión y a interrumpir nuestra unidad, la cual vino como resultado de la revelación divina que recibimos. El enemigo sabía que un ataque abierto fracasaría debido a que seria demasiado obvio. Por consiguiente, tenía que hacer uso de sus técnicas sutiles para lograr su meta. Lo logró mediante su astucia gradual para engallar con sutileza a la Iglesia para que asumiera una actitud mundana y complaciente.
Ese proceso deceptivo tomó muchos años de ardua labor para socavar el fundamento doctrinal de la Iglesia. Pero Satán lo fue haciendo poco a poco, plantando dudas y preguntas en las mentes y corazones de los miembros inestables. A ubicar a algunos de esos miembros inestables en posiciones de liderazgo, su osadía aumentó y -sus ataques vinieron a ser más viciosos.
Santiago escribió: " ... la concupiscencia, después que ha concebido, pare el pecado .. :• (Stg. 1: 15). Podemos ver en esta escritura que la simiente del pecado que fue plantada en la Iglesia por Satán (lea la parábola del Sembrador en el capítulo 13 de Mateo), tenía que parir. La permisividad que siguió fue exactamente como el espíritu de Ismael, el cual vino a la existencia de la simiente del pecado obrada por Satán. Hablando alegóricamente el pecado y la justicia no pueden coexistir. La Biblia nos dice en Gálatas 4:30: "Echa fuera a la sierva y a su hijo; porque no será heredero el hijo de la sierva con el hijo de la libre". Por lo tanto, una separación divinamente aprobada venía de camino, y ningún poder sobre la tierra podría detener ese principio celestial de la Palabra de Dios una vez fuera puesto en operación.
En la Asamblea del 1986 el Espíritu Santo nos habló y dijo que había una nación dentro de otra nación; un pueblo dentro de otro pueblo y una Iglesia dentro de otra iglesia. El Espíritu continuó diciendo que El tomaría Su Iglesia fuera de la mano de carne y la colocaría en las manos del Espíritu. Una plegaria vino del mismo cielo para que la Iglesia se arrepintiera. Dios le confirió lugar a la Iglesia para el arrepentimiento, pero tal plegaria o llamado divino fue ignorado. El Espíritu Santo había hablado también de que la espada del juicio estaba en Su mano y que la tenía levantada sobre Su Iglesia.
Durante esos tiempos, el descontento y la intranquilidad continuaron aumentando. A medida que el liderato de la Iglesia comenzó a envejecer y a sufrir problemas de salud, una corriente subterránea de líderes carnales comenzó a hacer filas en busca de posiciones de autoridad motivados por la ambición y aspiración personal. Una reunión del presbiterio fue anunciada para los días 30 de abril al2 de mayo de 1990. La Iglesia se reuniría con el fin de seleccionar una ayuda administrativa para el Supervisor General; no obstante la manipulación de algunos supervisores de estado y nacionales junto a la operación astuta de otros oficiales del cuartel general, maquinaron el remplazo del supervisor general. Una vez logrado el cambio en el liderato, Satán tomó las riendas para moverse a su antojo y hacer su obra diabólica con el propósito de destruir de una vez por todas La Iglesia de Dios.
La teocracia o gobierno bajo la inmediata dirección de Dios, es un principio bíblico que sólo es practicado por la Iglesia de Dios. La Iglesia no puede ser la Iglesia sin la teocracia, así como un cuerpo no puede permanecer vivo sin la sangre. El principio teocrático opera siguiendo otro principio adicional de la unanimidad- todos ven ojo a ojo y hablan la misma cosa. La sumisión y obediencia hacen que este principio tenga éxito. El fundamento de esto se encuentra en la porción bíblica que dice: •'Que ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias" (Hechos 15:28). En la reunión del Presbiterio, la teocracia fue remplazada por el sistema político de la democracia cuando el nuevo supervisor general fue seleccionado por mayoría de votos-46 a favor y 33 en contra. Ahí fue que la Iglesia abandonó los principios de la Palabra de Dios y comenzó a andar por su cuenta.
En esta batalla en pro de la verdad, la doctrina de la teocracia, como fue mencionada arriba, fue la primera en sucumbir. Con esta piedra del fundamento removida, no sería demasiado difícil derrocar otras doctrinas que se opusieran a la carnalidad. La Asamblea del 1991 vio otra verdad bíblica desplomarse a tierra. A pesar de los esfuerzos hechos por miembros leales y sostenedores de la Biblia, y de las súplicas del Espíritu Santo para que continuaran en las "Sendas Antiguas••. La enseñanza contra el uso del oro para ornamento ti.re echada por tierra siguiendo la técnica democrática. Los corazones y almas de muchos fueron quebrantados y aniquilados en el proceso. El nuevo liderato parecía determinado a desmantelar la herencia y doctrina espiritual de la Iglesia, haciéndola semejante a la de las denominaciones del mundo religioso.
La Palabra eterna de Dios no puede fracasar. Sabíamos que de alguna manera en nuestros corazones, Dios nos daría la victoria en esta batalla, si Le buscábamos y permanecíamos l1eles a Su Palabra. El había prometido a la Iglesia en ls. 54: 17: "Toda herramienta que fuere fabricada contra ti no prosperará y tú condenarás toda lengua que se levantare contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Jel1ová, y su justicia de por mí vendrá, dijo Jehová". A pesar de las tinieblas espirituales que nos han circundado sabíamos que Dios conduciría a Su Iglesia al otro extremo con victoria. El cuándo y el cómo, eso todavía estaba por verse.
La publicación de este tratado ha sido aprobada por el Comité Editorial de Doctrina.
Pasado Supervisor General POR Robert J. Pruitt
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