Salón de la Fama de Dios
"(De los cuales el mundo no era digno; perdidos por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra" (Hebreos 11:38).
El mundo celebra sus personajes ilustres al proveer a la alabanza y gloria a ellos. Los Oscar, el Emmy, el Centro de Honores Kennedy son sólo algunos ejemplos. Cada industria tiene sus medios de notar y de promover a los que son apreciados en el círculo de la misma ideología. Los científicos honran a otros científicos, los políticos honran a otros políticos, los atletas honran a otros atletas, y sucesivamente.
Pero hay un grupo de hombres y mujeres que no se celebran en el gran pasillo de la historia; los cuales el mundo no era digno. Son hombres y mujeres de fe tan extraordinarios que, negándose a sí mismo mundanidad, dieron sus vidas en servicio desconocidos para el enriquecimiento genuino de los demás - todo por el honor solo a Dios.
Estos hombres y mujeres son reconocidos en el Salón de la Fama de Dios.
Hay un poema que ha estado en circulación hace algunos años, que es apropiado por un autor desconocido (usted podrá apreciarlo una vez que lo lea). Este poema ha sido citado por mucha gente famosa - El entrenador John Wooden, Mickey Mantle, el actor James Caviezel, sólo por nombrar algunos - quienes, a pesar de su gloria humana, se dan cuenta que en última instancia lo que realmente importa no es lo que el hombre dice acerca de ti, sino más bien lo que Dios dice acerca de ti.
Oro para que usted encuentre este poema en lo más profundo y largo de su corazón.
Tal vez tu nombre no aparezca en el Salón de la Fama de este mundo, de hecho puedes ser tan desconocido que nadie sabe tu nombre. Este salón de la fama sólo es bueno, mientras el tiempo lo será, pero ten en mente "El Salón de la Fama de Dios" es por eternidad.
Tener tu nombre escrito allá arriba, es mayor, sí, mucho más, que todos los salones de la fama de aquí abajo, y cada estrella hecha por el hombre. La multitud en la tierra, pronto se olvidan, de los héroes del pasado, gritan como locos hasta que caen. Y eso es cuánto tiempo tú dilatas.
Pero Dios, Él nunca se olvida, y en su "Salón de la Fama" con sólo creer en su Hijo, inscrito encontrarás tu nombre.
Te digo amigo, yo no cambiaría mi nombre - aunque pequeño sea, que este escrito allí, más allá de las estrellas, en aquella sala celeste - por cada nombre famoso en la tierra, o la gloria que comparten. Prefiero ser un desconocido aquí, y tener mi nombre allá arriba.
¡Haz algo hoy que es heroico en los ojos de Dios!
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