lunes, 18 de febrero de 2013
Muéstrame Tu Gloria
Muéstrame Tu Gloria
“El entonces dijo: Ruégote que me muestres tu gloria. Y respondióle: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente. Dijo más: No podrás ver mi rostro: porque no me verá hombre, y vivirá. Y dijo aún Jehová: He aquí lugar junto á mí, y tú estarás sobre la peña: Y será que, cuando pasare mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado: Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas no se verá mi rostro” (Éxodo 33:18-23).
¿No se ve un poco extraño que Moisés pidió ver la gloria de Dios, considerando las manifestaciones de Dios y su gloria y poder que Moisés ya había testificado? Había visto una zarza en fuego que no se consumía, y cuando fue a examinarla Dios le hablo de en medio de la zarza ardiente. Colocó su mano en su pecho y salió lleno de lepra, y volvió a repetir el proceso y su mano fue curada instantáneamente. Después Dios le dijo que aventara su vara de pastor al suelo. Cuando lo hizo se convirtió en una serpiente y cuando la levanto se transformó en una vara de nuevo. Estos milagros asombrosos fueron hermosas manifestaciones de la gloria de Dios.
Considera otros milagros que Moisés testifico. Vio el poder de Dios transformar el rio de Nilo y todas las aguas de Egipto en sangre. El poder de Dios trajo ranas en multitudes en la tierra de Egipto, seguida por una invasión de piojos, y después moscas. Testifico como Dios trajo una gran pestilencia sobre el ganado de los egipcios, y todas las vacas murieron. Después de estos milagros vino otro – ninguna de estas plagas afectaron a los hijos de Israel en la tierra de Gocen. Dios trajo llagas sobre los egipcios, siguiéndoles eso cayo granizo con fuego sobre todo el piso. Después mando una gran oscuridad sobre todo Egipto, una oscuridad que se podría sentir, y así todavía había luz en Gocen. De allí vino la muerte del primogénito sobre todo Egipto, matando las bestias y los hombres, mientras no había accidentes que se encontraran en Israel, donde ellos confiando en Dios pusieron la sangre de un cordero en la puerta de su hogar. Que gloria tan asombrosa que Dios manifiesta conforme revela Su poder en traer juicio a Sus enemigos y bendiciones a su pueblo.
Dios reveló su gloria y majestad y poder en todos estos milagros, y Moisés fue testigo de todo esto. ¡Pero esto no es todo! ¡Siguiente, Dios dividió el mar rojo e hizo que Israel cruzara por tierra seca, después bajo las aguas sobre los egipcios y sus ejércitos perecieron! Cuando los hijos de Israel tenían sed, Dios cambio las aguas amargas de Marah en agua dulce para que el pueblo tomase. Cuando a los hijos de Israel les daba hambre Dios les dio comida de ángeles llamada mana, y Él ocasiono que codornices cubrieran el campamento de Israel para que tuvieran carne. Trajo agua de la roca, suficiente agua para satisfacer la necesidad de aproximadamente dos millones de personas.
¡Moisés fue testigo de todo esto! ¡También, subió al monte Sinaí para recibir los Diez Mandamiento que fueron escritos con el dedo de Dios! ¿Si fueras testigo de todo esto no crees que ya hayas visto una abundancia de la gloria de Dios? ¿Qué más pudiera hacer Dios para manifestar su gloria? Pero así encontramos a Moisés pidiendo, “Muéstrame tu gloria.”
Hay un lección que aprender de la petición de Moisés y eso es que nunca nunca nunca debemos para de buscar a Dios. El conocimiento, poder, gracias, amor, misericordia, santidad, y revelación de Dios son inagotable. Habiendo encontrado a Dios, hombres sabios le buscan para siempre. Gritan, “COMO el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía” (Sal. 42:1).
Muchos están perdidos hoy porque se han detenido en buscar a Dios. Satisfechos, complacientes, espíritus tibios son los enemigos de nuestras almas. El primer y grande mandamiento dice, “Amarás á Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todo tu poder” (Deut. 6:5). Sirviéndole con algo menor que con “todo” será fatal para nuestras almas.
Cuando Dios ya no es el gran alcance del alma del hombre, no es mucho para que comprometan la sana doctrina contenida en las escrituras, “Los Consejos a Los Miembros” dado por la Asamblea General viene a hacer insignificante y hasta despreciados, el gobierno teocrático es abandonado y la voluntad propia, junto con interpretaciones privadas de las Escrituras los lleva a una muerte eterna. Estimados santos en La Iglesia de Dios, hay que ser como el Salmista que declaro, “Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, oh Jehová” (Sal. 27:8).
¿Nunca te has preguntado qué es lo que en verdad vio Moisés cuando pidió ver la gloria de Dios? Dios le dijo a Moisés que haría que toda su bondad pasara delante de él, y proclamaría el nombre de Jehová. Hizo referencia a Su gracia y misericordia, y agrego que ningún hombre podría ver la cara de Dios y vivir, pero permitiría que Moisés, viera sus espaldas” (Ex. 33:23).
¿Cuándo vio Moisés? ¿Qué gloria se manifestó más que las glorias que él ya había testificado? Se me hace que Dios le revelo a Moisés el Hijo de Dios como el Salvador del mundo. Jesús es la gloria de Su Padre celestial. “Porque en él habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente” (Col. 2:9). Él es la completa manifestación de la bondad de Dios, misericordia, y gracia. Moisés ya había visto la “parte delantera de Dios” en una manera he hablar, en recibir la Ley. Y sin duda vio la debilidad de la Ley. Pudo exponer el pecado y hacerlo sumamente pecante, pero la Ley no tenía poder para salvar. La Ley revelaba la iniquidad del hombre, pero “Porque nada perfeccionó la ley” (Heb. 7:19), porque “Porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados” (Heb. 10:4). Entonces la Ley trajo muerte, no vida.
Jesús, quien es “el resplandor de su (Dios) gloria, y la misma imagen de su sustancia” (Heb. 1:3) ha traído la “parte de atrás) del programa de Dios, o lo que iba a venir después de la Ley, aquí en los últimos días. Juan dijo, “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” y, “Porque la ley por Moisés fue dada: más la gracia y la verdad por Jesucristo fue hecha” (Juan 1:14,17).
No sé en qué forma Moisés vio al Señor. Tal vez vio a Emmanuel como él bebe en el pesebre, o el Salvador sufriendo en la cruz, o tal vez como el resucitado, Señor glorificado. Estoy seguro que Él se gozó viendo “la parte de atrás” de Dios, el Santo Quien se ofrecería a Si mismo como el Cordero de Dios, derramando Su propia sangre por la salvación de las almas perdidas, y traer, “mejor ministerio” y “un mejor pacto, el cual ha sido formado sobre mejores promesas” (Heb. 8:6).
Estamos privilegiados de vivir en un mejor día que los de Moisés, porque no vivimos bajos la Dispensación de la Ley, pero bajo la Dispensación de la Gracia que trae el cumplimiento de la bondad de Dios, misericordia, y verdad a través de Jesucristo. No somos miembros de la “Iglesia en el desierto” bajo el viejo pacto, pero somos miembros de La Iglesia de Dios, que ha fue comprada por la preciosa sangre del Hijo de Dios (He. 20:28), y trabajamos bajo el nuevo pacto que contiene mejores promesa y nos traerá perfección.
Nuestro gran enemigo es nuestra propia suficiencia. Sería conveniente que nosotros “nos aflojemos en Sion.” No podemos permitir que esto pase, pero debemos mantenernos motivados y avanzando más y más en la gloria de nuestro Señor Salvador. “Muéstrame tu gloria” debe ser un enfoque en nuestras oraciones, y si en verdad buscamos la gloria de Dios en nuestros corazones, veremos el cumplimiento del amor, gozo, paz, y santidad de Jesús y el poder manifestado en la Iglesia.
“A los cuales quiso Dios hacer notorias las riquezas de la gloria de este misterio entre los Gentiles; que es Cristo en vosotros la esperanza de gloria” (Col. 1:27). Nada menos es aceptado en la Iglesia de Dios. ¡Amen!
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