Jerry Cox – Hueytown, AL
Gobierno y Disciplina es una frase que es mencionada en el comienzo de la vida de un miembro de la Iglesia de Dios. Una porción del pacto que tomamos para convertirnos en miembros de La Iglesia de Dios dice, “que acepta esta Biblia como la Palabra de Dios, creer y practicar sus enseñanzas correctamente divididas, el Nuevo Testamento como su regla de fe y práctica, gobierno y disciplina…”
Gobierno es definido como “dirección; regulación; control, restricción; el sistema de gobierno en un estado; esa forma de reglas y principios fundamentales por los cuales se gobierna una nación o estado o mediante el cual los miembros individuales de un cuerpo político deben regular sus acciones sociales; una constitución, ya sea escrita o no escrita, mediante la cual se prescriben y definen los derechos y obligaciones de los ciudadanos y los funcionarios públicos; como un gobierno monárquico, o un gobierno republicano.” O en nuestro caso, un gobierno teocrático: un gobierno gobernado por Dios.
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado; y el principado sobre su hombro: y llamaráse su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán término, sobre el trono de David, y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto” (Is. 9:6, 7).
En el libro El Último Gran Conflicto, parafraseando al Hermano Tomlinson, vemos a este gobierno anunciado a la iglesia en el desierto del Antiguo Testamento cuando Dios dio sus leyes a través de Moisés. Dios dando Sus leyes a través de Cristo en el Nuevo Testamento es la misma imagen: la perfección para el gobierno (pag. 72).
El Hermano Tomlinson sabía que las cosas que Dios quería en Su Iglesia estaban dentro en las Escrituras y que era nuestra responsabilidad buscar esas cosas. Necesitábamos encontrar esa estructura que Cristo ya había establecido hace unos 2,000 años y luego implementar esos mismos preceptos. No fue para desarrollar algo nuevo basado en las ideas del hombre, sino para encontrar la mente de Dios y lo que Él ya había establecido. Para estos últimos días encontramos la estructura del gobierno y vemos su funcionamiento en el Nuevo Testamento.
El gobierno de La Iglesia de Dios está allí para mantener a Su pueblo a salvo. Nos mantiene en el camino correcto mientras somos disciplinados en nuestro nuevo caminar con el Señor. Como miembros debemos aprender a estar sujetos y ser obedientes a la teocracia de Dios. Esto proporciona estabilidad y consistencia a todos sus miembros.
“Y como pasaban por las ciudades, les daban que guardasen los decretos que habían sido determinados por los apóstoles y los ancianos que estaban en Jerusalem. Así que, las iglesias eran confirmadas en fe, y eran aumentadas en número cada día” (Hch. 16:4, 5).
Sin una estructura gubernamental, las personas harán y dirán lo que quieran. No hay restricción. En los asuntos espirituales, esto es peligroso, porque los resultados de nuestras acciones tienen consecuencias eternas. Sin dirección y liderazgo de Dios, las personas estarán enseñando una cosa aquí y otra por allá.
“Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, os han inquietado con palabras, trastornando vuestras almas, mandando circuncidaros y guardar la ley, a los cuales no mandamos… Que ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias” (Hch. 15:24, 28).
No era el plan de Dios tener personas esparcidas por todos lados haciendo lo que les parecía mejor en ese momento. Su plan es de traernos a todos a la unidad: “Para que todos sean una cosa; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean en nosotros una cosa: para que el mundo crea que tú me enviaste. Y yo, la gloria que me diste les he dado; para que sean una cosa, como también nosotros somos una cosa. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean consumadamente una cosa; que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado, como también a mí me has amado” (Juan 17:21-23). El gobierno de Dios, La Iglesia de Dios, está allí para ayudar a que esto suceda.
Disciplina significa aprender. Algunas otras definiciones son: Educar; instruir; refinar y mejorar… corregir opiniones, morales y modales, y debida subordinación a la autoridad. Instrucción y gobierno, sometimiento a las leyes, reglas, orden, preceptos o regulaciones; como, las tropas están bajo una disciplina excelente; las pasiones deben mantenerse bajo estricta disciplina. Corrección; castigo; castigo destinado a corregir crímenes o errores; como la disciplina de la correa.”
Otras definiciones incluyen: instruir o educar; informar al entendimiento; prepararse para instruir sobre los principios y hábitos correctos; como, para disciplinar a los jóvenes para una profesión, o para una utilidad futura. Para instruir y gobernar; para enseñar reglas y prácticas, para corregir; para castigar, para sancionar.” La disciplina no es solo corrección. También es instrucción, enseñanza, someterse a la instrucción y permanecer en esa instrucción.
Encontramos en el Nuevo Testamento que el gobierno de La Iglesia de Dios está siendo establecido y puesto en operación y también vemos la disciplina teniendo lugar cuando Jesús enseñó a los doce, así como Pablo enseñó e instruyó a Timoteo, etc. Encontramos que los conceptos y principios de la doctrina se exponen para que nuestro aprendizaje, incluso hoy en día, nos haga ser miembros disciplinados de La Iglesia de Dios.
En el libro de Larry Walters, Sr. El Pacto de Membresía de la Iglesia de Dios, él afirmó que discípulo es una palabra relacionada. La Palabra relacionar significa poner en relación, como compañero, acompañante, amigo; unirse para un propósito en común. La Palabra de Dios es la disciplina en la cual toda La Iglesia de Dios debe andar en obediencia.
“Os ruego pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros disensiones, antes seáis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer” (1 Co. 1:10). ¡Pablo nos muestra cómo el gobierno y la enseñanza de Dios nos llevan a nuestro objetivo de la perfección!
“Y él mismo dió unos, ciertamente apóstoles; y otros, profetas; y otros, evangelistas; y otros, pastores y doctores; para perfección de los santos, para la obra del ministerio, para edificación del cuerpo de Cristo; hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la edad de la plenitud de Cristo: Que ya no seamos niños fluctuantes, y llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que, para engañar, emplean con astucia los artificios del error: Antes siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todas cosas en aquel que es la cabeza, a saber, Cristo; del cual, todo el cuerpo compuesto y bien ligado entre sí por todas las junturas de su alimento, que recibe según la operación, cada miembro conforme a su medida toma aumento de cuerpo edificándose en amor” (Ef. 4:11-16).
lunes, 2 de abril de 2018
MIRANDO ATRÁS Y YENDO HACIA ADELANTE EL NOMBRE DE LA IGLESIA PRIMERA PARTE
Walter Lofton, Historiador
La noche antes de Su crucifixión, Jesús oró una hermosa oración que se registró en Juan 17. En esta oración podemos encontrar información vital sobre el nombre de la Iglesia. “He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste…” (v.6). Esto significa que debían identificarse con este nombre que les había dado. En el versículo 11, Él le pidió a Su Padre que “a los que me has dado, guárdalos por tu nombre…” En el versículo 12, Él dijo, “cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre…” En el versículo 26 Él continuó con esta posición al decir, “Y yo les he manifestado tu nombre, y manifestare lo aún…”
Todos estos versículos en Su oración señalan el hecho de que Él llamó a Su Iglesia después del nombre de Su Padre, para cumplir la profecía de que la boca del Señor le daría un nombre a la Iglesia, Él podría haber llamado cualquier otro nombre, como La Iglesia de Cristo, o La Iglesia de Jesús, o algún otro nombre, pero Él eligió llamarla La Iglesia de Dios, en honor a Su Padre Celestial.
A lo largo de las escrituras del Nuevo Testamento encontramos referencias hechas a “La Iglesia de Dios” o una variación de este nombre. Las siguientes son algunas de estas referencias: Hechos 20:28; 1 Co. 1:2; 2 Co. 1:1; 1 Co. 10:32; 15:9; Ga. 1:13; 1 Ti. 3:5,15; 1 Pedro 4:17; He. 3:6.
En Romanos 16:16, el apóstol Pablo dice, “Os saludan todas las iglesias de Cristo.” Esta expresión no se refiere al nombre de la Iglesia sino a la propiedad de la Iglesia. Esta es la única referencia como tal en el Nuevo Testamento.
El Señor Jesucristo nombró Su Iglesia La Iglesia de Dios y por la gracia de Dios continuamos bajo este glorioso nombre hoy.
Historia Bíblica del Nombre de la Iglesia
“Por amor de Sión no callaré, y por amor de Jerusalem no he de parar, hasta que salga como resplandor su justicia, y su salud se encienda como una antorcha. Entonces verán las gentes tu justicia, y todos los reyes tu gloria; y te será puesto un nombre nuevo, que la boca de Jehová nombrará” (Is. 62:1, 2). El capítulo 62 de Isaías trata con profecías sobre la Iglesia. En la profecía, a la Iglesia a menudo se le conoce Sión y, a veces, Jerusalem, como podemos ver en estas escrituras. El versículo uno habla de su justicia y luz. En Mateo 5:14 Jesús dijo de la Iglesia, “Vosotros sois la sal del mundo…” En el versículo dos, a los gentiles se le promete acceso al beneficio de esta gloriosa luz. La comisión de la Iglesia es ir a todo el mundo y predicar el evangelio a toda criatura (Marcos 16:15). Esta comisión de toda criatura dada a la Iglesia por Cristo estaría de acuerdo con y cumpliendo Mateo 21:43 donde Jesús dijo, “Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que haga los frutos de él.” Esta nación es la Iglesia, la cual es llamada en 1 de Pedro 2:9, “gente santa” y su nombre fue proclamado por la boca del Señor, Él mismo, en cumplimiento de Isaías 62:2. Cuando los judíos rechazaron a Cristo y Su mensaje, Él recurrió a la Iglesia con esta comisión mundial. Todo esto fue visto y planeado desde la fundación del mundo.La noche antes de Su crucifixión, Jesús oró una hermosa oración que se registró en Juan 17. En esta oración podemos encontrar información vital sobre el nombre de la Iglesia. “He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste…” (v.6). Esto significa que debían identificarse con este nombre que les había dado. En el versículo 11, Él le pidió a Su Padre que “a los que me has dado, guárdalos por tu nombre…” En el versículo 12, Él dijo, “cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre…” En el versículo 26 Él continuó con esta posición al decir, “Y yo les he manifestado tu nombre, y manifestare lo aún…”
Todos estos versículos en Su oración señalan el hecho de que Él llamó a Su Iglesia después del nombre de Su Padre, para cumplir la profecía de que la boca del Señor le daría un nombre a la Iglesia, Él podría haber llamado cualquier otro nombre, como La Iglesia de Cristo, o La Iglesia de Jesús, o algún otro nombre, pero Él eligió llamarla La Iglesia de Dios, en honor a Su Padre Celestial.
A lo largo de las escrituras del Nuevo Testamento encontramos referencias hechas a “La Iglesia de Dios” o una variación de este nombre. Las siguientes son algunas de estas referencias: Hechos 20:28; 1 Co. 1:2; 2 Co. 1:1; 1 Co. 10:32; 15:9; Ga. 1:13; 1 Ti. 3:5,15; 1 Pedro 4:17; He. 3:6.
En Romanos 16:16, el apóstol Pablo dice, “Os saludan todas las iglesias de Cristo.” Esta expresión no se refiere al nombre de la Iglesia sino a la propiedad de la Iglesia. Esta es la única referencia como tal en el Nuevo Testamento.
El Señor Jesucristo nombró Su Iglesia La Iglesia de Dios y por la gracia de Dios continuamos bajo este glorioso nombre hoy.
¿QUIÉN ES QUIÉN?
Osar Pimentel, Supervisor General, La Iglesia de Dios
El mensaje de este mes presentado por el Hermano Pimentel fue escrito por A. J. Tomlinson y fue parte de su Mensaje Anual a la 23ra Asamblea General Anual en 1928.
¿Alguien de ustedes recuerda de un conflicto entre dos importantes hombres de la Iglesia primitiva? El problema surgió entre Pablo y Bernabé. En su primer viaje misionero ellos tenían a Juan Marcos por un tiempo, pero muy pronto él le dio nostalgia, o concluyó que las dificultades eran demasiado grandes, o las persecuciones eran demasiado fuertes o algo así, y él los dejó y regresó a casa. Cuando se decidió a ir a un segundo viaje, Bernabé insistió en llevar al joven con ellos otra vez, pero Pablo pensó que no era bueno porque él los abandonó y regresó a casa anteriormente. La contienda se volvió bastante fuerte entre ellos. Pablo tenia el cargo de Supervisor de las iglesias de esa región y Bernabé era un compañero de trabajo. Pero cuando este conflicto surgió entre ellos Bernabé se negó a someterse a su superior en el ministerio. Como resultado de esta separación, uno del otro, Bernabé tomó a Marcos y navegó hacia Cipro, en tanto que Pablo tomó a Silas y se fue a su campo de trabajo, donde fueron a confirmar a las iglesias y abrieron nuevos campos. Fue en este viaje que Timoteo fue hallado y capacitado para el trabajo.
Pero el asunto importante al cual quiero llamar la atención es con respecto a Bernabé. Su nombre fue retirado del registro por el historiador como si él hubiera muerto. Lucas, el escritor del libro de Hechos, no hace mas mención de él. Si se hubiera sometido a Pablo, quien estaba por encima de él en el Señor, sin duda su nombre habría sido incluido en el registro. Pero a causa de que no reconoció la autoridad constituida bajo el orden de Dios que puso en La Iglesia de Dios, su nombre no fue más mencionado. Aquellos que han estudiado nuestros registros han podido rastrear un buen número de nombres hasta ciertos tiempos y lugares y luego no se encuentran más. ¿Cuál es la causa de esta desaparición de nombres? Bien, aquí está, en resumen. Cuando los nombres de los ministros han desaparecido en los registros cuando no se menciona su muerte, es una señal de que no se han sometido a la orden de Dios de alguna manera, y otros se han alistado para llenar los rangos. Algunos se han rebelado contra los Supervisores, aquellos que están sobre ellos en el Señor; algunos han hecho justo lo que Pablo dijo que harían, hablaron palabras perversas para atraer discípulos tras ellos. Esta clase se ha comprometido a establecer algo sobre el cual ellos podrían tener la autoridad y preminencia.
Todos estos levantamientos, rebeliones, herejías y nombres que desaparecen de los registros, se han dado para demostrar quién es quién. Juan lo explica muy claro cuando dice, “Salieron de nosotros, mas no eran de nosotros; porque si fueran de nosotros, hubieran cierto permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que todos no son de nosotros” (1 Juan 2:19).
En otras palabras, Juan muestra que salieron para mostrar quién es quién. Y este proceso de limpieza todavía está funcionando. Durante el año pasado, algunos nombres han sido eliminados de nuestros registros y es posible que nunca vuelvan aparecer. Esta desintegración ha sido causada por un espíritu de rebelión contra la autoridad constituida o establecida. El ministro que abiertamente se niega a reconocer la autoridad, instrucciones, advertencias y consejos del Supervisor que está sobre él en el Señor, tarde o temprano saldrá a la superficie. Es triste, es lastimoso mirar las caras de algunos de estos que yo conozco, pero ellos han hecho esto a sí mismo al negarse a someterse al sabio consejo de aquellos que están sobre ellos en el Señor. Y muy pronto el resto de nuestra gente sabe quién es quién según la forma en que la Biblia lo dice. Es el obstinado, el rebelde, el que no es sincero, aquellos que desprecian la soberanía y el gobierno que tarde o temprano caen sobre las rocas y generalmente son arruinados para siempre. Muy pocas de esas personas se recuperan. Los he visto intentar, sí, aparentemente han hecho enormes esfuerzos solo para retroceder de nuevo en el torbellino del desaliento, o a una rebelión más profunda, para nunca volver a levantarse. Verdaderamente es algo terrible caer en las manos de un Dios vivo y enojado. Él está determinado a que Su orden de gobierno sea reconocido y obedecido, si algunos no lo hacen porque les encanta tener la preeminencia ellos mismo, los dejará ir a las rocas y tendrá a otros que seguirán Su ordenen de gobierno. El ministro que se levanta con valentía ante su congregación e irreverentemente declara que va hacerlo así, si le conviene o no al Supervisor, y al mismo tiempo sabe que está atropellando el consejo y advertencia del que esta sobre él en el Señor tarde o temprano ira a las rocas para que su nombre desaparezca del registro en el futuro.
Se podría considerar una cosa ligera para Bernabé haber rechazado el consejo y advertencia de Pablo, que evidentemente había ocupado el puesto de Supervisor de la región al que iban, pero al hacerlo, aún un poco, dejó su nombre fuera del registro a partir de entonces. Y si se consideraría una ofensa leve o una grave, el efecto fue el mismo. No se menciona más sobre él en libro de los Hechos. Y si alguna vez se retractó, se arrepintió, y vino directamente para servir más en la Iglesia primitiva, no hay mención de eso en los escritos de Lucas, quien era evidentemente el historiador del trabajo de la Iglesia en aquellos días. Pero ya sea que lo haya hecho o no, este incidente seguramente es una señal de peligro para mostrar a otros el peligro de ignorar el sabio consejo de aquellos que están por encima de ellos en el Señor.
Pablo tenía buenas razones para pensar que no era mejor para Juan Marcos regresar allí. Él pudo haber actuado de manera tal que perdió su prestigio o reputación como predicador en ese país. Pablo sintió la responsabilidad y quería que las cosas se llevaran a cabo en un buen orden en su territorio, como todo buen Supervisor de Estado desea. He escuchado a algunos de nuestros Supervisores de Estado hacer declaraciones de una manera similar. Refiriéndose a un cierto ministro, dijeron, “Prefiero que no venga a mi estado.” Sin duda, Pablo sabía que no era lo mejor para Juan Marcos regresar allí otra vez. Bernabé tenía el deber de someterse a Pablo y dejar que Juan Marcos fuera a otros campos, porque era el territorio de Pablo como Supervisor. Incluso como Supervisor General, no enviaría deliberadamente a un ministro a un estado contrario a los interese de un Supervisor bueno, confiable y fiel. Y cuando esos ministros subieron de Jerusalem a Antioquía, representándose a sí mismos como enviados de Santiago para enseñar que los gentiles debían ser circuncidados y guardar la ley, después se supo que su representación era falsa ya que Santiago nunca les dio instrucciones de ese tipo. Es evidente que esos falsos maestros aprendieron quién era quién antes de hablar de Santiago y de ese concilio de apóstoles y ancianos, de los cuales Santiago era el oficial que presidia y el Supervisor General de todas las iglesias, incluidas las iglesias en el territorio de Pablo, así como también bajo Juan, Pedro y todos los demás. Yo le informo que tengo miedo de apartarme de la orden de Dios. Y, por otro lado, siento un gran impulso en mi espíritu cuando hablo o escribo en su defensa. Estoy de acuerdo con Pablo en que no era lo mejor para Juan Marcos ir a ese territorio sin conocer sus razones, debido a la posición que ocupaba Pablo.
Se ha dicho que algunos de nuestros predicadores, pero que ahora se han ido, solían poner especial énfasis en Hebreos 13:17, siempre y cuando pudieran ponerlo a los miembros de la congregación bajo ellos, pero cuando la misma regla debía ser aplicado a ellos por los Supervisores que estaban sobre ellos, desobedecieron, se rebelaron y salieron huyendo. Luego, algunos de los Supervisores de Estado en el pasado han estado muy atentos para que los ministros en su territorio los obedezcan, pero cuando fue necesario que el Supervisor General los llamara para darles consejos, asesoramiento e instrucciones, era otra cosa. Y algunos incluso han pronunciado palabras de desafío que los ha arrojado al rango de los mencionados por Pedro y Santiago en los mensajes de sus últimos días que no temían hablar mal de los dignatarios, aquellos que están por encima de ellos en rango y posición. Esto es bastante serio debido a lo que seguirá a tal desprecio por la autoridad elegida. De ellos Pedro dice, “Mas éstos, diciendo mal de las cosas que no entienden, como bestias brutas, que naturalmente son hechas para presa y destrucción, perecerán en su perdición” (2 Pedro 2:12).
Pedro afirma además que esas personas han abandonado el camino correcto, lo que demuestra que una vez estuvieron en el camino correcto, y que probablemente fueron buenos trabajadores en el servicio del Maestro. Pero se han equivocado de algún modo y han ido tan lejos que pronuncian palabras de desafío a cualquier regla o autoridad sobre ellos. Luego, cuidado, los asuntos se están volviendo serios para ellos, y Pedro los menciona como niños malditos, queriendo más dinero de lo que están obteniendo, y pondrán en práctica cualquier tipo de esquema codicioso u oscuro para conseguirlo.
Todas estas referencias han sido dadas para ilustrar quién es quién después de la orden de la Biblia. Y al concluir este tema, deseo hacer un intento de expresar mi gratitud a muchos de mis compañeros ayudantes y compañeros en el trabajo por su lealtad, perseverancia, rectitud y cooperación, y por su honor y respeto hacia su Supervisor General. Muchos de ellos están aquí presentes hoy, a los cuales puedo mirar de frente mientras este mensaje es predicado. Decirle que “le amo” es ponerlo muy suave. Muchos de ustedes han arrebatado mi corazón, encantado y bendecido por su valiente servicio durante este periodo de cinco años de conflicto especial. Sus nobles hazañas y brillantes victorias que han logrado en las batallas más duras en mi opinión han hecho que muchos de ustedes sean merecedores de una insignia de honor y el aplauso de los ángeles. ¡Digo, “Hurra por los soldados fieles que han luchado heroicamente por la libertad y la verdad hasta esta hora!”
El mensaje de este mes presentado por el Hermano Pimentel fue escrito por A. J. Tomlinson y fue parte de su Mensaje Anual a la 23ra Asamblea General Anual en 1928.
¿Alguien de ustedes recuerda de un conflicto entre dos importantes hombres de la Iglesia primitiva? El problema surgió entre Pablo y Bernabé. En su primer viaje misionero ellos tenían a Juan Marcos por un tiempo, pero muy pronto él le dio nostalgia, o concluyó que las dificultades eran demasiado grandes, o las persecuciones eran demasiado fuertes o algo así, y él los dejó y regresó a casa. Cuando se decidió a ir a un segundo viaje, Bernabé insistió en llevar al joven con ellos otra vez, pero Pablo pensó que no era bueno porque él los abandonó y regresó a casa anteriormente. La contienda se volvió bastante fuerte entre ellos. Pablo tenia el cargo de Supervisor de las iglesias de esa región y Bernabé era un compañero de trabajo. Pero cuando este conflicto surgió entre ellos Bernabé se negó a someterse a su superior en el ministerio. Como resultado de esta separación, uno del otro, Bernabé tomó a Marcos y navegó hacia Cipro, en tanto que Pablo tomó a Silas y se fue a su campo de trabajo, donde fueron a confirmar a las iglesias y abrieron nuevos campos. Fue en este viaje que Timoteo fue hallado y capacitado para el trabajo.
Pero el asunto importante al cual quiero llamar la atención es con respecto a Bernabé. Su nombre fue retirado del registro por el historiador como si él hubiera muerto. Lucas, el escritor del libro de Hechos, no hace mas mención de él. Si se hubiera sometido a Pablo, quien estaba por encima de él en el Señor, sin duda su nombre habría sido incluido en el registro. Pero a causa de que no reconoció la autoridad constituida bajo el orden de Dios que puso en La Iglesia de Dios, su nombre no fue más mencionado. Aquellos que han estudiado nuestros registros han podido rastrear un buen número de nombres hasta ciertos tiempos y lugares y luego no se encuentran más. ¿Cuál es la causa de esta desaparición de nombres? Bien, aquí está, en resumen. Cuando los nombres de los ministros han desaparecido en los registros cuando no se menciona su muerte, es una señal de que no se han sometido a la orden de Dios de alguna manera, y otros se han alistado para llenar los rangos. Algunos se han rebelado contra los Supervisores, aquellos que están sobre ellos en el Señor; algunos han hecho justo lo que Pablo dijo que harían, hablaron palabras perversas para atraer discípulos tras ellos. Esta clase se ha comprometido a establecer algo sobre el cual ellos podrían tener la autoridad y preminencia.
Todos estos levantamientos, rebeliones, herejías y nombres que desaparecen de los registros, se han dado para demostrar quién es quién. Juan lo explica muy claro cuando dice, “Salieron de nosotros, mas no eran de nosotros; porque si fueran de nosotros, hubieran cierto permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que todos no son de nosotros” (1 Juan 2:19).
En otras palabras, Juan muestra que salieron para mostrar quién es quién. Y este proceso de limpieza todavía está funcionando. Durante el año pasado, algunos nombres han sido eliminados de nuestros registros y es posible que nunca vuelvan aparecer. Esta desintegración ha sido causada por un espíritu de rebelión contra la autoridad constituida o establecida. El ministro que abiertamente se niega a reconocer la autoridad, instrucciones, advertencias y consejos del Supervisor que está sobre él en el Señor, tarde o temprano saldrá a la superficie. Es triste, es lastimoso mirar las caras de algunos de estos que yo conozco, pero ellos han hecho esto a sí mismo al negarse a someterse al sabio consejo de aquellos que están sobre ellos en el Señor. Y muy pronto el resto de nuestra gente sabe quién es quién según la forma en que la Biblia lo dice. Es el obstinado, el rebelde, el que no es sincero, aquellos que desprecian la soberanía y el gobierno que tarde o temprano caen sobre las rocas y generalmente son arruinados para siempre. Muy pocas de esas personas se recuperan. Los he visto intentar, sí, aparentemente han hecho enormes esfuerzos solo para retroceder de nuevo en el torbellino del desaliento, o a una rebelión más profunda, para nunca volver a levantarse. Verdaderamente es algo terrible caer en las manos de un Dios vivo y enojado. Él está determinado a que Su orden de gobierno sea reconocido y obedecido, si algunos no lo hacen porque les encanta tener la preeminencia ellos mismo, los dejará ir a las rocas y tendrá a otros que seguirán Su ordenen de gobierno. El ministro que se levanta con valentía ante su congregación e irreverentemente declara que va hacerlo así, si le conviene o no al Supervisor, y al mismo tiempo sabe que está atropellando el consejo y advertencia del que esta sobre él en el Señor tarde o temprano ira a las rocas para que su nombre desaparezca del registro en el futuro.
Se podría considerar una cosa ligera para Bernabé haber rechazado el consejo y advertencia de Pablo, que evidentemente había ocupado el puesto de Supervisor de la región al que iban, pero al hacerlo, aún un poco, dejó su nombre fuera del registro a partir de entonces. Y si se consideraría una ofensa leve o una grave, el efecto fue el mismo. No se menciona más sobre él en libro de los Hechos. Y si alguna vez se retractó, se arrepintió, y vino directamente para servir más en la Iglesia primitiva, no hay mención de eso en los escritos de Lucas, quien era evidentemente el historiador del trabajo de la Iglesia en aquellos días. Pero ya sea que lo haya hecho o no, este incidente seguramente es una señal de peligro para mostrar a otros el peligro de ignorar el sabio consejo de aquellos que están por encima de ellos en el Señor.
Pablo tenía buenas razones para pensar que no era mejor para Juan Marcos regresar allí. Él pudo haber actuado de manera tal que perdió su prestigio o reputación como predicador en ese país. Pablo sintió la responsabilidad y quería que las cosas se llevaran a cabo en un buen orden en su territorio, como todo buen Supervisor de Estado desea. He escuchado a algunos de nuestros Supervisores de Estado hacer declaraciones de una manera similar. Refiriéndose a un cierto ministro, dijeron, “Prefiero que no venga a mi estado.” Sin duda, Pablo sabía que no era lo mejor para Juan Marcos regresar allí otra vez. Bernabé tenía el deber de someterse a Pablo y dejar que Juan Marcos fuera a otros campos, porque era el territorio de Pablo como Supervisor. Incluso como Supervisor General, no enviaría deliberadamente a un ministro a un estado contrario a los interese de un Supervisor bueno, confiable y fiel. Y cuando esos ministros subieron de Jerusalem a Antioquía, representándose a sí mismos como enviados de Santiago para enseñar que los gentiles debían ser circuncidados y guardar la ley, después se supo que su representación era falsa ya que Santiago nunca les dio instrucciones de ese tipo. Es evidente que esos falsos maestros aprendieron quién era quién antes de hablar de Santiago y de ese concilio de apóstoles y ancianos, de los cuales Santiago era el oficial que presidia y el Supervisor General de todas las iglesias, incluidas las iglesias en el territorio de Pablo, así como también bajo Juan, Pedro y todos los demás. Yo le informo que tengo miedo de apartarme de la orden de Dios. Y, por otro lado, siento un gran impulso en mi espíritu cuando hablo o escribo en su defensa. Estoy de acuerdo con Pablo en que no era lo mejor para Juan Marcos ir a ese territorio sin conocer sus razones, debido a la posición que ocupaba Pablo.
Se ha dicho que algunos de nuestros predicadores, pero que ahora se han ido, solían poner especial énfasis en Hebreos 13:17, siempre y cuando pudieran ponerlo a los miembros de la congregación bajo ellos, pero cuando la misma regla debía ser aplicado a ellos por los Supervisores que estaban sobre ellos, desobedecieron, se rebelaron y salieron huyendo. Luego, algunos de los Supervisores de Estado en el pasado han estado muy atentos para que los ministros en su territorio los obedezcan, pero cuando fue necesario que el Supervisor General los llamara para darles consejos, asesoramiento e instrucciones, era otra cosa. Y algunos incluso han pronunciado palabras de desafío que los ha arrojado al rango de los mencionados por Pedro y Santiago en los mensajes de sus últimos días que no temían hablar mal de los dignatarios, aquellos que están por encima de ellos en rango y posición. Esto es bastante serio debido a lo que seguirá a tal desprecio por la autoridad elegida. De ellos Pedro dice, “Mas éstos, diciendo mal de las cosas que no entienden, como bestias brutas, que naturalmente son hechas para presa y destrucción, perecerán en su perdición” (2 Pedro 2:12).
Pedro afirma además que esas personas han abandonado el camino correcto, lo que demuestra que una vez estuvieron en el camino correcto, y que probablemente fueron buenos trabajadores en el servicio del Maestro. Pero se han equivocado de algún modo y han ido tan lejos que pronuncian palabras de desafío a cualquier regla o autoridad sobre ellos. Luego, cuidado, los asuntos se están volviendo serios para ellos, y Pedro los menciona como niños malditos, queriendo más dinero de lo que están obteniendo, y pondrán en práctica cualquier tipo de esquema codicioso u oscuro para conseguirlo.
Todas estas referencias han sido dadas para ilustrar quién es quién después de la orden de la Biblia. Y al concluir este tema, deseo hacer un intento de expresar mi gratitud a muchos de mis compañeros ayudantes y compañeros en el trabajo por su lealtad, perseverancia, rectitud y cooperación, y por su honor y respeto hacia su Supervisor General. Muchos de ellos están aquí presentes hoy, a los cuales puedo mirar de frente mientras este mensaje es predicado. Decirle que “le amo” es ponerlo muy suave. Muchos de ustedes han arrebatado mi corazón, encantado y bendecido por su valiente servicio durante este periodo de cinco años de conflicto especial. Sus nobles hazañas y brillantes victorias que han logrado en las batallas más duras en mi opinión han hecho que muchos de ustedes sean merecedores de una insignia de honor y el aplauso de los ángeles. ¡Digo, “Hurra por los soldados fieles que han luchado heroicamente por la libertad y la verdad hasta esta hora!”
EL ESPÍRITU SANTO VENDRÁ SOBRE USTEDES
James R. Horne – Editor Asistente, Bessemer, AL
Al leer el relato histórico de cómo el hermano Tomlinson fervientemente buscó el bautismo del Espíritu Santo hasta que lo recibió, la expresión “buscando fervientemente” como a veces se usa en la Iglesia hoy en día, solo lo representaría levemente. El deseo de este hombre y el celo de recibir el Espíritu Santo consumía tanto a este hombre que no quería otra cosa. En 1908, su pasión por esta promesa se volvió en su realidad. Incluso en nuestros días, el testimonio del hermano Tomlinson de cómo buscó y recibió el Espíritu Santo no lo decepcionará, y reconfirmará, así como la Palabra de Dios nos dice, que esta promesa todavía es para todos nosotros. El Espíritu Santo le dio el poder al hermano Tomlinson para predicar en muchos países, cumpliendo una visión que Dios le había dado. Vamos a leer en sus propias palabras la experiencia espiritual que él emprendió y que este testimonio imparta mayor celo y determinación para que podamos ver a cada miembro lleno del Espíritu Santo y fuego y trabajando para la gloria de Dios:
“En enero de 1907, me volví más interesado sobre el tema de recibir el Espíritu Santo como Él lo había derramado en el día del Pentecostés. Durante todo el año no dejé de predicar que era nuestro privilegio el recibir el Espíritu Santo y hablar en lenguas como lo hicieron en el día del pentecostés. Yo no tenía la experiencia, así que casi siempre estaba entre los que lo buscaban en el altar. El Señor nos dio grandes avivamientos, y las almas fueron convertidas y santificadas, y algunos realmente pasaron la experiencia, y fueron bautizados con el Espíritu Santo con la evidencia de hablar en otras lenguas.
“Para el final del año estaba tan deseoso del bautismo del Espíritu Santo que apenas me importaba la comida, la amistad o cualquier otra cosa. La única cosa que yo quería era el bautismo del Espíritu Santo. Le escribí a G. B. Cashwell, quien había estado en los Ángeles, California, y había recibido el bautismo allí, le pedí que viniera a nuestro lugar por unos días. Él llegó el 10 de enero de 1908. Predicó el sábado por la noche, y el domingo por la mañana, el 12 de enero, mientras predicaba, una peculiar sensación me invadió, y casi inconscientemente, me resbalé de la silla colocándome en la plataforma a los pies del hermano Cashwell. No sabía lo que significaba tal experiencia. Mi mente estaba clara, pero un poder peculiar me rodeo mucho y emocionó todo mi ser que terminé entregándome a Dios y esperando los resultados. Pronto me perdí en mi entorno mientras yacía en el suelo, ocupado solo con Dios y las cosas eternas. De pronto, uno de mis pies comenzó a temblar y hacer ruido contra la pared. No pude mantenerlo quieto. Cuando se calmó, el otro hiso lo mismo. Luego mis manos y mi cabeza fueron dirigidos. Mi mandíbula parecía estar fija, mis labios estaban movidos y chuecos como si un médico estuviera indicando un examen especial. Mi lengua y mis ojos fueron dirigidos de la misma manera. Varios exámenes parecían ser tomados, y cada miembro y todo mi cuerpo examinado.
“Mi cuerpo fue rodado y lanzado fuera de mi control, y finalmente, mientras estaba acostado sobre mi espalda, mis pies se levantaron varias veces y mi lengua se salía de mi boca a pesar de mis esfuerzos por mantenerla dentro de mi boca.
“Al mismo tiempo, mientras estaba acostado sobre mi espalda, me pareció ver una gran sábana caer, y cuando esta cayó sobre mí, sentí como me envolvía en sus pliegues, y realmente me sentí literalmente levantado y levantado del piso varias pulgadas, y cargado en esa sabana varios pies en la dirección que mis pies apuntaban, y después caí sobre el piso otra vez. Mientras estaba allí, una gran alegría inundó mi alma; los momentos más felices que yo no había conocido hasta ese momento. Nunca había sabido lo que era el verdadero gozo. Mis manos se unieron sin esfuerzo de mi parte. ¡Oh, tales diluvios y oleadas de gloria corrieron por todo mi ser por varios minutos! Hubo momentos en que sufrí el dolor y la agonía más insoportables, pero mi espíritu siempre le dijo que “sí” a Dios.
“Luego vino una parte muy interesante de la experiencia, ‘verán visiones.’ En visión fui llevado a Centroamérica, y se me mostró la horrible condición de la gente allí, un paroxismo [ataque] de sufrimiento se apoderó de mí ya que parecía estar en agonía de alma por su salvación. Entonces hablé en leguas como el Espíritu me dio que hablase, y en la visión parecía estar hablando el mismo idioma de las tribus nativas con las que estaba rodeado.
“Entonces, después de un pequeño descanso, fui llevado en la visión a Sudamérica, y de todas las imágenes en negro que alguna vez fueron pintadas seguramente esta era la más oscura. La visión se asentó en Brasil, y después de otro paroxismo [ataque] de sufrimiento o agonía de alma el Espíritu rompió otra vez en otras lenguas; luego después de un tiempo de tranquilidad fui llevado a Chile, con los mismo efectos y resultados; de la misma manera a la Patagonia, lejos entre los indígenas analfabetos. Cada lugar que se me mostró, di mi consentimiento en mi espíritu para ir a ellos.
“De la Patagonia a África y a Jerusalén; y mientras estuve allí soporté el sufrimiento más intenso, como si pudiera haber estado sufriendo de manera similar a la de mi Salvador en el monte Calvario. Nunca podré describir la horrible agonía que sentí en mi cuerpo. Después de cada paroxismo de sufrimiento vino una lengua. De Jerusalén fui llevado al norte de Rusia, luego a Francia, de allí a Japón; y después parecía que regresaba a Estados Unidos, pero pronto fui llevado al norte entre los Esquimales. Mientras estaba allí, las lenguas del Espíritu hablando a través de mí parecía similar al ladrido de un perro. Fui llevado a varios lugares de manera similar.
“No puedo dejar de hablar del terrible conflicto que tuve en la visión con el diablo. Entré en contacto directo con él. Mientras estaba en este estado, llegó la lucha más horrible de todas. Mientras hablaba en una lengua desconocida, el Espíritu parecía envolverme, y fui llevado a un curso de expulsión de demonios; una experiencia real en la visión, y los últimos versículos de Marcos 16 llegaron muy vívidamente ante mi mente.
“En la visión pude ver multitudes de personas alertas y viniendo de esta manera. Entre ellos estaban la Sra. Tomlinson y mis hijos. (Todos ellos recibieron el Bautismo unos meses después.) Vi a todos nosotros en un viaje misionero. ¡Gloria a Dios! Esto era realmente ser bautizado con el Espíritu Santo como lo recibieron en el día del pentecostés.
“Con todo lo que he escrito, aún no está todo dicho; pero a juzgar por los países que visité en la visión, hablé diez idiomas diferentes. Parecía que el Espíritu me estaba mostrando estos países con mira de enviarme allí. En cada lugar vi a un gran número de personas viniendo a la luz. Vi multitudes viniendo a Jesús. No sé si Dios quiere que vaya a estos lugares o no, pero ciertamente estoy dispuesto a ir como Él dirija.
“Desde que recibí esta maravillosa experiencia de ser bautizado con el Espíritu Santo como fueron bautizados en el día del Pentecostés, Dios se ha revelado a Sí mismo y ha dado muchas manifestaciones especiales de Su presencia y poder en mi vida. Tres veces desde entonces, el mismo poder me ha envuelto y levantado del piso de manera similar a la forma que me levantó el día en que entró para morar en mí. Tres veces durante las manifestaciones especiales de Su presencia, testigos verdaderos han visto ‘como de fuego’ descansando cerca y alrededor de mi cabeza.
“He viajado miles de millas y conté la simple historia, y relaté mi experiencia a miles de personas; y he visto a cientos bautizados con el Espíritu Santo; y todos los que lo recibieron hablaron en leguas como el Espíritu les daba que hablasen.
“He visto congregaciones enteras ponerse de pie al instante, mientras el poder de Dios se movía con emoción en todas las partes de la congregación. En otras ocasiones he visto audiencias casi enteras frente a Dios mientras esa misma emoción de poder corría como un rayo en todas direcciones. Una ocasión, cuando me paré para hacer un llamamiento al altar, mientras levantaba mis manos, una especie de niebla azul fue vista por varios testigos verídicos, mientras se asentaba en la congregación, y no pocos cayeron, y o se arrastraron o fueron llevados al altar. Unas pocas veces mientras la palabra fue predicada, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oyeron la Palabra. Se han visto rayos de fuego como destellos lanzados justo sobre las cabezas de las personas en la congregación como rayos zigzagueantes, y sin embargo no tan rápido, pero fue visto fácilmente por decenas de personas” (Respondiendo al Llamado de Dios, A. J. Tomlinson, págs. 10-13).
¡El mismo Espíritu Santo y fuego quiere manifestarse en tu vida! Dios quiere usarnos a todos en estos últimos días, pero no podemos hacerlo por nuestra propia fuerza. Sometámonos al Espíritu Santo y dejemos que Él haga Su voluntad en nuestras vidas. Si usted no ha recibido este regalo, pídalo y busque al Señor hasta que lo reciba. ¡Permita que el mismo anhelo que tuvo el hermano Tomlinson se convierta en el deseo de su propio corazón! Para aquellos que tienen el bautismo del Espíritu Santo, vamos a rendirnos completamente al Él y ser usados por Él, permitiendo que su influencia se manifieste continuamente en nuestras vidas individuales y se manifieste en nuestras iglesias locales.
Al leer el relato histórico de cómo el hermano Tomlinson fervientemente buscó el bautismo del Espíritu Santo hasta que lo recibió, la expresión “buscando fervientemente” como a veces se usa en la Iglesia hoy en día, solo lo representaría levemente. El deseo de este hombre y el celo de recibir el Espíritu Santo consumía tanto a este hombre que no quería otra cosa. En 1908, su pasión por esta promesa se volvió en su realidad. Incluso en nuestros días, el testimonio del hermano Tomlinson de cómo buscó y recibió el Espíritu Santo no lo decepcionará, y reconfirmará, así como la Palabra de Dios nos dice, que esta promesa todavía es para todos nosotros. El Espíritu Santo le dio el poder al hermano Tomlinson para predicar en muchos países, cumpliendo una visión que Dios le había dado. Vamos a leer en sus propias palabras la experiencia espiritual que él emprendió y que este testimonio imparta mayor celo y determinación para que podamos ver a cada miembro lleno del Espíritu Santo y fuego y trabajando para la gloria de Dios:
“En enero de 1907, me volví más interesado sobre el tema de recibir el Espíritu Santo como Él lo había derramado en el día del Pentecostés. Durante todo el año no dejé de predicar que era nuestro privilegio el recibir el Espíritu Santo y hablar en lenguas como lo hicieron en el día del pentecostés. Yo no tenía la experiencia, así que casi siempre estaba entre los que lo buscaban en el altar. El Señor nos dio grandes avivamientos, y las almas fueron convertidas y santificadas, y algunos realmente pasaron la experiencia, y fueron bautizados con el Espíritu Santo con la evidencia de hablar en otras lenguas.
“Para el final del año estaba tan deseoso del bautismo del Espíritu Santo que apenas me importaba la comida, la amistad o cualquier otra cosa. La única cosa que yo quería era el bautismo del Espíritu Santo. Le escribí a G. B. Cashwell, quien había estado en los Ángeles, California, y había recibido el bautismo allí, le pedí que viniera a nuestro lugar por unos días. Él llegó el 10 de enero de 1908. Predicó el sábado por la noche, y el domingo por la mañana, el 12 de enero, mientras predicaba, una peculiar sensación me invadió, y casi inconscientemente, me resbalé de la silla colocándome en la plataforma a los pies del hermano Cashwell. No sabía lo que significaba tal experiencia. Mi mente estaba clara, pero un poder peculiar me rodeo mucho y emocionó todo mi ser que terminé entregándome a Dios y esperando los resultados. Pronto me perdí en mi entorno mientras yacía en el suelo, ocupado solo con Dios y las cosas eternas. De pronto, uno de mis pies comenzó a temblar y hacer ruido contra la pared. No pude mantenerlo quieto. Cuando se calmó, el otro hiso lo mismo. Luego mis manos y mi cabeza fueron dirigidos. Mi mandíbula parecía estar fija, mis labios estaban movidos y chuecos como si un médico estuviera indicando un examen especial. Mi lengua y mis ojos fueron dirigidos de la misma manera. Varios exámenes parecían ser tomados, y cada miembro y todo mi cuerpo examinado.
“Mi cuerpo fue rodado y lanzado fuera de mi control, y finalmente, mientras estaba acostado sobre mi espalda, mis pies se levantaron varias veces y mi lengua se salía de mi boca a pesar de mis esfuerzos por mantenerla dentro de mi boca.
“Al mismo tiempo, mientras estaba acostado sobre mi espalda, me pareció ver una gran sábana caer, y cuando esta cayó sobre mí, sentí como me envolvía en sus pliegues, y realmente me sentí literalmente levantado y levantado del piso varias pulgadas, y cargado en esa sabana varios pies en la dirección que mis pies apuntaban, y después caí sobre el piso otra vez. Mientras estaba allí, una gran alegría inundó mi alma; los momentos más felices que yo no había conocido hasta ese momento. Nunca había sabido lo que era el verdadero gozo. Mis manos se unieron sin esfuerzo de mi parte. ¡Oh, tales diluvios y oleadas de gloria corrieron por todo mi ser por varios minutos! Hubo momentos en que sufrí el dolor y la agonía más insoportables, pero mi espíritu siempre le dijo que “sí” a Dios.
“Luego vino una parte muy interesante de la experiencia, ‘verán visiones.’ En visión fui llevado a Centroamérica, y se me mostró la horrible condición de la gente allí, un paroxismo [ataque] de sufrimiento se apoderó de mí ya que parecía estar en agonía de alma por su salvación. Entonces hablé en leguas como el Espíritu me dio que hablase, y en la visión parecía estar hablando el mismo idioma de las tribus nativas con las que estaba rodeado.
“Entonces, después de un pequeño descanso, fui llevado en la visión a Sudamérica, y de todas las imágenes en negro que alguna vez fueron pintadas seguramente esta era la más oscura. La visión se asentó en Brasil, y después de otro paroxismo [ataque] de sufrimiento o agonía de alma el Espíritu rompió otra vez en otras lenguas; luego después de un tiempo de tranquilidad fui llevado a Chile, con los mismo efectos y resultados; de la misma manera a la Patagonia, lejos entre los indígenas analfabetos. Cada lugar que se me mostró, di mi consentimiento en mi espíritu para ir a ellos.
“De la Patagonia a África y a Jerusalén; y mientras estuve allí soporté el sufrimiento más intenso, como si pudiera haber estado sufriendo de manera similar a la de mi Salvador en el monte Calvario. Nunca podré describir la horrible agonía que sentí en mi cuerpo. Después de cada paroxismo de sufrimiento vino una lengua. De Jerusalén fui llevado al norte de Rusia, luego a Francia, de allí a Japón; y después parecía que regresaba a Estados Unidos, pero pronto fui llevado al norte entre los Esquimales. Mientras estaba allí, las lenguas del Espíritu hablando a través de mí parecía similar al ladrido de un perro. Fui llevado a varios lugares de manera similar.
“No puedo dejar de hablar del terrible conflicto que tuve en la visión con el diablo. Entré en contacto directo con él. Mientras estaba en este estado, llegó la lucha más horrible de todas. Mientras hablaba en una lengua desconocida, el Espíritu parecía envolverme, y fui llevado a un curso de expulsión de demonios; una experiencia real en la visión, y los últimos versículos de Marcos 16 llegaron muy vívidamente ante mi mente.
“En la visión pude ver multitudes de personas alertas y viniendo de esta manera. Entre ellos estaban la Sra. Tomlinson y mis hijos. (Todos ellos recibieron el Bautismo unos meses después.) Vi a todos nosotros en un viaje misionero. ¡Gloria a Dios! Esto era realmente ser bautizado con el Espíritu Santo como lo recibieron en el día del pentecostés.
“Con todo lo que he escrito, aún no está todo dicho; pero a juzgar por los países que visité en la visión, hablé diez idiomas diferentes. Parecía que el Espíritu me estaba mostrando estos países con mira de enviarme allí. En cada lugar vi a un gran número de personas viniendo a la luz. Vi multitudes viniendo a Jesús. No sé si Dios quiere que vaya a estos lugares o no, pero ciertamente estoy dispuesto a ir como Él dirija.
“Desde que recibí esta maravillosa experiencia de ser bautizado con el Espíritu Santo como fueron bautizados en el día del Pentecostés, Dios se ha revelado a Sí mismo y ha dado muchas manifestaciones especiales de Su presencia y poder en mi vida. Tres veces desde entonces, el mismo poder me ha envuelto y levantado del piso de manera similar a la forma que me levantó el día en que entró para morar en mí. Tres veces durante las manifestaciones especiales de Su presencia, testigos verdaderos han visto ‘como de fuego’ descansando cerca y alrededor de mi cabeza.
“He viajado miles de millas y conté la simple historia, y relaté mi experiencia a miles de personas; y he visto a cientos bautizados con el Espíritu Santo; y todos los que lo recibieron hablaron en leguas como el Espíritu les daba que hablasen.
“He visto congregaciones enteras ponerse de pie al instante, mientras el poder de Dios se movía con emoción en todas las partes de la congregación. En otras ocasiones he visto audiencias casi enteras frente a Dios mientras esa misma emoción de poder corría como un rayo en todas direcciones. Una ocasión, cuando me paré para hacer un llamamiento al altar, mientras levantaba mis manos, una especie de niebla azul fue vista por varios testigos verídicos, mientras se asentaba en la congregación, y no pocos cayeron, y o se arrastraron o fueron llevados al altar. Unas pocas veces mientras la palabra fue predicada, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oyeron la Palabra. Se han visto rayos de fuego como destellos lanzados justo sobre las cabezas de las personas en la congregación como rayos zigzagueantes, y sin embargo no tan rápido, pero fue visto fácilmente por decenas de personas” (Respondiendo al Llamado de Dios, A. J. Tomlinson, págs. 10-13).
¡El mismo Espíritu Santo y fuego quiere manifestarse en tu vida! Dios quiere usarnos a todos en estos últimos días, pero no podemos hacerlo por nuestra propia fuerza. Sometámonos al Espíritu Santo y dejemos que Él haga Su voluntad en nuestras vidas. Si usted no ha recibido este regalo, pídalo y busque al Señor hasta que lo reciba. ¡Permita que el mismo anhelo que tuvo el hermano Tomlinson se convierta en el deseo de su propio corazón! Para aquellos que tienen el bautismo del Espíritu Santo, vamos a rendirnos completamente al Él y ser usados por Él, permitiendo que su influencia se manifieste continuamente en nuestras vidas individuales y se manifieste en nuestras iglesias locales.
UNA BREBE HISTORIA DE LOS CONSEJOS A LOS MIEMBROS
Walter Lofton – Historiador de la Iglesia
Los Consejos a los Miembros aparecieron por primera vez en las Minutas de Asamblea después de la 13ra Asamblea de 1917. Han aparecido en todas las Minutas de Asamblea desde entonces, con excepción de las 18va Minutas de Asamblea de 1923. Esta fue la primera Asamblea después de la división de la Iglesia y al tratar con los principales problemas de ese momento, parece que fueron omitidos inadvertidamente en la impresión de las Minutas de ese año.
El Concilio de Ancianos fue creado en la 12da Asamblea de 1916. El Supervisor General sugirió la creación de este concilio durante su Mensaje Anual y la Asamblea aceptó. Doce miembros debían ser elegidos, los dos primeros nombrados por el Supervisor General y los otros diez fueron seleccionados por estos hombres. El hermano Tomlinson oficialmente nombró a los dos primeros el 13 de febrero de 1917. La próxima reunión se llevó a cabo el 15 de febrero cuando se seleccionaron cuatro ancianos más. El 1 de marzo, los otros seis ancianos fueron seleccionados. En algún momento entre la fecha de esta reunión y la próxima Asamblea General, los ancianos se reunieron para formular los temas que se deberían presentar ante la Asamblea. Los historiadores creen que esta reunión probablemente tuvo lugar aproximadamente dos semanas antes del inicio de la Asamblea.
Las Minutas de la 13ra Asamblea revela que su informe contenía dos secciones de recomendaciones, que se presentaron ante la Asamblea. Cuando se imprimieron las Minutas, una tercera sección titulada “Instrucciones y Consejos” se incluyeron con una nota entre paréntesis, que decía, “Reimpreso por orden del Concilio.” Los Consejos a los Miembros fueron incluidos junto con otros temas en esta sección del reporte del Concilio.
No se sabe por qué no leyeron esta sección ante la Asamblea. Sin embargo, no hubo registros escritos de reuniones del Concilio de Ancianos hasta a mediados de la década de 1930, que fue después de la división de la iglesia en 1923, y por lo tanto no tiene ningún interés oficial para nosotros hoy. [El Concilio de Ancianos fue descontinuado por La Iglesia de Dios, pero permaneció activo por algún tiempo en la otra organización eclesiástica.] No obstante, las Minutas contenían esta sección con los Consejos a los Miembros, siendo la primera mención oficial de los Consejos que se puede encontrar en el registro impreso. [Nota: En el libro, Historia y Gobierno de la Iglesia de Dios de la Profecía se afirma incorrectamente que el Consejo a los Miembros apareció por primera vez en las Minutas de Asamblea de 1919.]
Ha habido algunos cambios menores en la redacción a lo largo del tiempo con algunas secciones que fueron agregadas de vez en cuando. Nuevamente no encontramos ningún registro escrito de la aprobación de muchos de estos cambios o las fechas de los mismos. Al recordar el pasado, podemos ver por qué la documentación de nuestra historia y nuestras prácticas son tan importantes.
No fue hasta la 53ra Asamblea de 1958 que la Asamblea aceptó oficialmente los Consejos a los Miembros hasta el punto en que el Supervisor General, M. A. Tomlinson, lo incluyó en su Mensaje Anual y pidió que estos consejos se imprimieran en las Minutas. El Comité de Asuntos y Preguntas recomendó que la sección que contiene los Consejos a los Miembros se imprimiera y fueran enviadas a todas las iglesias para ser ratificadas. En 1988, se agregó la sección final de los Consejos en forma de “Resolución,” haciendo nuestros Consejos a los Miembros lo que es hoy. Por necesidad, se realizó un cambio final después de la reorganización de 1993 por una acción Administrativa que hace referencia al nombre de la publicación oficial de la Iglesia que se refiere a los Consejos como La luz Vespertina en lugar del Mensajero Ala Blanca. Esto estaba de acuerdo con el mismo tipo de cambio que ocurrió en 1923 cuando cambió el nombre de la revista de la Iglesia de Evangelio de la Iglesia de Dios a El Mensajero Ala Blanca.
Los Consejos a los Miembros aparecieron por primera vez en las Minutas de Asamblea después de la 13ra Asamblea de 1917. Han aparecido en todas las Minutas de Asamblea desde entonces, con excepción de las 18va Minutas de Asamblea de 1923. Esta fue la primera Asamblea después de la división de la Iglesia y al tratar con los principales problemas de ese momento, parece que fueron omitidos inadvertidamente en la impresión de las Minutas de ese año.
El Concilio de Ancianos fue creado en la 12da Asamblea de 1916. El Supervisor General sugirió la creación de este concilio durante su Mensaje Anual y la Asamblea aceptó. Doce miembros debían ser elegidos, los dos primeros nombrados por el Supervisor General y los otros diez fueron seleccionados por estos hombres. El hermano Tomlinson oficialmente nombró a los dos primeros el 13 de febrero de 1917. La próxima reunión se llevó a cabo el 15 de febrero cuando se seleccionaron cuatro ancianos más. El 1 de marzo, los otros seis ancianos fueron seleccionados. En algún momento entre la fecha de esta reunión y la próxima Asamblea General, los ancianos se reunieron para formular los temas que se deberían presentar ante la Asamblea. Los historiadores creen que esta reunión probablemente tuvo lugar aproximadamente dos semanas antes del inicio de la Asamblea.
Las Minutas de la 13ra Asamblea revela que su informe contenía dos secciones de recomendaciones, que se presentaron ante la Asamblea. Cuando se imprimieron las Minutas, una tercera sección titulada “Instrucciones y Consejos” se incluyeron con una nota entre paréntesis, que decía, “Reimpreso por orden del Concilio.” Los Consejos a los Miembros fueron incluidos junto con otros temas en esta sección del reporte del Concilio.
No se sabe por qué no leyeron esta sección ante la Asamblea. Sin embargo, no hubo registros escritos de reuniones del Concilio de Ancianos hasta a mediados de la década de 1930, que fue después de la división de la iglesia en 1923, y por lo tanto no tiene ningún interés oficial para nosotros hoy. [El Concilio de Ancianos fue descontinuado por La Iglesia de Dios, pero permaneció activo por algún tiempo en la otra organización eclesiástica.] No obstante, las Minutas contenían esta sección con los Consejos a los Miembros, siendo la primera mención oficial de los Consejos que se puede encontrar en el registro impreso. [Nota: En el libro, Historia y Gobierno de la Iglesia de Dios de la Profecía se afirma incorrectamente que el Consejo a los Miembros apareció por primera vez en las Minutas de Asamblea de 1919.]
Ha habido algunos cambios menores en la redacción a lo largo del tiempo con algunas secciones que fueron agregadas de vez en cuando. Nuevamente no encontramos ningún registro escrito de la aprobación de muchos de estos cambios o las fechas de los mismos. Al recordar el pasado, podemos ver por qué la documentación de nuestra historia y nuestras prácticas son tan importantes.
No fue hasta la 53ra Asamblea de 1958 que la Asamblea aceptó oficialmente los Consejos a los Miembros hasta el punto en que el Supervisor General, M. A. Tomlinson, lo incluyó en su Mensaje Anual y pidió que estos consejos se imprimieran en las Minutas. El Comité de Asuntos y Preguntas recomendó que la sección que contiene los Consejos a los Miembros se imprimiera y fueran enviadas a todas las iglesias para ser ratificadas. En 1988, se agregó la sección final de los Consejos en forma de “Resolución,” haciendo nuestros Consejos a los Miembros lo que es hoy. Por necesidad, se realizó un cambio final después de la reorganización de 1993 por una acción Administrativa que hace referencia al nombre de la publicación oficial de la Iglesia que se refiere a los Consejos como La luz Vespertina en lugar del Mensajero Ala Blanca. Esto estaba de acuerdo con el mismo tipo de cambio que ocurrió en 1923 cuando cambió el nombre de la revista de la Iglesia de Evangelio de la Iglesia de Dios a El Mensajero Ala Blanca.
EL MINISTERIO ORDENADO DEL ESPÍRITU SANTO
R. O. Covey
Investigando Las Profundidades Págs. 11 y 12
“CONSIDERA LO QUE DIGO…” (2 Ti. 2:7). La primera lección de un sabio instructor de manejo de automóviles fue “como detenerse,” en el interés de la seguridad y la prevención de accidentes. En el interés de este estudio sobre el Espíritu Santo, me vino a la mente que primero deberíamos de detenernos y dejar algo muy en claro, para que no me malinterpreten gravemente.
Como creyente en la doctrina Pentecostés del Espíritu Santo, ampliamente acompañado de demostraciones corporales externas “del Espíritu y el poder de Dios,” mi enfoque a fondo de este tema podría ser malinterpretado en el sentido de que estoy en contra de ellos. ¡No es así! Pero ellos tienen su posición. La tendencia ha sido por parte de algunos, y en algunos círculos, limitar al Espíritu a un énfasis excesivo de estas manifestaciones. Si nos quedamos con la Biblia en este estudio, entenderemos claramente el propósito ordenado por Dios al dar Su Espíritu Santo a Su Iglesia.
Este será uno de los estudios más largos, pero permítanos tomar nuestro tiempo y rehúse perder el interés.
Primero lo Primero
“¡Permita que el Espíritu Santo haga su voluntad!” Esta es una declaración a menudo repetida cuando los miembros de la Iglesia estamos a cargo de un servicio de adoración, tiempo de testimonios, o servicio de altar. Que Dios nos ayude a no limitarlo a una declaración trillada, una expresión tan habitualmente repetida que pierde su verdadero significado. No es la expresión en sí la que no tiene sentido, sino más bien su uso es insensible o superficial.
Si permitimos que el Espíritu Santo haga Su voluntad, debemos saber cuál es Su voluntad; o, como lo dice nuestro título del capítulo, lo que “El Ministerio Ordenado del Espíritu Santo” realmente es. Jesús claramente nos dice. Poniendo primero las cosas primeras, su primera mención de esta tercera persona de la Deidad fue la siguiente: “Si me amáis, guardad mis mandamientos; y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: Al Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce: mas vosotros le conocéis; porque está con vosotros, y será en vosotros. No os dejaré huérfanos: vendré a vosotros” (Juan 14:15-18).
“Estas cosas os he hablado estando con vosotros. Mas el Consolador, el Espíritu Santo, al cual el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todas las cosas que os he dicho” (Juan 14:25, 26).
“Empero cuando viniere el Consolador, el cual yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio de mí" (Juan 15:26).
“Y cuando él viniere redargüirá al mundo de pecado, y de justicia, y de juicio” (Juan 16:8).
“Aun tengo muchas cosas que deciros, mas ahora no las podéis llevar. Pero cuando viniere aquel Espíritu de verdad, él os guiará a toda verdad; porque no hablará de sí mismo, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que han de venir. El me glorificará: porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre, mío es: por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber” (Juan 16:12-15).
Primero lo primero. Todas estas preciosas promesas y providencias, sin mencionar el “ejercicio corporal,” el cual Pablo dijo después “para poco es provechoso” (1 Ti. 4:8). Comparado con la piedad y la ministración del Espíritu Santo como se indica anteriormente. Consideraremos sus ministerios individualmente a medida que avancemos. En este punto, hágase una pregunta; y responda únicamente después de una reflexión muy seria: ¿No es mucho más deseable los ministerios del Espíritu Santo más que cualquier cantidad de gritos y danzas? ¡Si la respuesta es SÍ, tiene algo para gritar! ¡Aleluya!
Nuestro Consolador
Esta fue la promesa de Jesús a Sus discípulos afligidos, la iglesia en ese momento. Ellos estaban afectados porque iba a dejarlos y no podían inmediatamente seguirlo. El impulsivo Pedro no podía aceptar el hecho (Juan 13:36-38). Pero Jesús dijo, “No se turbe vuestro corazón,” seguido de la promesa de regresar por ellos. Después les aseguró que no los dejaría huérfanos, sino que les daría “otro consolador” que estaría con ellos para siempre. Necesitaban consuelo inmediato, pero siempre habría ocasiones que pedirían el Consolador.
La promesa es para nosotros aun hoy. El Consolador era, y es, El Espíritu Santo el cual Jesús envió del Padre cuando Él se había ido. ¿Quién de nosotros no ha tenido la necesidad de la Divina Presencia en situaciones desconcertantes de la vida? Mientras esperamos el regreso de Jesús, tenemos al Espíritu Santo con nosotros. Grite por eso si quiere; pero solo comprenda lo que está gritando.
El Espíritu y Maestro de la Verdad
El Espíritu Santo es el Espíritu de Verdad y el Maestro de la Verdad. Hay muchas bases sólidas de esto en las Escrituras, “un poquito allí, otro poquito allá (Is. 28:10, 13). Por la inspiración de Dios (2 Ti. 3:16), el apóstol Juan registró los hechos como las Escrituras: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios… Y aquel Verbo fué hecho carne, y habitó entre nosotros… lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:1, 14). “… la gracia y la verdad por Jesucristo fué hecha” (Juan 1:17). “…tu Palabra es verdad…” (Juan 17:17). “… otro Consolador… Al Espíritu de verdad…” (Juan 14:16, 17; 15:26; 16:13).
Pablo realza estas verdades con otras escrituras “… la espada del Espíritu; que es la palabra de Dios” (Ef. 6:17); también, “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más penetrante que toda espada de dos filos: y que alcanza hasta partir el alma, y aun el espíritu, y las coyunturas y tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (He. 4:12).
Un ministerio del Espíritu Santo es revelar la verdad de Dios o Su Palabra. Las cosas profundas de Dios solo se disciernen acompañando al Espíritu Santo a la “mina” de la Palabra de Dios. El grito debería ser el resultado de un entendimiento espiritual de la verdad.
El que Recuerda Todas las Cosas
En el corto ministerio terrenal de Jesús, Él no pudo enseñar a los discípulos, o a Su Iglesia, todo lo que puede ser conocido. No habrían podido recibirlo todo y recordarlo todo. Tuvieron dificultad para recordar Sus Palabras incluso cuando todavía estaba con ellos. Por ejemplo, a pesar de que les había hablado muchas veces acerca de Su muerte y resurrección, cuando sucedió, ninguno de ellos pareció entender lo que había sucedido. (Lea Lucas 24:1-12). Los dos discípulos en el camino a Emaús “hablando entre sí, y preguntándose el uno al otro” acerca “de todas aquellas cosas que habían acaecido” (Vea Lucas 24:14, 15), y permanecieron confundidos hasta que el mismo Jesús se unió a ellos y les reveló la verdad.
Pero Jesús les había asegurado que el Espíritu Santo los actualizaría, guiándolos a TODA VERDAD, incluso mostrándoles lo que vendría, o los eventos proféticos como los que estamos viendo en nuestros días. También, los ministros de hoy pueden testificar que el Espíritu Santo trae las palabras de Jesús a su memoria; palabras que habían olvidado haber leído, o aún palabras de las que nunca se han dado cuenta que están escritas. Sin este bendito ministerio del Espíritu Santo, mucho conocimiento esencial permanecería sin aprender.
Testigo y Glorificador de Jesús
El evangelio de Juan cita dos cosas de estos ministerios del Espíritu Santo (Juan 15:26; 16:14). El Espíritu Santo no habla de Sí mismo, sino de Jesucristo. Este “hablar” puede surgir a modo de guía a las Escrituras relevantes, o por mensajes en lenguas del Espíritu Santo e interpretaciones. En cualquier caso, ellos confirman la Palabra que le pertenece a Él. En algunos casos estos testimonios espirituales han sido el medio para que los pecadores hagan su decisión de ser salvos.
Ministerio de Redargüir
Jesús citó tres áreas en las cuales el mundo es redargüido por el Espíritu Santo: de pecado, de justicia y de juicio. Este mundo debe ser redargüido por su incredulidad. Este sistema mundial está en enemistad con Dios (Santiago 4:4), lo cual hace al incrédulo “enemigo de Dios.” Él/ella es un pecador; un pecador es uno que peca, independientemente de su profesión. Algunos pueden profesar estar “en el reino”, o puede haberse infiltrado en la Iglesia por hipocresía. Pero si están pecando, ellos serán redargüidos por el Espíritu Santo.
Cuando el mundo es redargüido de “justicia,” es con el propósito de convencer a los hombres pecadores de que su autojustificación es como trapos de inmundicia (Is. 64:6), y que solo la justicia imputada de Cristo puede salvarlos, y entonces solo por fe en Su obra sustituta o vicaria en el Calvario (Lea Rom. 4:3-6, 22-25; Ga. 3:6).
Cuando el Espíritu Santo redarguye a los hombres de “juicio,” es con el propósito de convencer a los hombres enjuiciados que, en sus pecados, están completamente sin esperanza, ¡Ya que su príncipe (Satanás) ya ha sido juzgado y sentenciado, y todos los que continúen con él serán participes de este juicio eterno (Ap. 20:10)!
Repitiendo para enfatizar, todo el redargüir, condenar y convencer es la obra del Espíritu Santo, y cuando haga Su voluntad, Él hará Su obra. ¡Solamente aquellos que han reclamado y ganado la victoria sobre el pecado y su instigador, son espiritualmente elegibles para gritar, danzar, alabar y regocijarse! ¡Los “ejercicios corporales” hipócritas de los pecadores son un reproche para Cristo y Su Iglesia, y es desagradable para todos los que los conocen!
Alguien ha dicho, “la gracia de Dios no es un sustituto del esfuerzo humano.” Santiago lo dijo de esta manera, “¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?” Estamos llamados a trabajar en lo que Dios trabaja. El Espíritu Santo obra en nosotros así el querer como el hacer, por su buena voluntad. (Fil. 2:13), pero Él no sugiere hacer por nosotros esa voluntad. Ese es nuestro trabajo, y debemos regocijarnos por el privilegio de hacerlo.
Manteniendo un Equilibrio Espiritual
Al concluir este estudio, repito enfatizando que nunca debemos resistir ni apagar las obras del Espíritu Santo. Pero con más de 91 años de camino detrás de mí, me siento obligado a aconsejar que conozcamos Sus “obras,” y solamente reverenciarlas. Digo esto con vacilación, ya que nunca he sido un gran gritón ni bailarín. Pero no soy del todo ajeno a la experiencia. Sin embargo, mis bendiciones generalmente fluyen en forma de lágrimas. A veces lágrimas de gozo, pero más a menudo, lágrimas de humilde acción de gracias por las grandes verdades de Dios, y mis inmerecidas bendiciones y las buenas providencias de Dios. Dígame si quiere, ¿Qué hay de malo en un equilibrio sano y sincero entre el Espíritu y la Palabra? Debemos de tener ambos; ¡Y tendremos ambas cosas si el Espíritu Santo realmente hace Su voluntad!
Perdóneme por recordar el pasado, pero ¡Oh Dios! ¡Restaura esos días en que vivíamos de rodillas, por así decirlo, con nuestras Biblias frente a nosotros, y luego nos levantábamos para “caminar en la luz”! Nos regocijábamos en la Palabra y por la Palabra. No hubo una necesidad de buscar una bendición, porque hubo “lluvias de bendiciones” en los momentos apropiados.
Sí, a menudo, por lo general, una predicación directa; incluso predicaciones duras en ocasiones. Pero rara vez era que alguien “…volvieron atrás, y ya no andaban con él” (Juan 6:66). Y cierro con una nota preciosa pero impresionante: Cuando Jesús preguntó a la Iglesia, “¿Queréis vosotros iros también?” Pedro contestó por todos ellos, Señor, ¿a quién iremos? tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros creemos y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente” (Juan 6:67, 68).
Investigando Las Profundidades Págs. 11 y 12
“CONSIDERA LO QUE DIGO…” (2 Ti. 2:7). La primera lección de un sabio instructor de manejo de automóviles fue “como detenerse,” en el interés de la seguridad y la prevención de accidentes. En el interés de este estudio sobre el Espíritu Santo, me vino a la mente que primero deberíamos de detenernos y dejar algo muy en claro, para que no me malinterpreten gravemente.
Como creyente en la doctrina Pentecostés del Espíritu Santo, ampliamente acompañado de demostraciones corporales externas “del Espíritu y el poder de Dios,” mi enfoque a fondo de este tema podría ser malinterpretado en el sentido de que estoy en contra de ellos. ¡No es así! Pero ellos tienen su posición. La tendencia ha sido por parte de algunos, y en algunos círculos, limitar al Espíritu a un énfasis excesivo de estas manifestaciones. Si nos quedamos con la Biblia en este estudio, entenderemos claramente el propósito ordenado por Dios al dar Su Espíritu Santo a Su Iglesia.
Este será uno de los estudios más largos, pero permítanos tomar nuestro tiempo y rehúse perder el interés.
Primero lo Primero
“¡Permita que el Espíritu Santo haga su voluntad!” Esta es una declaración a menudo repetida cuando los miembros de la Iglesia estamos a cargo de un servicio de adoración, tiempo de testimonios, o servicio de altar. Que Dios nos ayude a no limitarlo a una declaración trillada, una expresión tan habitualmente repetida que pierde su verdadero significado. No es la expresión en sí la que no tiene sentido, sino más bien su uso es insensible o superficial.
Si permitimos que el Espíritu Santo haga Su voluntad, debemos saber cuál es Su voluntad; o, como lo dice nuestro título del capítulo, lo que “El Ministerio Ordenado del Espíritu Santo” realmente es. Jesús claramente nos dice. Poniendo primero las cosas primeras, su primera mención de esta tercera persona de la Deidad fue la siguiente: “Si me amáis, guardad mis mandamientos; y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: Al Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce: mas vosotros le conocéis; porque está con vosotros, y será en vosotros. No os dejaré huérfanos: vendré a vosotros” (Juan 14:15-18).
“Estas cosas os he hablado estando con vosotros. Mas el Consolador, el Espíritu Santo, al cual el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todas las cosas que os he dicho” (Juan 14:25, 26).
“Empero cuando viniere el Consolador, el cual yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio de mí" (Juan 15:26).
“Y cuando él viniere redargüirá al mundo de pecado, y de justicia, y de juicio” (Juan 16:8).
“Aun tengo muchas cosas que deciros, mas ahora no las podéis llevar. Pero cuando viniere aquel Espíritu de verdad, él os guiará a toda verdad; porque no hablará de sí mismo, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que han de venir. El me glorificará: porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre, mío es: por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber” (Juan 16:12-15).
Primero lo primero. Todas estas preciosas promesas y providencias, sin mencionar el “ejercicio corporal,” el cual Pablo dijo después “para poco es provechoso” (1 Ti. 4:8). Comparado con la piedad y la ministración del Espíritu Santo como se indica anteriormente. Consideraremos sus ministerios individualmente a medida que avancemos. En este punto, hágase una pregunta; y responda únicamente después de una reflexión muy seria: ¿No es mucho más deseable los ministerios del Espíritu Santo más que cualquier cantidad de gritos y danzas? ¡Si la respuesta es SÍ, tiene algo para gritar! ¡Aleluya!
Nuestro Consolador
Esta fue la promesa de Jesús a Sus discípulos afligidos, la iglesia en ese momento. Ellos estaban afectados porque iba a dejarlos y no podían inmediatamente seguirlo. El impulsivo Pedro no podía aceptar el hecho (Juan 13:36-38). Pero Jesús dijo, “No se turbe vuestro corazón,” seguido de la promesa de regresar por ellos. Después les aseguró que no los dejaría huérfanos, sino que les daría “otro consolador” que estaría con ellos para siempre. Necesitaban consuelo inmediato, pero siempre habría ocasiones que pedirían el Consolador.
La promesa es para nosotros aun hoy. El Consolador era, y es, El Espíritu Santo el cual Jesús envió del Padre cuando Él se había ido. ¿Quién de nosotros no ha tenido la necesidad de la Divina Presencia en situaciones desconcertantes de la vida? Mientras esperamos el regreso de Jesús, tenemos al Espíritu Santo con nosotros. Grite por eso si quiere; pero solo comprenda lo que está gritando.
El Espíritu y Maestro de la Verdad
El Espíritu Santo es el Espíritu de Verdad y el Maestro de la Verdad. Hay muchas bases sólidas de esto en las Escrituras, “un poquito allí, otro poquito allá (Is. 28:10, 13). Por la inspiración de Dios (2 Ti. 3:16), el apóstol Juan registró los hechos como las Escrituras: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios… Y aquel Verbo fué hecho carne, y habitó entre nosotros… lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:1, 14). “… la gracia y la verdad por Jesucristo fué hecha” (Juan 1:17). “…tu Palabra es verdad…” (Juan 17:17). “… otro Consolador… Al Espíritu de verdad…” (Juan 14:16, 17; 15:26; 16:13).
Pablo realza estas verdades con otras escrituras “… la espada del Espíritu; que es la palabra de Dios” (Ef. 6:17); también, “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más penetrante que toda espada de dos filos: y que alcanza hasta partir el alma, y aun el espíritu, y las coyunturas y tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (He. 4:12).
Un ministerio del Espíritu Santo es revelar la verdad de Dios o Su Palabra. Las cosas profundas de Dios solo se disciernen acompañando al Espíritu Santo a la “mina” de la Palabra de Dios. El grito debería ser el resultado de un entendimiento espiritual de la verdad.
El que Recuerda Todas las Cosas
En el corto ministerio terrenal de Jesús, Él no pudo enseñar a los discípulos, o a Su Iglesia, todo lo que puede ser conocido. No habrían podido recibirlo todo y recordarlo todo. Tuvieron dificultad para recordar Sus Palabras incluso cuando todavía estaba con ellos. Por ejemplo, a pesar de que les había hablado muchas veces acerca de Su muerte y resurrección, cuando sucedió, ninguno de ellos pareció entender lo que había sucedido. (Lea Lucas 24:1-12). Los dos discípulos en el camino a Emaús “hablando entre sí, y preguntándose el uno al otro” acerca “de todas aquellas cosas que habían acaecido” (Vea Lucas 24:14, 15), y permanecieron confundidos hasta que el mismo Jesús se unió a ellos y les reveló la verdad.
Pero Jesús les había asegurado que el Espíritu Santo los actualizaría, guiándolos a TODA VERDAD, incluso mostrándoles lo que vendría, o los eventos proféticos como los que estamos viendo en nuestros días. También, los ministros de hoy pueden testificar que el Espíritu Santo trae las palabras de Jesús a su memoria; palabras que habían olvidado haber leído, o aún palabras de las que nunca se han dado cuenta que están escritas. Sin este bendito ministerio del Espíritu Santo, mucho conocimiento esencial permanecería sin aprender.
Testigo y Glorificador de Jesús
El evangelio de Juan cita dos cosas de estos ministerios del Espíritu Santo (Juan 15:26; 16:14). El Espíritu Santo no habla de Sí mismo, sino de Jesucristo. Este “hablar” puede surgir a modo de guía a las Escrituras relevantes, o por mensajes en lenguas del Espíritu Santo e interpretaciones. En cualquier caso, ellos confirman la Palabra que le pertenece a Él. En algunos casos estos testimonios espirituales han sido el medio para que los pecadores hagan su decisión de ser salvos.
Ministerio de Redargüir
Jesús citó tres áreas en las cuales el mundo es redargüido por el Espíritu Santo: de pecado, de justicia y de juicio. Este mundo debe ser redargüido por su incredulidad. Este sistema mundial está en enemistad con Dios (Santiago 4:4), lo cual hace al incrédulo “enemigo de Dios.” Él/ella es un pecador; un pecador es uno que peca, independientemente de su profesión. Algunos pueden profesar estar “en el reino”, o puede haberse infiltrado en la Iglesia por hipocresía. Pero si están pecando, ellos serán redargüidos por el Espíritu Santo.
Cuando el mundo es redargüido de “justicia,” es con el propósito de convencer a los hombres pecadores de que su autojustificación es como trapos de inmundicia (Is. 64:6), y que solo la justicia imputada de Cristo puede salvarlos, y entonces solo por fe en Su obra sustituta o vicaria en el Calvario (Lea Rom. 4:3-6, 22-25; Ga. 3:6).
Cuando el Espíritu Santo redarguye a los hombres de “juicio,” es con el propósito de convencer a los hombres enjuiciados que, en sus pecados, están completamente sin esperanza, ¡Ya que su príncipe (Satanás) ya ha sido juzgado y sentenciado, y todos los que continúen con él serán participes de este juicio eterno (Ap. 20:10)!
Repitiendo para enfatizar, todo el redargüir, condenar y convencer es la obra del Espíritu Santo, y cuando haga Su voluntad, Él hará Su obra. ¡Solamente aquellos que han reclamado y ganado la victoria sobre el pecado y su instigador, son espiritualmente elegibles para gritar, danzar, alabar y regocijarse! ¡Los “ejercicios corporales” hipócritas de los pecadores son un reproche para Cristo y Su Iglesia, y es desagradable para todos los que los conocen!
Alguien ha dicho, “la gracia de Dios no es un sustituto del esfuerzo humano.” Santiago lo dijo de esta manera, “¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?” Estamos llamados a trabajar en lo que Dios trabaja. El Espíritu Santo obra en nosotros así el querer como el hacer, por su buena voluntad. (Fil. 2:13), pero Él no sugiere hacer por nosotros esa voluntad. Ese es nuestro trabajo, y debemos regocijarnos por el privilegio de hacerlo.
Manteniendo un Equilibrio Espiritual
Al concluir este estudio, repito enfatizando que nunca debemos resistir ni apagar las obras del Espíritu Santo. Pero con más de 91 años de camino detrás de mí, me siento obligado a aconsejar que conozcamos Sus “obras,” y solamente reverenciarlas. Digo esto con vacilación, ya que nunca he sido un gran gritón ni bailarín. Pero no soy del todo ajeno a la experiencia. Sin embargo, mis bendiciones generalmente fluyen en forma de lágrimas. A veces lágrimas de gozo, pero más a menudo, lágrimas de humilde acción de gracias por las grandes verdades de Dios, y mis inmerecidas bendiciones y las buenas providencias de Dios. Dígame si quiere, ¿Qué hay de malo en un equilibrio sano y sincero entre el Espíritu y la Palabra? Debemos de tener ambos; ¡Y tendremos ambas cosas si el Espíritu Santo realmente hace Su voluntad!
Perdóneme por recordar el pasado, pero ¡Oh Dios! ¡Restaura esos días en que vivíamos de rodillas, por así decirlo, con nuestras Biblias frente a nosotros, y luego nos levantábamos para “caminar en la luz”! Nos regocijábamos en la Palabra y por la Palabra. No hubo una necesidad de buscar una bendición, porque hubo “lluvias de bendiciones” en los momentos apropiados.
Sí, a menudo, por lo general, una predicación directa; incluso predicaciones duras en ocasiones. Pero rara vez era que alguien “…volvieron atrás, y ya no andaban con él” (Juan 6:66). Y cierro con una nota preciosa pero impresionante: Cuando Jesús preguntó a la Iglesia, “¿Queréis vosotros iros también?” Pedro contestó por todos ellos, Señor, ¿a quién iremos? tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros creemos y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente” (Juan 6:67, 68).
EL DERRAMAMIENTO DEL ESPÍRITU
Robert J. Pruitt (MAB 24 de mayo de 1980)
Fue el día exacto del Pentecostés en Jerusalem. Después de muchos días de anticipación y preparación para esta especial celebración anual del día tan importante para los judíos, un gran número de ellos se habían reunido en Jerusalem desde muchas provincias distantes, además de todos los judíos devotos que vivían en Jerusalem en ese tiempo.
Durante la celebración de este día festivo hubo un evento que tuvo lugar que sorprende a los hombres de todo el mundo, aún hasta el día de hoy.
Los apóstoles y otros santos, que en total eran cerca de 120, se reunieron en un solo lugar y esperaban al Consolador que Jesús prometió enviarles cuando ascendió al cielo. Les ordenó que esperaran en Jerusalem para Su venida, es decir, la venida del Consolador, el Espíritu Santo.
Mientras esperaban allí, Él vino y con su venida hubo algunas señales milagrosas y maravillas. La primera indicación fue un estruendo del cielo como de un viento recio que soplaba. Vino con tanta fuerza que “hinchió toda la casa.” Entonces “se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, que se asentó sobre cada uno de ellos.” Y las Escrituras dicen, “Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, como el Espíritu les daba que hablasen” (Hechos 2:4).
Este único incidente marca uno de los eventos más insólitos y uno de los más controvertidos en la historia religiosa. Aunque la Escritura es muy clara, algunas personas religiosas y no religiosas aún están tratando de interpretar su verdadero significado y su relevancia para los creyentes cristianos de hoy.
Este evento causó un gran revuelo en Jerusalem el día en que sucedió. Para un espectador, probablemente se parecía a un desorden de fanáticos, pero había un cierto orden y significado para todo el aparente caos. Aquellos involucrados actuaban como personas bajo la influencia del alcohol, excepto por el hecho de que hablaban con fluidez en idiomas que no les eran familiares a ellos, pero que fueron entendidos por algunos de los que provenían de provincias alejadas de Jerusalem. Probablemente pocos de los apóstoles y santos en Jerusalem habían estado en estas provincias, e incluso si hubiesen estado en las provincias, no estaban familiarizados con los idiomas lo suficientemente como para hablar tan fluido como lo hicieron en esta inusual visita del Espíritu en el Pentecostés. Esos extranjeros observaron que aquellos involucrados hablaban claramente sobre las maravillosas obras de Dios en idiomas que los que hablaban no conocían.
Una explicación era apropiada, y fue en este punto cuando el Espíritu se movió sobre el apóstol Pedro que se levantó en medio de los otros once apóstoles y los santos de Jerusalem para declarar, “Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó su voz, y hablóles diciendo: Varones Judíos, y todos los que habitáis en Jerusalem, esto os sea notorio, y oíd mis palabras. Porque éstos no están borrachos, como vosotros pensáis, siendo la hora tercia del día; mas esto es lo que fué dicho por el profeta Joel: Y será en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; y vuestros mancebos verán visiones, y vuestros viejos soñarán sueños: Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán” (Hechos 2:14-18).
Un pasaje casi idéntico se encuentra en el Antiguo Testamento (Joel 2:28). Este es uno de los eventos más malinterpretados en las Escrituras, pero es uno que está cautivando el interés de las personas de todo el mundo. Varios individuos y grupos definen y aceptan sus propias interpretaciones, a menudo usando solo pasajes selectos de la Biblia que parecen respaldar una interpretación particular. Esta es la causa de malentendidos y confusiones, porque podría haber unidad de creencia y práctica en esto si todos los que estamos involucrados tomamos la interpretación bíblica completa, dividiendo correctamente las Escrituras, de modo que no exista conflicto bíblico. Tomándolo de esta manera hay apoyo bíblico en todos los aspectos de esto, y puede ser entendida en su relación con las obras de la gracia en el creyente, su función como un don de Dios, y los dones particulares que funcionan a través del Espíritu.
Es evidente en la Biblia que este derramamiento del Espíritu no fue la primera operación del Espíritu en el mundo. Él es parte de la divina Trinidad lo cual es evidente desde la creación. Su poder e influencia en esta capacidad se registra en muchas instancias en el Antiguo Testamento.
Pero el derramamiento del Espíritu en el Pentecostés marcó una nueva relación entre el Espíritu y el creyente. Sí, Él está en el creyente en la conversión. La Trinidad no está separada de ninguna obra de la gracia o ningún don de Dios. En esencia, no están separados, pero funcionalmente uno puede ser realzado sobre los otros dos. Por ejemplo, cuando Cristo entra en el corazón de una persona en la conversión, decimos que la persona ha recibido a Cristo como Salvador y Señor. Pero eso no significa que el Padre y el Espíritu Santo no están allí también. Lo están, pero el énfasis es que la persona que ha sido salva, o sea convertido, o nacido de nuevo–todo significa lo mismo–ha recibido la salvación del pecado por virtud de la sangre de Cristo derramada en la cruz del Calvario.
Que el bautismo del Espíritu Santo es una nueva relación del Espíritu en el creyente que recibe después de la conversión, queda aclarado por una serie de pasajes del Nuevo Testamento.
Considere, por ejemplo, el anuncio de Juan el Bautista a sus discípulos. Estos ya eran convertidos por la fe en Dios después de haberse arrepentido de sus pecados cuando Juan les había predicado. Obviamente no habían sido bautizados por el Espíritu Santo porque Juan les dijo en Mateo 3:11, “Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; mas el que viene tras mí, más poderoso es que yo; los zapatos del cual yo no soy digno de llevar; él os bautizará en Espíritu Santo y en fuego.” Aquí está claro que estos discípulos de Juan fueron convertidos, y también está claro que aún no habían sido bautizados con el Espíritu Santo. No hay evidencia en el Nuevo Testamento de que hubiera alguien que hubiese recibido esta experiencia, con la excepción de Jesús y Juan el Bautista, quienes tuvieron la llenura del Espíritu desde el nacimiento en virtud de sus llamamientos especiales.
Incluso los discípulos de Jesucristo no tuvieron el bautismo del Espíritu hasta el Pentecostés. Jesús, en el capítulo 14 de Juan, estaba explicando la venida del Espíritu Santo a Sus discípulos. Él les dijo que después de ascender al cielo, les enviaría el Consolador, y ellos esperaron en Jerusalem hasta que vino. En los versículos 16 y 17 Jesús les dijo: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: Al Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce: mas vosotros le conocéis; porque está con vosotros, y será en vosotros.” Este pasaje no está en desacuerdo con la verdad de que el Espíritu mora en el creyente desde la conversión, pero el énfasis aquí es que vendría a ellos en una nueva relación en el Pentecostés, lo cual lo hizo. En ningún otro evento o situación en su experiencia de salvación respondieron de la manera que lo hicieron en el Pentecostés. En ningún otro momento habían estado tan bajo la influencia del Espíritu que actuaron como hombres ebrios y hablaban fluidamente idiomas que no habían aprendido. Definitivamente fue una nueva relación en el Espíritu. Fue un bautismo como Juan dijo que sería y eso después de la conversión. Fue una llenura interior como Jesús dijo que sería, una que nunca habían tenido, aunque ya eran convertidos.
Hablar del bautismo del Espíritu Santo como “la segunda obra de la gracia,” o “el segundo bautismo,” es estropear las Escrituras. Hay mucha evidencia para explicar la obra de la gracia en el creyente. Uno de los más concisos y puntuales es 1 Juan 1:9 en el cual Juan escribe, “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para que nos perdone nuestros pecados, y nos limpie de toda maldad.” Note las dos distintas operaciones de la gracia. Es la limpieza de la naturaleza Adámica que todos heredamos de Adam. Uno no es perdonado por esto, porque uno no tuvo nada que ver con que esté allí. Entonces, hay dos obras distintas de la gracia. Ambos pueden suceder en el momento en que uno se acerca a Dios en la conversión. No es necesario que haya un factor de tiempo entre estos, pero estos son dos obras distintas u operaciones de la gracia.
El bautismo del Espíritu Santo, sin embargo, no es una obra de la gracia. No es necesario que haya una subsecuente obra de la gracia en el corazón del creyente después de la conversión y la limpieza, o la santificación, porque mediante esta operación el creyente es perdonado y limpiado. El bautismo del Espíritu Santo es un don de Dios, un revestimiento de poder para el servicio.
Uno no recibe el bautismo del Espíritu Santo hasta que su templo sea limpiado de la naturaleza Adámica, santificado y listo para Él. El apóstol Pablo escribió en 1 Corintios 3:16, 17 “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno violare el templo de Dios, Dios destruirá al tal: porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.”
Ignorar el hecho de que limpiar el templo, sacar el mundo, y crucificar la naturaleza Adámica a través de la obra de la sangre de Cristo en la santificación ha sido causa de mucha confusión y frustración en el movimiento Pentecostal–carismático moderno. Hay muchas imitaciones, pero solo hay un verdadero bautismo del Espíritu Santo, y este todavía es ese que se recibió en el Pentecostés y luego en otras experiencias del Nuevo Testamento entre los creyentes. Siempre fue y todavía sigue evidenciándose inicialmente hablando en lenguas como el Espíritu da que hablen. Hay mucho más que las lenguas, pero ignorar y rechazar la evidencia inicial de la nueva experiencia y la relación en el Espíritu es comenzar confundido y sin bases escriturales.
Lo más grande que el diablo puede hacer hoy ante el poderoso movimiento mundial del Espíritu de Dios es confundir y obstruir a aquellos que se sienten atraídos por él. La escritura es muy clara en esto, pero los hombres, por sus propios esfuerzos intelectuales, han confundido a muchos con sus propias interpretaciones y evaluaciones. Ellos no han cambiado la verdad, no obstante, porque la Palabra de Dios lo deja en claro. ¿Ha recibido esta experiencia desde que se convirtió? Si no, todavía hay algo vital y gratificante para usted en el Espíritu. Lo desafío a que le pida a Dios este regalo que Él ya ha guardado para usted.
Fue el día exacto del Pentecostés en Jerusalem. Después de muchos días de anticipación y preparación para esta especial celebración anual del día tan importante para los judíos, un gran número de ellos se habían reunido en Jerusalem desde muchas provincias distantes, además de todos los judíos devotos que vivían en Jerusalem en ese tiempo.
Durante la celebración de este día festivo hubo un evento que tuvo lugar que sorprende a los hombres de todo el mundo, aún hasta el día de hoy.
Los apóstoles y otros santos, que en total eran cerca de 120, se reunieron en un solo lugar y esperaban al Consolador que Jesús prometió enviarles cuando ascendió al cielo. Les ordenó que esperaran en Jerusalem para Su venida, es decir, la venida del Consolador, el Espíritu Santo.
Mientras esperaban allí, Él vino y con su venida hubo algunas señales milagrosas y maravillas. La primera indicación fue un estruendo del cielo como de un viento recio que soplaba. Vino con tanta fuerza que “hinchió toda la casa.” Entonces “se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, que se asentó sobre cada uno de ellos.” Y las Escrituras dicen, “Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, como el Espíritu les daba que hablasen” (Hechos 2:4).
Este único incidente marca uno de los eventos más insólitos y uno de los más controvertidos en la historia religiosa. Aunque la Escritura es muy clara, algunas personas religiosas y no religiosas aún están tratando de interpretar su verdadero significado y su relevancia para los creyentes cristianos de hoy.
Este evento causó un gran revuelo en Jerusalem el día en que sucedió. Para un espectador, probablemente se parecía a un desorden de fanáticos, pero había un cierto orden y significado para todo el aparente caos. Aquellos involucrados actuaban como personas bajo la influencia del alcohol, excepto por el hecho de que hablaban con fluidez en idiomas que no les eran familiares a ellos, pero que fueron entendidos por algunos de los que provenían de provincias alejadas de Jerusalem. Probablemente pocos de los apóstoles y santos en Jerusalem habían estado en estas provincias, e incluso si hubiesen estado en las provincias, no estaban familiarizados con los idiomas lo suficientemente como para hablar tan fluido como lo hicieron en esta inusual visita del Espíritu en el Pentecostés. Esos extranjeros observaron que aquellos involucrados hablaban claramente sobre las maravillosas obras de Dios en idiomas que los que hablaban no conocían.
Una explicación era apropiada, y fue en este punto cuando el Espíritu se movió sobre el apóstol Pedro que se levantó en medio de los otros once apóstoles y los santos de Jerusalem para declarar, “Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó su voz, y hablóles diciendo: Varones Judíos, y todos los que habitáis en Jerusalem, esto os sea notorio, y oíd mis palabras. Porque éstos no están borrachos, como vosotros pensáis, siendo la hora tercia del día; mas esto es lo que fué dicho por el profeta Joel: Y será en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; y vuestros mancebos verán visiones, y vuestros viejos soñarán sueños: Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán” (Hechos 2:14-18).
Un pasaje casi idéntico se encuentra en el Antiguo Testamento (Joel 2:28). Este es uno de los eventos más malinterpretados en las Escrituras, pero es uno que está cautivando el interés de las personas de todo el mundo. Varios individuos y grupos definen y aceptan sus propias interpretaciones, a menudo usando solo pasajes selectos de la Biblia que parecen respaldar una interpretación particular. Esta es la causa de malentendidos y confusiones, porque podría haber unidad de creencia y práctica en esto si todos los que estamos involucrados tomamos la interpretación bíblica completa, dividiendo correctamente las Escrituras, de modo que no exista conflicto bíblico. Tomándolo de esta manera hay apoyo bíblico en todos los aspectos de esto, y puede ser entendida en su relación con las obras de la gracia en el creyente, su función como un don de Dios, y los dones particulares que funcionan a través del Espíritu.
Es evidente en la Biblia que este derramamiento del Espíritu no fue la primera operación del Espíritu en el mundo. Él es parte de la divina Trinidad lo cual es evidente desde la creación. Su poder e influencia en esta capacidad se registra en muchas instancias en el Antiguo Testamento.
Pero el derramamiento del Espíritu en el Pentecostés marcó una nueva relación entre el Espíritu y el creyente. Sí, Él está en el creyente en la conversión. La Trinidad no está separada de ninguna obra de la gracia o ningún don de Dios. En esencia, no están separados, pero funcionalmente uno puede ser realzado sobre los otros dos. Por ejemplo, cuando Cristo entra en el corazón de una persona en la conversión, decimos que la persona ha recibido a Cristo como Salvador y Señor. Pero eso no significa que el Padre y el Espíritu Santo no están allí también. Lo están, pero el énfasis es que la persona que ha sido salva, o sea convertido, o nacido de nuevo–todo significa lo mismo–ha recibido la salvación del pecado por virtud de la sangre de Cristo derramada en la cruz del Calvario.
Que el bautismo del Espíritu Santo es una nueva relación del Espíritu en el creyente que recibe después de la conversión, queda aclarado por una serie de pasajes del Nuevo Testamento.
Considere, por ejemplo, el anuncio de Juan el Bautista a sus discípulos. Estos ya eran convertidos por la fe en Dios después de haberse arrepentido de sus pecados cuando Juan les había predicado. Obviamente no habían sido bautizados por el Espíritu Santo porque Juan les dijo en Mateo 3:11, “Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; mas el que viene tras mí, más poderoso es que yo; los zapatos del cual yo no soy digno de llevar; él os bautizará en Espíritu Santo y en fuego.” Aquí está claro que estos discípulos de Juan fueron convertidos, y también está claro que aún no habían sido bautizados con el Espíritu Santo. No hay evidencia en el Nuevo Testamento de que hubiera alguien que hubiese recibido esta experiencia, con la excepción de Jesús y Juan el Bautista, quienes tuvieron la llenura del Espíritu desde el nacimiento en virtud de sus llamamientos especiales.
Incluso los discípulos de Jesucristo no tuvieron el bautismo del Espíritu hasta el Pentecostés. Jesús, en el capítulo 14 de Juan, estaba explicando la venida del Espíritu Santo a Sus discípulos. Él les dijo que después de ascender al cielo, les enviaría el Consolador, y ellos esperaron en Jerusalem hasta que vino. En los versículos 16 y 17 Jesús les dijo: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: Al Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce: mas vosotros le conocéis; porque está con vosotros, y será en vosotros.” Este pasaje no está en desacuerdo con la verdad de que el Espíritu mora en el creyente desde la conversión, pero el énfasis aquí es que vendría a ellos en una nueva relación en el Pentecostés, lo cual lo hizo. En ningún otro evento o situación en su experiencia de salvación respondieron de la manera que lo hicieron en el Pentecostés. En ningún otro momento habían estado tan bajo la influencia del Espíritu que actuaron como hombres ebrios y hablaban fluidamente idiomas que no habían aprendido. Definitivamente fue una nueva relación en el Espíritu. Fue un bautismo como Juan dijo que sería y eso después de la conversión. Fue una llenura interior como Jesús dijo que sería, una que nunca habían tenido, aunque ya eran convertidos.
Hablar del bautismo del Espíritu Santo como “la segunda obra de la gracia,” o “el segundo bautismo,” es estropear las Escrituras. Hay mucha evidencia para explicar la obra de la gracia en el creyente. Uno de los más concisos y puntuales es 1 Juan 1:9 en el cual Juan escribe, “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para que nos perdone nuestros pecados, y nos limpie de toda maldad.” Note las dos distintas operaciones de la gracia. Es la limpieza de la naturaleza Adámica que todos heredamos de Adam. Uno no es perdonado por esto, porque uno no tuvo nada que ver con que esté allí. Entonces, hay dos obras distintas de la gracia. Ambos pueden suceder en el momento en que uno se acerca a Dios en la conversión. No es necesario que haya un factor de tiempo entre estos, pero estos son dos obras distintas u operaciones de la gracia.
El bautismo del Espíritu Santo, sin embargo, no es una obra de la gracia. No es necesario que haya una subsecuente obra de la gracia en el corazón del creyente después de la conversión y la limpieza, o la santificación, porque mediante esta operación el creyente es perdonado y limpiado. El bautismo del Espíritu Santo es un don de Dios, un revestimiento de poder para el servicio.
Uno no recibe el bautismo del Espíritu Santo hasta que su templo sea limpiado de la naturaleza Adámica, santificado y listo para Él. El apóstol Pablo escribió en 1 Corintios 3:16, 17 “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno violare el templo de Dios, Dios destruirá al tal: porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.”
Ignorar el hecho de que limpiar el templo, sacar el mundo, y crucificar la naturaleza Adámica a través de la obra de la sangre de Cristo en la santificación ha sido causa de mucha confusión y frustración en el movimiento Pentecostal–carismático moderno. Hay muchas imitaciones, pero solo hay un verdadero bautismo del Espíritu Santo, y este todavía es ese que se recibió en el Pentecostés y luego en otras experiencias del Nuevo Testamento entre los creyentes. Siempre fue y todavía sigue evidenciándose inicialmente hablando en lenguas como el Espíritu da que hablen. Hay mucho más que las lenguas, pero ignorar y rechazar la evidencia inicial de la nueva experiencia y la relación en el Espíritu es comenzar confundido y sin bases escriturales.
Lo más grande que el diablo puede hacer hoy ante el poderoso movimiento mundial del Espíritu de Dios es confundir y obstruir a aquellos que se sienten atraídos por él. La escritura es muy clara en esto, pero los hombres, por sus propios esfuerzos intelectuales, han confundido a muchos con sus propias interpretaciones y evaluaciones. Ellos no han cambiado la verdad, no obstante, porque la Palabra de Dios lo deja en claro. ¿Ha recibido esta experiencia desde que se convirtió? Si no, todavía hay algo vital y gratificante para usted en el Espíritu. Lo desafío a que le pida a Dios este regalo que Él ya ha guardado para usted.
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