miércoles, 15 de agosto de 2018

DIVISIÓN Y UNIDAD

Robert Liepe – Jonesboro, AR

La división se define como: 1. El acto de dividir o estado de estar dividido; 2. Algo que divide o separa; 3. Desacuerdo; disensión.

“Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete abomina su alma: El testigo falso que habla mentiras, y el que enciende rencillas entre los hermanos. (Pr. 6:16, 19). “Porque todavía sois carnales: pues habiendo entre vosotros celos, y contiendas, y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres? 1 Co. 3:3). Está claro que solamente por estas dos escrituras que las divisiones y discordias muestran la carnalidad, y el no andar en el Espíritu. Dios lo abomina, lo aborrece y lo condena. Estas divisiones y desacuerdos ocurren cuando la envidia y la contienda entran en los corazones de los hermanos. “Pero si tenéis envidia amarga y contención en vuestros corazones, no os gloriéis, ni seáis mentirosos contra la verdad: Que esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrena, animal, diabólica. Porque donde hay envidia y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa” (Santiago 3:14-16). La envidia y la contienda no se detienen en la envidia y la contienda, sino incrementan más y más la impiedad, como un deseo insaciable que no puede ser satisfecho. Puede destruir amistades, familias e iglesias enteras si no se llevan bajo la sangre de Cristo. “Y si algún reino contra sí mismo fuere dividido, no puede permanecer el tal reino. Y si alguna casa fuere dividida contra sí misma, no puede permanecer la tal casa” (Mr. 3:24, 25). Esto puede suceder por dos razones, 1. La incapacidad de ver de la misma forma; 2. Hablar demasiado con los demás.

A.J. Tomlinson abordó este problema en la 8va Asamblea: “Es fácil hablar. Debemos aprender a soportar la dureza como buenos soldados de Jesucristo. Uno de nuestros principales deberes es gobernar nuestros propios espíritus y no hablar tanto. El que se enseñorea de su espíritu es mejor que el que toma una ciudad. La división es causada por alguien con la lengua demasiado larga. Toda la división que ha llegado durante esta convención ha sido causada por hablar demasiado en una conversación privada. Nuestros propios ministros han sido culpables de esto… Algunos de nuestros ministros han salido y han luchado valientemente por el Señor, pero han sido seguidos por algunos que han traído división al discutir temas sin importancia. Algunos de nuestros ministros se han opuesto al trabajo instituido por otros. Queremos establecernos de tal manera que podamos trabajar en una armonía tal que, al igual que Pablo y Apolo, uno pueda plantar y el otro regar las tiernas plantas hasta que Dios pueda dar el crecimiento… Debemos tener la salvación en nuestras mentes… Un verdadero soldado valiente es aquel que toma una posición en contra de su propia voluntad y pone su mano sobre su boca como lo hizo Job, ‘Una vez hablé, y no responderé: Aun dos veces, mas no tornaré a hablar.’ Estas divisiones surgen en la ligereza y la conversación frívola alrededor de la chimenea y mientras caminan a lo largo de la calle el uno con el otro. Queremos hacer campaña en contra de algo, pero debemos hacer campaña de lo correcto. Vamos a hacer campaña de algo que impulse el trabajo de Dios y de aquello que mantendrá a los hombres y mujeres alejados del infierno. Sea celoso de la verdad, pero tenemos que aprender a hablar sabiamente como hombres de Dios y en el momento apropiado. Pablo dijo: ‘Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen.’ Nuestras mentes deben estar llenas de cosas que harán progresar el Reino de Cristo y no traer divisiones entre el pueblo de Dios.

“La división es causada por la incapacidad de ver de la misma forma. Cuando dos hombres están divididos uno o el otro está equivocado, o tal vez ambos. Criticar las cosas y estar en desacuerdo es una demostración de ignorancia. Todos los que están en lo correcto estarán de acuerdo. Si amamos a nuestro hermano que tiene la culpa, no hablaremos de él y simplemente lo amaremos. La mejor forma de que algo se termine es dejar de hablar de ello. No podemos permitir que las divisiones vengan a nosotros. Debemos tener unidad, un verdadero amor por la verdad. Si no podemos ver las cosas de la misma manera, humillémonos ante Dios y veamos quién tiene la razón… Es hora de desechar nuestras ideas y opiniones fuera de lugar y obtengamos la mente de Dios. Cuando Jesús se puso de pie delante de Pilato, Su juicio fue quitado en Su humillación, y Pilato era el insensato. A veces sería mejor para nosotros no abrir la boca, ¿De qué sirve criticar los asuntos triviales? El ministro (y el miembro) que critican y buscan los defectos de unos y otros en conversaciones privadas, me hacen pensar que han abandonado la lucha contra el gran enemigo… Las pequeñas corrientes y divisiones deben estar cubiertas con una marea alta de cosas más grandes. Debemos permanecer unidos… Mirar las cosas más importantes que salvarán las almas. No juzgar la carne y la bebida (las cosas carnales) … Se necesita hoy un grupo de hombres fuertes que caigan sobre sus rostros ante Dios en lugar de pelear y criticar sobre asuntos sin valor. Vamos a vaciarnos de nuestra sabiduría y obtengamos la sabiduría de Dios.”

La unidad se define como: 1. El estado de estar unidos, unidad; 2. El estado de estar reunidos con otros en uno. 3. Concordia, armonía o acuerdo.

“Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos. Para que todos sean una cosa; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean en nosotros una cosa: para que el mundo crea que tú me enviaste” (Juan 17:20, 21). “Y él mismo dió unos, ciertamente apóstoles; y otros, profetas; y otros, evangelistas; y otros, pastores y doctores; para perfección de los santos, para la obra del ministerio, para edificación del cuerpo de Cristo; hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios a un varón perfecto, a la medida de la edad de la plenitud de Cristo” (Ef. 4:11-13). La unidad es agradable a Dios, y revela al mundo que Dios está en nosotros. Se pueden hacer muchas analogías sobre la unidad, pero un ejemplo es un banco de peces, hay muchos peces, pero solo un banco (un cuerpo), y todos se mueven juntos como un gran pez. Hay dulzura en la unidad que las palabras no pueden describir (Sal. 133:1). Puede lograr grandes cosas. Incluso cuando los hombres fueron en contra de la voluntad de Dios y moraron en las llanuras de Shinar y comenzaron a construir una torre hacia el cielo, Dios reconoció que nada los apartaría de hacer lo que ellos imaginaron. (Gn. 11:1-6). Efesios 4:4-6 habla de una unidad de 7 dobleces en la iglesia; un cuerpo, un Espíritu, una esperanza, un Señor, una fe, un bautismo, y un Padre de todos. El mundo dice que tal unidad no puede existir en esta tierra, pero la Biblia dice lo contrario. “¡Voz de tus atalayas! Alzarán la voz, juntamente darán voces de júbilo; porque ojo a ojo verán que Jehová vuelve a traer a Sión” (Is. 52:8). Notarás que, en este versículo, la palabra “vuelve” es usada. La última vez que es mencionada la palabra “vuelve” dice, “que Jehová vuelve a traer a Sion.” Esto se refiere a la Iglesia de los últimos días, mostrada por la palabra “vuelve” La iglesia fue establecida hace muchos años, entró en la oscuridad y fue traída otra vez a la luz. Entonces cuando Dios haga esto (vuelve a traer a Sión), las otras tres palabras “alzarán, darán, verán” sucederá también. Será una realidad, aun si el mundo dice lo contrario.

Entonces, ahora llegamos a una importante pregunta, “¿Son la división y la unidad recíprocamente exclusivistas? Nuevamente, veamos la Palabra de Dios. “¿Pensáis que he venido a la tierra a dar paz? No, os digo; mas disensión. Porque estarán de aquí adelante cinco en una casa divididos; tres contra dos, y dos contra tres” (Lucas 12:51, 52). ¿Acaso trajo Jesús la división? Jesús hizo siempre esas cosas que agradaban al Padre, pero la palabra también dice, “Así que había disensión entre la gente acerca de él” (Juan 7:43). “Y volvió a haber disensión entre los Judíos por estas palabras” (Juan 10:19). Él NO estaba sembrando discordia, sino que habló la verdad, y la verdad, por su propia naturaleza, separa la realidad de la ficción. Algunas personas le creyeron y otros no, ahí es donde estaba la división. El propósito de la doctrina es reafirmar o exaltar La Palabra de Dios, lo que promoverá la unidad entre quienes la aceptan. La doctrina exalta la Palabra de Dios, revela la voluntad de Dios y la Palabra de Dios no cambia. También separa o divide la verdad del error, el bien del mal, y causa división entre el pío y el impío, el justo y el injusto. “No os juntéis en yugo con los infieles: porque ¿qué compañía tiene la justicia con la injusticia? ¿y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el fiel con el infiel? ¿Y qué concierto el templo de Dios con los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré en ellos; y seré el Dios de ellos, y ellos serán mi pueblo. Por lo cual salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré a vosotros Padre, y vosotros me seréis a mí hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso” (2 Co. 6:14-18). Aun desde el comienzo de la creación Dios separó la luz de las tinieblas. Él ha establecido límites en todo desde el comienzo de los tiempos para tener orden en el universo. La división en los lugares correctos preserva ese orden y promueve la unidad. La verdadera unidad bíblica no está con toda la humanidad, ni con todos los denominacionales con sus múltiples doctrinas establecidas, sino que está con Dios y con todos aquellos que lo seguirán y lo obedecerán. “¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de concierto?” (Amós 3:3). El plan de Dios para todos sus hijos es estar en unidad, estar unidos en un solo cuerpo, bajo solamente un gobierno, pero eso requiere que nos separemos de las falsas doctrinas, de los credos hechos por el hombre y del pecado que nos divide y nos separa de Dios y de los demás.

¿Cómo conseguiremos esta división en los lugares correctos por el bien de la unidad? Dos cosas son necesarias. Ante todo, “Que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina” (2 Ti. 4:2). Tenemos que predicar la Palabra, no solamente con nuestras palabras, sino también con nuestra conducta. Se necesita comenzar con el ministerio. ¿Cómo podemos esperar que la membresía lo haga si no somos ejemplos? En segundo lugar, “Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, obrando con ellos el Señor, y confirmando la palabra con las señales que se seguían. Amén” (Marcos 16:20). Necesitamos que el Espíritu Santo esté con nosotros. Él confirmará la Palabra de alguna manera. Puede que no sea de inmediato, pero esas señales seguirán. Estas dos cosas son todo lo que necesitamos. De hecho, nada más funcionará. Podemos ver un ejemplo de esto en el libro de Ezequiel capítulo 37 en el valle de los huesos secos. Cuando la Palabra fue predicada Y el Espíritu se movió en ellos, solo entonces se convirtieron en un ejército grande en extremo. Nuestra ideas y opiniones solo traerán división y confusión, pero la Palabra de Dios correctamente dividida con la unción del Espíritu Santo traerá unidad entre el pueblo de Dios.

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