Stephen E.
Smith Supervisor
General de La Iglesia de Dios
Una piedra simplemente es una roca, una pieza pequeña
de la gran roca que llamamos Tierra. Estas pueden ser molestia para los
jardineros, y tiene que ser quitadas a fin de sembrar la semilla. Para los que
construyen autopistas, las piedras grandes son un impedimento que tiene que ser
quitadas para poder hacer una carretera liza y fácil de viajar. Sin embargo,
mientras que las rocas a veces presentan en nuestras vidas dificultades
similares, también sirven muchos propósitos importantes y útiles. Las casas
hechas de piedra son mucho más duraderas que las que son de madera. Las piedras
hacen buenas fortalezas y paredes de defensa para las ciudades. Cierto
pastorcillo también nos diría que una piedra liza puede ser útil en una honda
para derrotar a Goliat. Las rocas y las piedras han producido muchas
expresiones idiomáticas significativas, tales como: Sólida como una roca;
Piedra movediza, nunca moho la cobija; Entre la espada y la pared; Matar dos pájaros
de un tiro (o una piedra); A solo un tiro de piedra; No dejaremos roca sin
voltear; El que vive en casas de cristal no deberá tirar piedras.
La Palabra de Dios tiene mucho que decir también de
las piedras. He aquí unas declaraciones bien conocidas: “Y levantóse Jacob de mañana, y tomó la
piedra que había puesto de cabecera, y alzóla por título, y derramó aceite encima
de ella” (Gn. 28:18). Y como perseverasen preguntándole,
enderezóse, y díjoles: El que de vosotros esté sin pecado, arroje contra ella
la piedra el primero” (Jn.
8:7). “Entonces él
será por santuario; mas á las dos casas de Israel por piedra para tropezar, y
por tropezadero para caer, y por lazo y por red al morador de Jerusalem” (Is. 8:14). “…La piedra que desecharon los que edificaban, Esta es
puesta por cabeza de esquina” (Mr.
12:10).
Casi todos los miembros de la Iglesia de Dios conocen
la declaración de Jesús que el hombre sabio edificó su casa sobre la roca, y
conocen aun mejor Su declaración, “sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mt. 16:18).
Otra declaración famosa de nuestro Salvador es aquella
sobre la cual descansa el titulo de este mensaje, “Y él respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos
callaren, las piedras clamarán” (Lc.
19:40). La ocasión de la declaración de Jesús fue Su “entrada triunfante” a
Jerusalén pocos días antes de Su crucifixión. La gente estaba reunida, alabándolo
mientras Él entraba a la cuidad. Los fariseos, que aborrecían y despreciaban
esta demostración de adoración, urgieron a Jesús para que reprendiera a Sus
discípulos y mandase que cesen de alabar. En vez de callar a la multitud Jesús
les dijo a los fariseos que si la gente dejara de alabarlo, las piedras
inmediatamente clamarían.
Mientras que algunos suponen que la declaración de Jesús
concerniente a las piedras clamar solamente era proverbial, parece que Jesús en
verdad estaba declarando que estas alabanzas al Hijo de Dios tienen que
brindarse y que si la gente calla, las mismas piedras literalmente clamarán.
Aunque tal acontecimiento parece imposible para nosotros, debemos recordar que
en una ocasión una serpiente le habló a Eva en el Jardín del Edén, y un asno le
habló al falso profeta Balaam. Estos no son acontecimientos normales pero Dios puede
usar cualquier instrumento que Él escoja para cumplir Sus propósitos. Si Él
quiere que una piedra hable, ¡nada impedirá que esto ocurra!
Incluso si Dios escoge no darle una voz literal a las
piedras, todavía pueden ser usadas para hablar o “clamar” un mensaje al mundo.
De hecho, en el mismo momento que Jesús murió sobre la cruz se nos informa que “…la tierra tembló, y las piedras se
hendieron” (Mt. 27:51). Mientras los
hombres maldecían, ultrajaban y hablaban mal en contra de nuestro Salvador
cuando estaba muriendo sobre la cruz, la tierra misma gemía bajo el terrible
peso del
Hijo de Dios sufrir en Gólgota. La tierra tembló y las
piedras se hendieron, inmediatamente haciendo su declaración que verdaderamente
este era el Hijo de Dios que moría por los pecados del mundo.
Sin duda alguna, Dios ha escogido usar piedras para
trasmitir Su mensaje al mundo. La Biblia nos habla de Jacob, que usó una piedra
para hacer un pilar y sirviese como un recordatorio de su sueño respecto a “la casa de Dios y…puerta del cielo”. Moisés erigió piedras de memoria al cruzar el
Mar Bermejo, y Josué estableció piedras al cruzar el Rio Jordán para que cuando
los hijos preguntaran, “¿Qué os significan estas piedras?” pudieran testificarles de las obras milagrosas de Dios
en el pasado, de esta manera animando a sus hijos a tener fe en Dios. Dios
también ha endosado la inscripción de Su mensaje divino en piedras. La primera
vez que se registra esto Dios Mismo escribió. ¡Los Diez Mandamientos fueron
inscritos en tablas de piedras por el dedo de Dios! Después, Él le dijo a Moisés
que cuando Israel entrara a la tierra prometida ellos debían poner “las bendiciones sobre el monte
Gerizim, y la maldición sobre el monte Ebal” (Dt. 11:29). Moisés le trasmitió estas instrucciones
al pueblo diciendo: “Y será que, el día que pasareis el Jordán á la tierra que Jehová tu
Dios te da, te has de levantar piedras grandes, las cuales revocarás con cal: Y
escribirás en ellas todas las palabras de esta ley, cuando hubieres pasado para
entrar en la tierra que Jehová tu Dios te da, tierra que fluye leche y miel,
como Jehová el Dios de tus padres te ha dicho” (Dt. 27:2, 3). Más tarde, encontramos que Josué fue
fiel para cumplir este mandamiento (cf. Josué 8:32-35).
Bajo inspiración de Dios el profeta Habacuc escribió, “Y Jehová me respondió, y dijo: Escribe
la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella. Aunque
la visión tardará aún por tiempo, mas al fin hablará, y no mentirá: aunque se
tardare, espéralo, que sin duda vendrá; no tardará” (Hab. 2:2, 3). Dios ha obrado milagros
abriendo puertas para La Iglesia de Dios en estos días postreros para escribir
la visión en tablas de piedra para que el mundo lo lea. Al momento de escribir
este mensaje se están haciendo los preparativos para poner una piedra de
granito en Israel, en el Monte Hatín, con la inscripción del establecimiento de
la Iglesia por Cristo, junto con el mensaje de la Bandera de la Verdad, y el
gran mandamiento de, “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. En el segundo avance divino, Dios nos ha permitido
patrocinar la Palabra escrita en piedra en la “Tumba del Huerto” en Israel. Las
inscripciones en estas tablas comunicarán la crucifixión, sepultura y
resurrección de nuestro Señor y
Salvador. Estas piedras ciertamente hablarán, ¡y
hablarán claramente a todos los que escuchen!
Solamente Dios conoce el poder de Su mensaje inscrito
en estas piedras. Únicamente Él verá las miles y miles de almas que pasarán
junto a estas piedras cada año y verá cómo reaccionan al mensaje. Él escudriñará
cada corazón y verá la reacción de ellos a Su Palabra. Los cristianos leerán el
mensaje de la Tumba del Huerto y se regocijarán en la salvación de nuestro Dios
que ya poseen, y serán inspirados a compartir el mensaje con otros.
Algunos pecadores leerán estas tablas y se irán,
habiendo rechazado el mensaje del evangelio. Pero otros, sin duda, darán sus
corazones a Cristo al leer Su Palabra y reflexionar sobre el Salvador
crucificado y resucitado. Leer el mensaje del Monte Hatín del establecimiento
de la Iglesia por Jesús inspirará a la gente a contactarse con nosotros para
preguntar del mensaje de Cristo y Su Iglesia. Confiamos que muchos de ellos
encontrarán el camino (y su lugar) al Cuerpo de Cristo.
Israel, cuya historia está llena de guerra y sangre,
pronto sufrirá otra gran batalla llamada Armagedón, solamente a 25 millas (40
kilómetros) al occidente y sur de nuestro monumento en el Monte Hatín. Antes de
esa batalla, gente de muchas razas y religiones leerán nuestra marca y serán
recordadas del gran mandamiento de Dios que nos amemos unos a otros. Nuestra
oración es que algunos de ellos acepten el amor de Dios y hagan planes para
abandonar este mundo de guerra. Cualquiera que sea la reacción, estas piedras
les hablarán a multitudes, llevándolos a Cristo y Su Iglesia. Tenemos el
mensaje más grande de todo el mundo y la gente de todas las naciones necesita oírlo.
Debemos sentirnos como Job, cuando desde su corazón él clamó, “¡Quién diese ahora que mis palabras
fuesen escritas! ¡Quién diese que se escribieran en un libro! ¡Que con cincel
de hierro y con plomo Fuesen en piedra esculpidas para siempre! Yo sé que mi
Redentor vive, Y al fin se levantará sobre el polvo” (Job 19:23-25).
¡Ruego que cada miembro de la Iglesia sea arrebatado
por el mismo espíritu que vino sobre Job! Que nuestro deseo sea escribir el
mensaje de nuestro Redentor en las piedras para un mensaje de 24 horas al día,
7 días a la semana para que el mundo lo lea. Dios ha prometido que si
escribimos el mensaje, hablará, no tardará. La visión es para una hora
concertada, y yo creo que nuestra generación es esa hora. Estimado pueblo
santo, únanse a nosotros en oración y únanse a nosotros en el apoyo económico
de esta gran obra. Todavía necesitamos casi $42,000 para completar el costo de
estos Proyectos de la Asociación de la Marca de la Iglesia de la Profecía.
Enero y febrero han sido designados como meses especiales para el recaudo de
fondos para cubrir los gastos de estos monumentos.
Estamos dependiendo de las ofrendas de las iglesias
locales y las contribuciones personales. Quizás algunas iglesias locales,
estados y naciones tengan fondos sobrantes que pudieran destinar a este gran
esfuerzo. Cualquier cosa que usted pueda hacer será valorada y ciertamente Dios
lo bendecirá a medida que ofrende. Asegúrese enviar sus fondos al Cuartel
General independiente de las ofrendas comunes de la AMIP. Sus contribuciones
deberán ser marcadas “Monte Hatín” para asegurar que sean apropiadas para estas
marcas.
Aunque Dios va a usar estas marcas para hablarles a
las multitudes, recordemos que la Palabra escrita en piedra tiene que ser
sostenida por la Palabra escrita en nuestros corazones y vivida en nuestras
vidas diarias. “Siendo
manifiesto que sois letra de Cristo administrada de nosotros, escrita no con
tinta, mas con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas
de carne del corazón” (2
Co. 3:3).
Juan el Bautista le dijo a su congregación que si
ellos no hacían frutos dignos de arrepentimiento, “…puede Dios, aun de estas piedras, levantar hijos á
Abraham” (Lc. 3:8). Dios
ha escrito Su Palabra en nuestros corazones, ahora seamos fieles para honrarlo
con una vida fiel, ¡no vaya a ser que Él nos reemplace con piedras!
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