El año era 1920 y A. J. Tomlinson, Supervisor General, animó a la Iglesia a amar y cuidar de sus jóvenes:
“Quisiera
por unos momentos compartir algunas palabras a favor de nuestros
jóvenes. Ellos están creciendo en nuestros medios y queremos mantenerlos
interesados en la Iglesia. Eventualmente ellos serán llamados a tomar
nuestros lugares y llevar la carga del trabajo de la Iglesia si el Señor
se tardare. ¿Y qué sería la Iglesia sin la vida y el fuego que los
jóvenes deposita en ella? Usualmente ellos están poseídos por el
espíritu de progresión. Ellos quieren ver las cosas moverse. Nunca están
contentos al correr en surcos viejos. Ellos quieren vida en la Escuela
Dominical. Ellos quieren vida en la reunión. Ellos quieren que se
demuestre el poder de Dios. A ellos les encanta sentir la gloria del
poder pentecostés.
Necesitamos a los jóvenes y no
podemos vivir sin ellos. Esto se aplica a los jóvenes casados como
también a los que no son casados. Queremos que sus vidas sean alegres.
No queremos que sus vidas sean sombrías. No queremos que se desanimen y
se sientan fríos y se vayan de la Iglesia. Queremos que sientan que la
Iglesia de Dios es el mejor lugar en el mundo para ellos. A fin de que
ellos sientan de esta manera es necesario que los más viejos los amen y
animen, y que nunca hagan o digan algo que tenga la tendencia de
alejarlos.
Una cierta iglesia con la cual estoy bien
familiarizado perdió casi todos sus jóvenes y como resultado la iglesia
hoy día casi desaparece. Sólo es asunto de tiempo hasta que llegue a ser
cosa del pasado. Ellos estaban a los extremos...a los jóvenes no se les
dio ninguna oportunidad para las relaciones sociales. No se les
permitió cantar, tener instrumentos musicales, ni tampoco mezclarse con
los jóvenes de otras iglesias...los más viejos los tenían atados e
intentaron hacer gente vieja de ellos mientras que aún eran joven.
Y
si ellos no estaban dispuestos a someterse a las demandas de los
miembros más viejos en este respecto, ellos eran excluidos. Tengo el
placer de saber que los miembros más viejos de la Iglesia de Dios no son
como estos que acabo de describir. Mas he temido que algunos de
nuestros jóvenes han sido heridos y alejados por algunos que han
sostenido opiniones extremas concerniente a las acciones y
comportamientos de los jóvenes...
No quisiera que
nuestros jóvenes fueran frívolos y superficiales y atolondrados y
mundanos e insensatos. Yo me opongo a esto; pero tampoco quisiera que
sean desanimados y alejados debido a que a veces ellos parecen ser muy
ligeros y sin valor...y no se comporten piadosos como a mí me gustaría
verlos. No me gusta que sean acusados de haber reincidido debido a que
no testifican cada vez que hay un servicio de testimonio, o debido a que
no participan en los cantos como siempre...Una pocas palabras de ánimo y
una mirada agradable y un amoroso saludo de mano quizás sea de
ayuda...cuando unas cuantas palabras de crítica o quejas a ellos quizás
los empuje al desánimo y a perder la esperanza hasta que en verdad ellos
sí caigan de nuevo al pecado y se conviertan en irresponsables y queden
en ruinas.
Intentemos animar a nuestros jóvenes y
ayudémosles y sufrámoslos un poco más...Los predicadores no deberán
predicarles a ellos...Vale más predicar el evangelio y orar por ellos, y
cuando termine el servicio vayan y salúdenles la mano y...ámenlos
mucho...
No puedes empujar a los jóvenes, tampoco a los más
viejos, para que sean buenos...Sí, debemos salvar a nuestros jóvenes
para la Iglesia, y yo creo que sí lo haremos...Son las ramitas joven y
tiernas que llevan el fruto, no obstante, estas ramitas tiernas tienen
que ser soportadas y alimentadas por el tronco y las ramas y los
pámpanos grandes. Por consiguiente, los que somos más viejos debemos
alegremente dar nuestro apoyo y fortaleza a la gente joven para que más
almas puedan ser salvas.
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