La evidencia bíblica del
bautismo
Hablar en lenguas es la
evidencia bíblica del bautismo del Espíritu Santo. Cuando Jesús estaba
instruyendo a sus discípulos acerca de la promesa del Espíritu Santo, les dijo:
"Empero cuando viniere el Consolador, el cual yo os
enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará
testimonio de mí."(Juan 15:26). Sus seguidores recibieron esta promesa el Día de
Pentecostés. Hechos 2:4 dice específicamente: "Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron
á hablar en otras lenguas, como el Espíritu les daba que hablasen.".
Cuando el mensaje del
Evangelio fue predicado primero a los gentiles por Simón Pedro, recibieron el
mensaje que se les dio, y hablaron en lenguas (Hechos 10).
El apóstol Pablo encontró
"ciertos discípulos" de Juan el Bautista en la ciudad de Éfeso, y les
preguntó si habían recibido el Espíritu Santo desde que habían creído. Ellos
respondieron diciendo que ni siquiera habían oído si había algún Espíritu
Santo. Pablo impuso sus manos sobre ellos, y ellos recibieron el Espíritu Santo
y hablaron en lenguas (Hechos 19:1-7).
De estos relatos bíblicos
podemos ver: (1) que el Espíritu Santo fue prometido por Cristo; (2) que cuando
el Espíritu Santo vino, Él testificaría de Cristo; (3) que la efusión inicial
del Espíritu Santo sobre los discípulos en el Día de Pentecostés fue acompañada
por la evidencia de hablar en lenguas; (4) que cuando los gentiles recibieron
el mensaje del Evangelio y aceptaron el bautismo del Espíritu Santo, hablaron
en lenguas; Y (5) que las personas bajo el ministerio de Pablo hablaban en
lenguas.
El Apóstol Pedro enfatizó la
profecía de Joel al afirmar que "Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos
los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare" (Hechos 2:39). Cuando Él entre, Él testificará
por Sí Mismo usando su aparato de habla, hablando a través de usted. Él le dará
una audacia santa y una alegría especial que nadie puede describir
adecuadamente.
La Obra de Oficio del Espíritu
Santo
Cuando el Espíritu Santo entra
en el templo del creyente para permanecer, Él realiza muchas funciones que
comúnmente se conocen como Su "trabajo de oficina". Estas funciones
incluyen las siguientes:
Él es un Consolador: " Y yo rogaré al
Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:... Mas el Consolador, el Espíritu Santo, al cual el Padre
enviará en mi nombre..."(Juan 14:16, 26). "Empero cuando viniere el Consolador, el cual yo os enviaré del Padre, el
Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio de mí." (Juan 15:26). Él conforta al creyente en tiempos de pérdida personal o
estrés. El griego original para "Consolador" significa "uno
llamado al lado para ayudar."
Es Maestro: "...él os enseñará todas las cosas, y os recordará todas
las cosas que os he dicho" (Juan 14:26). "Pero cuando viniere aquel Espíritu de verdad, él os
guiará á toda verdad; porque no hablará de sí mismo, sino que hablará todo lo
que oyere, y os hará saber las cosas que han de venir." (Juan 16:13). "Lo cual también hablamos, no con doctas palabras de
humana sabiduría, mas con doctrina del Espíritu..." (1 Corintios 2:13). Es el mismo Espíritu el
que nos enseña la Palabra de Dios. Él es el autor de la Palabra, y es el único
cualificado para interpretar o correctamente dividir la Palabra de la Verdad.
Él también nos mostrará cosas por venir y traerá todas las cosas a nuestro
recuerdo.
Él es una Guía: "...él os guiará á toda verdad..." (Juan 16:13). Él nos guiará a toda verdad,
ya verdades más profundas y llenas de la Palabra cuando estemos espiritualmente
maduros para recibirlas. También nos guía a través de las crisis en nuestras
vidas personales.
Él es el Revelador
de la Verdad: "Antes, como está escrito: Cosas que ojo no vió, ni
oreja oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que ha Dios preparado
para aquellos que le aman. Empero Dios nos lo reveló á
nosotros por el Espíritu: porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo
de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas
del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie
conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y
nosotros hemos recibido, no el espíritu del mundo, sino el Espíritu que es de
Dios, para que conozcamos lo que Dios nos ha dado; Lo
cual también hablamos, no con doctas palabras de humana sabiduría, mas con
doctrina del Espíritu, acomodando lo espiritual á lo espiritual. Mas
el hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le
son locura: y no las puede entender, porque se han de examinar espiritualmente.
Empero el espiritual juzga todas las cosas; mas él no es
juzgado de nadie. Porque ¿quién conoció la mente del
Señor? ¿quién le instruyó? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo. "(1 Corintios 2: 9-16) "Leyendo
lo cual podéis entender cuál sea mi inteligencia en el misterio de Cristo:
El cual misterio en los otros siglos no se dió á conocer á los
hijos de los hombres como ahora es revelado á sus santos apóstoles y profetas
en el Espíritu" (Efesios 3:4,5.) En el tiempo de Dios, el Espíritu Santo revela
cosas que antes eran secretas. Escondidos de "los sabios y los
prudentes" se revelan a su voluntad "a los niños".
Él es un
reprobador: "Y cuando él viniere redargüirá al mundo de pecado, y
de justicia, y de juicio: De pecado ciertamente, por
cuanto no creen en mí; Y de justicia, por cuanto voy al
Padre, y no me veréis más; Y de juicio, por cuanto el
príncipe de este mundo es juzgado" (Juan 16: 8-11). El vino a reprender al mundo
de pecado, de justicia y de juicio. Esta reprobación del Espíritu, o
convicción, atrae a los pecadores a Dios y mantiene al cristiano en el camino
correcto al convencerlo cuando es tentado por Satanás.
Él es nuestro intercesor
que mora en nosotros: "Y
asimismo también el Espíritu ayuda nuestra flaqueza: porque qué hemos de pedir
como conviene, no lo sabemos; sino que el mismo Espíritu pide por nosotros con
gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones,
sabe cuál es el intento del Espíritu, porque conforme á la voluntad de Dios,
demanda por los santos" (Romanos 8:26, 27). Él aboga por nuestra causa ante el Padre que
está en los cielos, y nos dirige en nuestra vida de oración.
Él es un Don de Dios y el
Dador de Dones Espirituales: Aunque el Espíritu Santo es Él mismo un don de
Dios (Hechos 2:38), Él también administra, opera y manifiesta "dones
espirituales" a través de individuos que Dios usa a Su voluntad. Estos
dones incluyen la palabra de sabiduría, la palabra de conocimiento, la fe, la
sanidades, la operación de milagros, la profecía, el discernimiento de
espíritus, diversos tipos de lenguas y la interpretación de lenguas. (Ver 1
Corintios 12 para más información sobre los dones espirituales del Espíritu
Santo.)
Conclusion
El Espíritu Santo
es muchas cosas para el creyente bautizado por el Espíritu. El bautismo del
Espíritu Santo, que es posterior al nuevo nacimiento y la santificación, está
disponible para cualquier santo que haya sido preparado para Su morada. Recibir
el bautismo del Espíritu Santo es tan simple como recibir cualquier otra
bendición espiritual: "Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se
os abrirá."
(Mateo 7:7). Estar llenos del Espíritu es un mandamiento de Cristo: "...Tomad el Espíritu Santo" (Juan 20:22), y Cristo ha hecho un camino para
que cada individuo lo reciba.
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