M. A. Tomlinson escribió en el Mensajero Ala Blanca fechado el 14 de
diciembre de 1968:
“Alguien ha dicho, ‘el amor es medido por los regalos
que se regalan y el sacrificio que se hace. ¡En esta luz, cuán grande
es el amor de Dios para con el mundo!’. ¡Cuán grande es realmente! Con razón el escritor del himno exclamó: ‘¡Amor Divino! ¡Todo amor excesivo: el gozo del cielo, a la tierra descendió!’.
Posiblemente
ningún versículo en toda la Escritura lo dice más maravillosamente, o
más apropiadamente que Juan 3:16–“Porque de tal manera amó Dios al
mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él
cree no se pierda, mas tenga vida eterna”.
Adam Clark, en su
comentario en Juan 3:16, ha escrito: ‘Tal amor como el que indujo a Dios
a dar a Su Hijo unigénito a morir por el mundo no se puede describir.
Jesucristo no lo intentó. Él ha puesto un significado eterno a la
partícula “TAL” y lo dejó propenso a la contemplación eterna, milagrosa,
y elogio, a los ángeles y a los hombres’.
Sí, aún Jesús Mismo
pudo sólo decir, ‘¡De tal manera amó Dios!’ ¡De TAL manera amó Dios que
ha DADO! ¿Y qué dio Él? No era como si Él tuviera a muchos hijos
unigénitos, y por lo tanto pudiera prescindir de uno de ellos. Él dio a
Su HIJO unigénito...
Por lo general pensamos del regalo de Dios de
Su Hijo como refiriéndonos a Su muerte en la Cruz. Y, por supuesto,
esto es cierto. Esta era la última meta en la mente de Dios para la
redención de Su pueblo. Pero en realidad el regalo fue enviado desde el
cielo a la tierra, como lo fue, en esa noche gloriosa cuando los ángeles
cantaron, ‘Gloria en las alturas a Dios, y en la
tierra paz, y a los hombres buena voluntad’. Antes que Él pudiera morir
por los hombres, Él tuvo que nacer como un hombre...Nunca nos olvidemos
que ese era un lugar frío en el cual el Salvador fue acomodado. No había
una comisión para darle la bienvenida, con excepción de los pastores
humildes que fueron muy determinados. Aunque Él vino a lo suyo, y nació
en la ciudad de Su padre David (según la carne), no había una habitación
en un lugar decente para Su madre dar a luz a Él. Pero el Padre que
está en los cielos, al ver esto, no lo arrebató a Él con ira porque Él
había sido recibido muy mal. ¿Por qué?
¡Porque
Él ‘DE TAL MANERA Amó al Mundo’! ¡Un mundo tan repugnante, pero tan
necesitado de un Salvador! ¡De tal manera amó Dios, aun así DE TAL
MANERA perdido en el pecado! Esto es de lo que se trata la historia de
Navidad. Este es el verdadero “regalo de Navidad”. No es el acebo y el
muérdago. No es oropel y árboles decorados. No es aún ángeles y Magos, a
menos que seamos capaces de invocar el Espíritu de Dios para llevar la
verdad y luz a los hogares de las almas hambrientas. Todas estas cosas
son sólo esfuerzos, a los más débiles, para hacer vivir la historia.
Pero muchas veces todo lo que se ha perdido ha sido sino la tradición.
Es como el contexto de la Palabra de Dios–que dice y no hacéis nada sin
el Espíritu que da vida.
Refiriéndonos otra vez a nuestra
declaración antedicha–‘el Amor es la medida de los obsequios que se
regalan y el sacrificio que se hace’. El regalo no es siempre la medida
de amor detrás de eso, porque muchas veces se dan regalos sin amor. Pero
el amor siempre se expresará en su propia medida. Los regalos siempre
no son ‘cosas’. Recordémonos de una historia antigua de una familia
pobre que se amaban mucho el uno al otro. Llegó la Navidad y los niños
no tenían los medios para comprar regalos para sus padres, ni ellos
tenían ningún material del cual hacer regalos. Pero el amor halló una
manera. El día de Navidad por la mañana este padre y esta madre hallaron
pedacitos de papel color marrón debajo de sus platos del desayuno en la
mesa, en ellos estaban escritas promesas sinceras de que ellos serían
eximidos de ciertas tareas y responsabilidades todo el año–las
expresiones de un regalo de amor que no sería superadas.
¡Quién
intercambiaría tesoros superficiales aún del tipo más fino por regalos
de tal devoción como los que estos niños les dieron a sus padres! Había
un sacrificio voluntario en la medida de su amor. Dichos regalos hablan
por sí mismos. Ellos no tienen que preocuparse con respecto a eso. El
recibidor sólo lo sabe.
Apenas podemos imaginarnos a los
corazones de estos padres no ser tocados por el amor de sus hijos. Es
muy probable que lágrimas de gratitud fluyeran libremente. Esos niños
probablemente se abrazaron con cariño y dieron a conocer que sus regalos
no habían sido concedidos en vano.
¡Oh si fuera así con el
Regalo de Dios para con los hombres! Pero si Él había sido recibido por
grandes multitudes, o en Su nacimiento o Su muerte, puede ser que nunca
haya sido dicho, ‘DE TAL MANERA amó Dios al mundo...’. Su recepción
solitaria y Su rechazo violento sólo sirvieron para aumentar el valor
del regalo gratis...Los pastores humildes se atrevieron creer el mensaje
del ángel; se atrevieron responder a la inspiración del primer
villancico de Navidad. Ellos creyeron lo suficiente para ir en búsqueda
del Niño Santo de Belén, y, después de haber hallado a Él, ellos
volvieron a sus rebaños, ‘glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, como les había sido dicho’.”.
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