Diez años después de la formación de la Unión Cristiana, se desató un poderoso avivamiento al otro lado de la línea que divide el estado cerca del Condado de Monroe, Tenesí y el Condado de Cherokee, Carolina del Norte. Los evangelistas del avivamiento fueron tres hombres de la misma localidad de la Unión Cristiana. William Martín, Joe Tipton y Milton McNabb proclamaron el mensaje de salvación incluyendo la santificación subsiguiente a la justificación. Reuniéndose en las laderas durante el día y luego en la escuela Shearer por la noche, la comunidad de los Campos del Arroyo asistía en buenas proporciones a los servicios para escuchar el mensaje de los evangelistas.
El avivamiento aumentó en interés e intensidad, y muchos comenzaron a proclamar la experiencia del nuevo nacimiento y la santificación. La bienvenida abrumadora, primeramente extendida por la comunidad, comenzó a ser retirada por algunas de las iglesias existentes. Las llamas del avivamiento pronto se tornarían en llamas de persecución. El primer acto oficial de persecución resultó en la excomunión de experiencia de la santificación y una vida libre de pecado. Los tres evangelistas concluyeron el avivamiento programado, pero el avivamiento de por sí, acababa de comenzar. Se organizó una Escuela Dominical y se iniciaron servicios de oración. Pronto la influencia del continuo avivamiento comenzó a sentirse en los condados vecinos. El entusiasmo aumentó considerablemente cuando los adoradores experimentaron algo totalmente nuevo de parte de Dios en ellos. En el proceso de adorar a Dios, uno o dos de los cristianos se envolvieron tanto en su vehemencia de buscar al Señor que ejercieron el poder de Dios de manera muy extraña. Mientras ellos eran movidos curiosamente alrededor, articulaban un lenguaje que nadie podía entender. En el proceso de los próximos años, más de cien diferentes personas recibieron esta extraña y nueva experiencia. Este bautismo del Espíritu Santo, como vendría a ser conocido por ellos, fue recibido por hombres, mujeres y niños. Este derramamiento especial del Espíritu fue acompañado de muchas sanidades milagrosas. De los escasos datos que están confirmados, habían evidentemente cientos de personas convertidas, santificadas, bautizadas con el Espíritu Santo y sanos de enfermedades. Esto no pasó desapercibido para aquéllos que se oponían al avivamiento. Las casas donde las personas se congregaban para conducir sus servicios eran quemadas totalmente. En varias ocasiones amenazaron a los envueltos en el avivamiento y a sus familiares con hacerle daño físico. El pequeño grupo se movía de casa en casa para efectuar sus servicios de adoración, las persecuciones a menudo alcanzaban tal magnitud que era aun peligroso el asistir a uno de los servicios. Los ardientes y sinceros adoradores, aparentemente bajo el liderato de W. F. Bryant, pudieron superar las persecuciones. Aunque fueron victoriosos en ese respecto, no tuvieron mucho éxito en combatir el fanatismo y las facciones o divisiones rivales dentro de sus propias filas. R. G. Spurling, de la Unión Cristiana, a menudo les visitaba para animarles a que se organizaran en una clase o forma de gobierno con ese propósito exclusivo. No obstante, no fue hasta el 15 de mayo de 1902 que se hizo el intento de organización. Para este tiempo, varios de los seguidores se habían ido por la influencia de los falsos maestros, fanáticos y las divisiones respectivas.
En ese día, mayo del 1902, bajo la dirección de R. G. Spurling y W. F. Bryant, la "Iglesia de la Santidad en los Campos del Arroyo" vino a la existencia con unos veinte miembros. Ellos continuaron sobreviviendo con R. G. Spurling como pastor, pero con muy poco éxito. El pequeño grupo no experimentó crecimiento numérico alguno hasta varios meses después. Fue una verdadera lucha el mero retenerlos juntos. Afrontando críticas e incredulidad, la Iglesia de la Santidad pudo sobrevivir únicamente por pura determinación. Trece meses más tarde, el período de gestación terminó y la "vida" vino sobre el pequeño grupo de adoradores. Así fue como otro pedazo del cuadro fue puesto cómodamente en su lugar. Los cimientos habían sido terminados en pn;paración para el glorioso amanecer de la luz que resplandecería de parte de Dios.
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