APRENDIENDO
A OBEDECER
Donald
Hall
Nashville,
TN
“Así también
Cristo no se glorificó á sí mismo haciéndose Pontífice, más el que le dijo: Tú
eres mi Hijo, Yo te he engendrado hoy; Como también dice en otro lugar: Tú eres
sacerdote eternamente, Según el orden de Melchîsedec. El cual en los días de su
carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía
librar de la muerte, fue oído por su reverencial miedo. Y aunque era Hijo, por
lo que padeció aprendió la obediencia; Y consumado, vino á ser causa de eterna
salud á todos los que le obedecen” (Heb. 5:5-9).
Jesucristo
aprendió a obedecer porque Él
experimento to el total—no a la mitad—sumisión a la voluntad del Padre. No puede aprender
obediencia al rebelarse. Jesucristo
fue hecho perfecto en el sentido que Él siempre
hizo todo lo que agradaba al Padre.
¡Jesús tuvo una opción—sí, la tuvo!
Pero si Él hubiera dicho que “NO,” Su venida hubiera sido en vano.
Pablo
escribió a la iglesia en Galacia, “Vosotros
corríais bien: ¿quién os embarazó para no obedecer á la verdad?” (Gal.
5:7). Si Jesucristo hubiera sufrido
todo—la prueba, los azotes, las bofetadas, la corona de espinas, las llagas en
Su espalda, y también llevando Su cruz hacia el Calvario—todo hubiera sido en
vano si Él hubiera contestado, “¡No! ¡No pueden clavarme a esa cruz!” ¡Debemos ser fieles hasta el fin! ¡Amen!
“E hizo Moisés que partiese Israel del mar
Bermejo, y salieron al desierto de Shur; y anduvieron tres días por el desierto
sin hallar agua. Y llegaron á Mara, y no pudieron beber las aguas de Mara,
porque eran amargas; por eso le pusieron el nombre de Mara. Entonces el pueblo
murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Qué hemos de beber? Y Moisés clamó á Jehová; y
Jehová le mostró un árbol, el cual metídolo que hubo dentro de las aguas, las
aguas se endulzaron. Allí les dió estatutos y ordenanzas, y allí los probó; Y
dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, é hicieres lo recto
delante de sus ojos, y dieres oído á sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos,
ninguna enfermedad de las que envié á los Egipcios te enviaré á ti; porque yo
soy Jehová tu Sanador. Y llegaron á Elim, donde había doce fuentes de aguas, y
setenta palmas; y asentaron allí junto á las aguas” (Ex. 15:22-27). ¿Tres días en el desierto; con qué rapidez
puede caminar 2, 000,000+ gente con sus ganados por tres días? No tan lejos.
¿Y tan pronto ya está murmurando y quejándose? ¿Por qué cree que Dios los dirigió en ese
camino? ¡Para probarlos!!! ¿Cuántas
veces hemos fallado en la prueba que fue dada para fortalecer nuestra fe?
En
lugar de traerlo delante de Moisés diciendo, “Tenemos un problema. Ayúdanos a traérselo a Dios y vemos que es lo
que Él quiere que hagamos para redimir el problema, o veamos lo que Dios hará
el mismo,” el pueblo solamente murmuraba y se quejaba. ¡O tan solo si pudiéramos testificar lo que
Dios hará Él mismo cuando le llevemos nuestros problemas!
Estoy
maravillado de la manera que trabaja Dios.
Dios le mostro a Moisés—después que clamo al Señor—se rompió un
árbol. ¿Ve? Le dio algo que hacer al pueblo, “Corta el árbol.” Me pongo a pensar, cuantos pensaron, “De que
nos va a servir? ¿Nos estamos muriendo
de sed y tú quieres que nos fatiguemos cortando un árbol? “Pero alguien se puso
ocupado. Moisés arrojo el árbol (leño)
en las aguas (plural), y las aguas se hicieron dulces. Dios quiere que alguien haga lo que Él diga
no importando que tan ridículo se escuche.
Allí,
Dios les dio una estatua y una ordenanza, y allí les comprobó. ¿Y que hizo después? ¡Los guio a Eim donde había 12 manantiales, y
70 palmas! ¿No es Dios bueno? ¿No se siente bendecido cuando sale de una
prueba victorioso? ¡Claro!
“Y PARTIENDO de Elim toda la congregación de
los hijos de Israel, vino al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí, á
los quince días del segundo mes después que salieron de la tierra de Egipto. Y
toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el
desierto; Y decíanles los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano de
Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos entábamos á las ollas de las carnes,
cuando comíamos pan en hartura; pues nos habéis sacado á este desierto, para
matar de hambre á toda esta multitud. Y Jehová dijo á Moisés: He aquí yo os
haré llover pan del cielo; y el pueblo saldrá, y cogerá para cada un día, para
que yo le pruebe si anda en mi ley, ó no. Mas al sexto día aparejarán lo que
han de encerrar, que será el doble de lo que solían coger cada día. Entonces
dijo Moisés y Aarón á todos los hijos de Israel: A la tarde sabréis que Jehová
os ha sacado de la tierra de Egipto: Y á la mañana veréis la gloria de Jehová;
porque él ha oído vuestras murmuraciones contra Jehová; que nosotros, ¿qué
somos, para que vosotros murmuréis contra nosotros?” (Ex. 16:1-7). ¡Me he asombrado hace varios años, de cómo la
gente salva, santificada, y bautizada con el Espíritu Santo puede actuar como
niños cuando no se les da como quieren!
¿A conocido usted a alguien asi?
¿Ha sido usted una vez así? ¡No
conteste! “Hermanos, no seáis niños en el
sentido, sino sed niños en la malicia: empero perfectos en el sentido” (1
Cor. 14:20).
Después
de 45 días fuera de Egipto encontramos que se están quejando otra vez. ¡Ay personas que parece que nunca aprenden de
sus experiencias pasadas! Conocemos la
historia, que debían rejuntar suficiente mana por un día—“Todo lo que quieras,
pero no trates de guardarlo para el próximo día por que se pudrirá. El día antes del sábado junta suficiente por
dos días; no se pudrirá cada semana en el sábado. Algunos trataron de juntar lo doble durante
la semana y comprobar que si su pudriría y se llenaría de gusanos, algunos no
rejuntaron lo doble el día antes del Sábado y se quedaron con hambre. ¡Gracias a Dios que por fin aprendieron;
fueron esforzados a aprender pero Aprendieron a Obedecer!
“Y el día que el tabernáculo fué levantado,
la nube cubrió el tabernáculo sobre la tienda del testimonio; y á la tarde
había sobre el tabernáculo como una apariencia de fuego, hasta la mañana. Así
era continuamente: la nube lo cubría, y de noche la apariencia de fuego. Y
según que se alzaba la nube del tabernáculo, los hijos de Israel se partían: y
en el lugar donde la nube paraba, allí alojaban los hijos de Israel. Al mandato
de Jehová los hijos de Israel se partían: y al mandato de Jehová asentaban el
campo: todos los días que la nube estaba sobre el tabernáculo, ellos estaban
quedos. Y cuando la nube se detenía sobre el tabernáculo muchos días, entonces
los hijos de Israel guardaban la ordenanza de Jehová y no partían. Y cuando
sucedía que la nube estaba sobre el tabernáculo pocos días, al dicho de Jehová
alojaban, y al dicho de Jehová partían. Y cuando era que la nube se detenía
desde la tarde hasta la mañana, cuando á la mañana la nube se levantaba, ellos
partían: ó si había estado el día, y á la noche la nube se levantaba, entonces
partían. O si dos días, ó un mes, ó un año, mientras la nube se detenía sobre
el tabernáculo quedándose sobre él, los hijos de Israel se estaban acampados y
no movían: mas cuando ella se alzaba, ellos movían. Al dicho de Jehová
asentaban, y al dicho de Jehová partían, guardando la ordenanza de Jehová, como
lo había Jehová dicho por medio de Moisés (Num. 9:15-23). Esta ocurrencia fue durante el primer año de
su viaje—antes que mandaren los espías.
Note especialmente el verso 23, “Al
dicho de Jehová asentaban…”
Los
hijos de Israel vagaron en el desierto por 40 años, no tan solo para que
perezcan los que reusaron conquistar, pero
también para poder levantar una generación que Aprendería a Obedecer sin
disidencia o duda. ¿Somos esa generación
para La Iglesia de Dios o debe Dios levantar otra?
Durante
los 40 años en el desierto Israel se movió 42 veces (Num. 33). Todas las tribus acamparon alrededor del
tabernáculo, en la orden apropiada. Los
Levitas acamparon alrededor, cercas de él, en los cuatro lados. Después, en el lado este estaban las tribus
de Judá, Issachar y Zebulón. En el lado
sur estaba Rubén, Simeón y Gad. En el
oeste estaba Ephraim, Manasseh y Benjamín.
Al norte estaban las tribus de Dan, Asher, y Nephtali. Cada tribu fue marcada por su bandera
individual.
“Josué 3:2-5 Y pasados tres días, los oficiales
atravesaron por medio del campo, Y mandaron al pueblo, diciendo: Cuando viereis
el arca del pacto de Jehová vuestro Dios, y los sacerdotes y Levitas que la
llevan, vosotros partiréis de vuestro lugar, y marcharéis en pos de ella.
Empero entre vosotros y ella haya distancia como de la medida de dos mil codos:
y no os acercaréis á ella, á fin de que sepáis el camino por donde habéis de
ir: por cuanto vosotros no habéis pasado antes de ahora por este camino. Y
Josué dijo al pueblo: Santificaos, porque Jehová hará mañana entre vosotros
maravillas… Y aconteció, que partiendo el pueblo de sus tiendas para pasar el
Jordán, y los sacerdotes delante del pueblo llevando el arca del pacto, Cuando
los que llevaban el arca entraron en el Jordán, así como los pies de los
sacerdotes que llevaban el arca fueron mojados á la orilla del agua, (porque el
Jordán suele reverter sobre todos sus bordes todo el tiempo de la siega,) Las
aguas que venían de arriba, se pararon como en un montón bien lejos de la
ciudad de Adam, que está al lado de Sarethán; y las que descendían á la mar de
los llanos, al mar Salado, se acabaron y fueron partidas; y el pueblo pasó en
derecho de Jericó. Mas los sacerdotes que llevaban el arca del pacto de Jehová,
estuvieron en seco, firmes en medio del Jordán, hasta que todo el pueblo hubo
acabado de pasar el Jordán; y todo Israel pasó en seco” (Jos. 3:2-5,
14-17). ¿Puede imaginarse la
organización que se requiere para esa gran cantidad de personas, adultos,
niños, bebés, y todos sus ganados, y pasar en orden? Cada tribu estaba en su lugar bajo su
bandera. ¡En 40 años habían
verdaderamente Aprendido a Obedecer!
“Y así que Josué
hubo hablado al pueblo, los siete sacerdotes, llevando las siete bocinas de
cuernos de carneros, pasaron delante del arca de Jehová, y tocaron las bocinas:
y el arca del pacto de Jehová los seguía. Y los armados iban delante de los
sacerdotes que tocaban las bocinas, y la gente reunida iba detrás del arca,
andando y tocando bocinas. Y Josué mandó al pueblo, diciendo: Vosotros no
daréis grita, ni se oirá vuestra voz, ni saldrá palabra de vuestra boca, hasta
el día que yo os diga: Gritad: entonces daréis grita. El arca pues de Jehová
dió una vuelta alrededor de la ciudad, y viniéronse al real, en el cual
tuvieron la noche. Y Josué se levantó de mañana, y los sacerdotes tomaron el
arca de Jehová. Y los siete sacerdotes, llevando las siete bocinas de cuernos
de carneros, fueron delante del arca de Jehová, andando siempre y tocando las
bocinas; y los armados iban delante de ellos, y la gente reunida iba detrás del
arca de Jehová, andando y tocando las bocinas. Así dieron otra vuelta á la
ciudad el segundo día, y volviéronse al real: de esta manera hicieron por seis
días. Y al séptimo día levantáronse cuando subía el alba, y dieron vuelta á la
ciudad de la misma manera siete veces: solamente este día dieron vuelta
alrededor de ella siete veces. Y como los sacerdotes hubieron tocado las
bocinas la séptima vez, Josué dijo al pueblo: Dad grita, porque Jehová os ha
entregado la ciudad” Para mí, este
es uno de los grandes ejemplos de Obediencia Absoluta grabada en la Biblia. ¡Trece veces marcharon alrededor de la ciudad
y NINGUNO dijo una sola palabra! ¡No
estoy siendo bromista o chistoso! ¡No
estoy bromeando!
Hasta no nos sujetemos a Cristo en todo nunca alcanzaremos la perfección. Debemos alcanzar la
Completa Obediencia. ¡Aleluya! ¡Amen!
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