miércoles, 15 de mayo de 2019

DEJEMOS QUE LA IGLESIA, SEA LA IGLESIA

La Biblia nos dice de Jesús de Nazaret “…no hay parecer en él, ni hermosura: verlo hemos, mas sin atractivo para que le deseemos” (Is. 53:2). Para el hombre carnal, y el ojo físico, no habría nada atractivo en Él, sino sería despreciado y desechado por los hombres. La Biblia también dice que Él estaba lleno del Espíritu Santo y que el Espíritu lo llevó a estar a solas con Dios en un lugar desértico. Luego, cuando reapareció en el mundo poco tiempo después, Jesús volvió en virtud del Espíritu “…y salió la fama de él por toda la tierra de alrededor” (Lucas 4:1, 14).
Juan el Bautista envió algunos hombres a Jesús para preguntar si era Él aquél que había de venir o si ellos deberían esperar a otro. Lo que provocó que Juan enviara a hombres a preguntar por Jesús es la misma razón que hará que los hombres y mujeres pregunten hoy si ésta es la Iglesia profetizada o no, la Iglesia esperada o no, si ésta es en verdad la Iglesia de la Biblia o no, ¿Cuál es esa razón? Que el Cuerpo de Cristo hace “las obras del que me [nos] envió;” que es, ¡predicar el evangelio a los pobres, sanar a los enfermos y echar fuera demonios!
El mundo, secular y religioso, no podía ignorar por mucho tiempo a un grupo de personas unidas en una genuina unidad de doctrina, gobierno y propósito que es dirigido por el Espíritu y opera bajo la influencia del Espíritu Santo. A los ojos de muchos puede que no seamos mucho, puede que no seamos muy atractivos, pero a medida que aumentemos en obediencia, y mientras nos acercamos más a Dios, nos llevará a un lugar donde la belleza de la santidad de Dios y la predicación de la Palabra de Dios en la demostración de Su Espíritu y poder hará que la Iglesia sea conocida en el mundo.
Debemos determinar en nuestros corazones seguir predicando a Cristo y a Su Iglesia, pero, lo que es más importante, ¡debemos determinar vivir en Cristo y ser la Iglesia! Necesitamos que Dios trabaje con nosotros y confirme Su Palabra, por eso, doblamos nuestras rodillas e inclinamos nuestros corazones ante Él y clamamos “No nuestra voluntad Señor, sino la tuya,”
Las acciones siempre han hablado más que las palabras, así que no es difícil entender que lo que el mundo necesita hoy es ver a La Iglesia de Dios ardiendo con el fuego del Espíritu Santo, siendo la Iglesia; ¡haciendo el trabajo de La Iglesia de Dios!
Las multitudes dudan en venir a nosotros, no porque la “doctrina es demasiado fuerte” o porque las enseñanzas son “demasiado estrictas,” sino porque en muchos casos, ni siquiera saben que estamos en la ciudad. El mundo no podía ignorar a Cristo cuando caminó sobre la tierra, sino que estaba obligado a reconocerlo en vista de Sus poderosos milagros y Su predicación ungida. Las multitudes no dudan en venir a nosotros porque somos “demasiados santos,” sino porque aún no hay suficiente diferencia entre la verdadera Iglesia de Dios y las instituciones religiosas hechas por el hombre. ¡Seguramente una Iglesia ungida por Dios no podría pasar desapercibida en el mundo! Como los manojos de José entre los manojos de sus hermanos, así es La Iglesia de Dios bajo la unción divina en medio de todas las religiones de la tierra.
Necesitamos el mismo poder que Jesús tuvo para hacer el mismo trabajo que Jesús hizo, así que, debemos ser como Él fue, ocupados haciendo esas cosas que agradan a Dios. El corazón de la Iglesia debe estar comprometido en buscar al Señor. Queremos vivir diariamente como aquellos que están perfectamente convencidos de lo que está bien y lo que está mal, lo que es verdadero y lo que es falso, y no se inquieten en cuanto al destino de la Iglesia. La fe en Dios nos moverá a la acción, y la oración prevaleciente y eficaz traerá poder. Cualquier desafío que usted pueda enfrentar, mire a Aquel que ha prometido la victoria.
Oscar Pimentel, Supervisor General, La Iglesia de Dios

El Propósito y la Autoridad de la Asamblea General

Este artículo fue publicado por primera vez en La Luz Vespertina, Vol. 5 No.10 En Inglés (Agosto 1997), y fue escrito por R.O, Covey.
El olvido es aparentemente una debilidad de la naturaleza humana. Esto puede volverse trágico cuando el pueblo de Dios olvida Su bondad para con ellos; Cuando fallan en recordar Sus mandamientos y Su voluntad para ellos y para la Iglesia. Israel, el pueblo escogido de Dios por pacto, era propenso a olvidar, aunque Su ley fue dada con el propósito expreso de que no deberían olvidarla. David hace referencia a su historia, citando las terribles consecuencias de su olvido: “El estableció testimonio en Jacob, Y pusó ley en Israel; La cual mandó á nuestros padres Que la notificasen á sus hijos; Para que lo sepa la generación venidera [ellos], y los hijos [los cuales] que nacerán; Y los que se levantarán,[ellos] lo cuenten á sus hijos; A fin de que pongan en Dios su confianza, Y no se olviden de las obras de Dios, y guarden sus mandamientos: Y no sean como sus padres, Generación contumaz y rebelde; Generación que no apercibió su corazón, Ni fué fiel para con Dios su espíritu. Los hijos de Ephraim armados, flecheros, Volvieron las espaldas el día de la batalla. No guardaron el pacto de Dios, Ni quisieron andar en su ley: Antes se olvidaron de sus obras, Y de sus maravillas que les había mostrado…Empero aun tornaron á pecar contra él, enojando en la soledad al Altísimo…Y volvían, y tentaban á Dios, Y ponían límite al Santo de Israel. No se acordaron de su mano, del día que los redimió de angustia” (Salmos 78:5-11,17,41,42). “Nuestros padres en Egipto no entendieron tus maravillas; No se acordaron de la muchedumbre de tus misericordias; Sino que se rebelaron junto á la mar, en el mar Bermejo…Apresuráronse, olvidáronse de sus obras; No esperaron en su consejo…Olvidaron al Dios de su salud, que había hecho grandezas en Egipto… Contamináronse así con sus obras, y fornicaron con sus hechos. Encendióse por tanto el furor de Jehová sobre su pueblo, y abominó su heredad” (Salmos 106:7,13,21,39,40).
Dios instituyó y ordenó la Pascua para el recuerdo anual de Su maravillosa liberación de Su pueblo de Egipto. Luego, en el Sinaí, dio Su ley como un recordatorio perpetuo de Su voluntad.
Cuando Jesús estableció Su Iglesia, Él instituyó la Santa Cena, demostrando que la Pascua se había cumplido gloriosamente. Esta comunión debía ser observada periódicamente “…en memoria de mí” (Lucas 22:19; 1 Corintios 11:24,25). Pablo explicó, “Porque todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que venga” (1 Corintios 11:26).
En un sentido muy real, la Asamblea General de La Iglesia de Dios trae la Palabra y la voluntad de Dios a la memoria y la mantiene en la memoria. La necesidad se hizo evidente poco después que la Iglesia de estos últimos días surgiera de 1,578 años de la Edad Oscura. Funcionalmente, fue un nuevo comienzo. Dios se movió en el grupo del este de Tennessee y del oeste de Carolina del Norte para redescubrir La Iglesia del Nuevo Testamento. La confusión del denominacionalismo necesitó una búsqueda de “base” de las Escrituras en relación con la doctrina y las practicas de la Iglesia primitiva, con la Biblia como su única autoridad y guía.
Cuando la revelación vino de Dios a través de A. J. Tomlinson en la mañana del 13 de junio de 1903, se señaló específicamente y se acordó que tomar toda la Biblia correctamente dividida es lo que hacía La Iglesia de Dios. Siendo este el caso, es conveniente que sepamos lo que la Biblia requiere. Es aquí donde el propósito y la autoridad de la Asamblea General se hacen claramente evidentes.
LA NECESIDAD ACTUAL DE UNA REVISIÓN
Con el paso de las generaciones, siempre existe la posibilidad de que las deliberaciones inspiradas de la Asamblea sufran una medida de descuido, ya sea por el olvido, negligencia o ignorancia de la verdad. Por lo tanto, de vez en cuando se hace necesario refrescar las mentes de los miembros de la Iglesia sobre el propósito y la autoridad de este instrumento de gobierno teocrático. Quizás este tiempo presente sea uno de esos momentos para una revisión necesaria. Debe recordarse que la Iglesia ya ha sufrido una gran “caída” y dos divisiones lamentables a través de las desviaciones del gobierno teocrático.
BASES BÍBLICAS PARA UNA ASAMBLEA GENERAL
La Asamblea General es el resultado de una necesidad urgente. Esta necesidad se reconoció por primera vez, y se cumplió, cuando se desarrolló una disensión en la iglesia local en Antioquía en Siria (Lea Hechos, Capitulo 15 para más información). El conflicto, o indecisión, fue sobre la circuncisión gentil. Pronto se hizo evidente que la autoridad de la iglesia local no era el nivel adecuado para resolver el asunto. En esa fecha temprana en la operación de la Iglesia, se apeló a los Apóstoles y Ancianos de la Iglesia madre en Jerusalem como el cuerpo calificado para resolver el asunto. Del registro histórico de ese Concilio vemos el plan y el propósito de Dios revelados para el núcleo de gobierno de Su Iglesia en este mundo presente.
Los detalles en algunos aspectos pueden no estar claros, pero los elementos esenciales son evidentes. Por ejemplo, vemos que al Espíritu Santo se le dio preeminencia: “Que ha parecido bien al Espíritu Santo [primero], y [después]á nosotros…” (Hechos 15:28). El “nosotros” se ve que han sido “los apóstoles y á los ancianos, con toda la iglesia…” (Hechos 15:22). La Iglesia en estos últimos días ha tomado los procedimientos de ese primer concilio o Asamblea, como nuestro patrón para conducir negocios en asuntos relevantes para la Iglesia en general. Varios puntos deben ser observados desde esa Asamblea.
* Dios usó hombres debidamente nombrados—apóstoles y ancianos—como líderes en los procedimientos. Por supuesto, no hubo una sucesión de apóstoles, así que hoy buscamos en Dios la dirección del Espíritu Santo en la selección y nombramiento de los líderes de la Iglesia. (Lea Hechos 15:12,22).
* El asunto fue escuchado y discutido desde ambas perspectivas, para ser justos con todos. (Hechos 15:5,7,12).
* La decisión se basó en la Palabra de Dios a través de los profetas (Hechos 15:14-19).
* La decisión se tomó por acuerdo unánime (Hechos 15:22,25), estableciendo ese principio como una orden para los asuntos de la Iglesia.
* El moderador, o Supervisor General, expresó la decisión (Hechos 15:19). Él mismo no tomó la decisión.
* El Espíritu Santo fue honrado como Aquel a quien Jesús había declarado “…él os guiará á toda verdad” (Hechos 15:28, Juan 16:13).
* La decisión fue equitativa, ya que se adhiere al asunto y, por lo tanto, evita ofender a los miembros judíos innecesariamente (Hechos 15:19-21). Mas tarde Dios usó a Pablo para aclarar la verdad de que no hay diferencia en Su vista entre los judíos y gentiles; todos están en un cuerpo. De hecho, este es un punto importante en la revelación del misterio de la Iglesia a Pablo. (Lea Romanos 10:12; Efesios 1:9,10; 2:11-22; 3:1-11; Gálatas 3:26-29; 1 Corintios 12:13).
* Por acuerdo de la Asamblea, se dio la comisión de elegir hombres para repartir el acuerdo oficial en toda la Iglesia en todas partes (Hechos 15:22-29; 16:4,5). Esto aseguró la unidad en la fe y en la doctrina (Efesios 4:3,13; 1 Corintios 1:10; Romanos 15:6).
* Las restricciones no bíblicas se evitaron a la luz de la gracia frente a la ley ceremonial de Moisés (Hechos 15:5, 10,22,15,28).
* Su “grande contienda” (Hechos 15:7) fue silenciada por la manifestación de Dios a través del Espíritu Santo: (1) la experiencia de Pedro en la casa de Cornelio (vv.7-10), y (2) los testimonios de Pablo y Bernabé con respecto a los milagros y maravillas entre los gentiles.
* Finalmente, Santiago resumió la discusión sobre la base de la Palabra inmutable de Dios (vv.13-21).
Salomón ha dicho, “…en la multitud de consejeros hay salud” (Proverbios 11:14). La Asamblea General proporciona esta multitud, y la dirección de la Iglesia está asegurada, protegiéndose de los peligros de las interpretaciones personales. (2 Pedro 1:20).
Hebreos 12:22-24 habla de la Iglesia del Nuevo Testamento como una “asamblea general,” en el contexto de la Iglesia como institución asombrosa que debe instigar tanto la gloria como el temor de Dios y Su Hijo como Mediador del nuevo pacto.
SE HACE EVIDENTE LA NECESIDAD DE LA ASAMBLEA,/5>
Hemos visto cómo la necesidad hizo surgir la Asamblea en la Iglesia primitiva. Asimismo, poco después de la revelación de la Iglesia restaurada en 1903, se hizo evidente que surgirían problemas que requerían soluciones oficiales; especialmente aquellos relacionados con la interpretación de las Escrituras relacionadas con la doctrina y la santidad de la vida. Después de una búsqueda cuidadosa de las Escrituras, se concluyó que una Asamblea General era la respuesta; y la primera de este lado de la Edad Oscura se celebró el 26 y 27 de enero de 1906. A.J. Tomlinson revisó esta decisión en su mensaje a la 7ma Asamblea en 1912 de la siguiente manera: “Fue en 1905 que se concibió la idea de una Asamblea Anual. Hubo una cierta reunión de almas durante el año, al mismo tiempo han surgido los mismos problemas desconcertantes. Nos habíamos unido como las Iglesias de Dios para caminar en la luz y, al mismo tiempo, buscar las Escrituras y buscar fervientemente más luz y conocimiento. Cerca del final de ese año, la demanda de una reunión había crecido hasta tal punto que los ministros casi se vieron obligados a buscar en las Escrituras para ver si había algo que justificara el llamado convención. Caminamos de manera suave, cuidadosa y en oración ante Dios, como lo hemos hecho hasta el día de hoy, decididos a buscar la Biblia, y no ir más allá en ninguna de nuestras enseñanzas y prácticas, y al mismo tiempo avanzar a medida que la luz fue dada.”
LA POSICIÓN DE LA ASAMBLEA, NATURALEZA Y FUNCIÓN
Después de 83 años de la restauración de la Iglesia (1903-1986) y 80 Asambleas, el Comité de Asuntos y Preguntas presentó un resumen ordenado del Propósito, Naturaleza, y Función de la Asamblea. (Lea 81ra Minutas de Asamblea de 1986, páginas 36 y 37).
Posición: Cristo es la cabeza de La Iglesia de Dios. La Asamblea General, bajo la dirección del Espíritu Santo, es la máxima autoridad gobernante aquí en la tierra.
Naturaleza: La Asamblea esta compuesta por todos los miembros de la Iglesia presentes, los miembros masculinos discuten y deciden todos los asuntos de negocios. La primera Asamblea adoptó lo siguiente: “No nos consideramos un cuerpo legislativo o ejecutivo, sino solo judicial.” Tampoco es un cuerpo representativo; más bien, está constituido por todos los miembros presentes, cada miembros masculino tiene voz en las decisiones de la Asamblea.
Propósito: Si bien proporciona un foro para la adoración, comunión, y unidad del Espíritu, su propósito principal es el negocio, tanto doctrinal como práctico. Desde el principio, el propósito expresamente declarado de la Asamblea ha sido buscar en las Escrituras más luz y conocimiento; para resolver interpretaciones que tienden a ser divisivas. Lo ideal a la vista es esforzarse “…para edificación del cuerpo de Cristo; Hasta que todos lleguemos á la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, á un varón perfecto, á la medida de la edad de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:12,13).
Función: La Asamblea está moderada por el Supervisor General, quien, por la autoridad de la Asamblea, nombra a varios comités para considerar los asuntos relevantes a través del estudio intensivo y la oración. Sin embargo, las decisiones reales son tomadas por la Asamblea en sesión por acuerdo unánime, no por los comités. La Iglesia de Dios es teocrática en forma gubernamental; El gobierno de Dios a través de la dirección inmediata del Espíritu Santo. La Asamblea se compromete a aprobar solo lo que Dios aprueba. La función de la Asamblea es resolver las diferencias que puedan surgir entre buscadores diligentes y maestros de la Palabra de verdad de Dios.
Obviamente, es necesario que haya ciertos oficiales y comités para mantener el orden y hacer avanzar el asunto. Ninguno de estos nombrados tiene poder dictatorial. No obstante, una cuestión de importancia primordial es la relación de la Asamblea General y el Supervisor General. El Supervisor General es seleccionado en la dirección de Dios a través del Espíritu Santo, y por aclamación por parte de los miembros presentes. Su autoridad de nombramiento es delegada por la Asamblea en sesión, él es responsable ante la Asamblea por la dirección de su oficio. Además de ser el moderador de la Asamblea, también está sujeto a sus decisiones al igual que los demás miembros. La 60ma Asamblea (1965) aceptó la siguiente resolución:
“…que el Supervisor General sea y por este medio esté autorizado para representar y defender la posición de la Asamblea General cuando no esté en sesión, para firmar todos los documentos que requieran la firma de un representante autorizado de dicha Asamblea, y para manejar todas las emergencias que puedan surgir entre Asambleas.”
LA RESPONSABILIDAD DE CADA MIEMBRO
Como miembros de la Iglesia, es nuestra responsabilidad aceptar y apoyar todos los acuerdos de Asamblea. Si tenemos quejas o desacuerdos con la Iglesia, ya sea en doctrina o las prácticas, no debemos ventilarlos públicamente para generar conflicto y división. Más bien, nuestro asunto debe ser presentado al comité apropiado para su estudio y consideración y posible presentación a la Asamblea. “Cuando la Asamblea esté en sesión, aquellos que deseen hacer presentaciones para la consideración de la Asamblea deben comparecer primero ante el Comité de Consejería quien les ayudará a determinar el curso apropiado a seguir.” (Minutas de la 81ra Asamblea de 1986, página 38).
Debemos honrar, respetar y cumplir con las decisiones de la Asamblea. La lealtad a la Asamblea General también es lealtad a Dios, a la Biblia y a la Iglesia que Cristo compró con Su propia sangre. Si alguno ha olvidado estas verdades, o si alguno ha sido tentado a levantarse en oposición, abogaríamos para que revisen concienzudamente el propósito y la autoridad de la Asamblea General con un corazón y una mente abierta, y con humilde sumisión al “Espíritu Santo y a nosotros.”