martes, 3 de enero de 2017

La Murmuración Que Dios Detesta

Señales perturbadoras están comenzando a emerger de manera muy sutil y deceptiva. Una de las cosas que más Dios detestó de la nación de Israel, y lo cual al final impidió que muchos de ellos entraran a la tierra prometida, fueron sus murmuraciones. Lo que no podían encontrar para murmurar justificadamente, lo creaban para satisfacer sus ansias de criticar. Finalmente, Dios no pudo soportar más y derramó Sus juicios destructores sobre ellos. Él todavía contempla los murmuradores de la misma manera. Es fácil querellarse contra las imperfecciones de otros creyentes, pero olvidarse de las faltas personales. Las personas quienes se acostumbran a las comodidades de las cosas materiales, suficientes finanzas y a una buena organización de su facultad, algunas veces muestran su insatisfacción dirigiendo a un grupo pequeño que hace todo lo que puede por ser todas las cosas para todos los hombres, y quienes tampoco tienen suficientes hombres ni todas las cosas para la ejecución del trabajo que podrían hacer si los tuvieran. El murmurar no ayuda a mejorar tal situación, pero es asombroso lo que una mano ayudadora puede hacer para mejorar la cuestión.

Mientras estamos hablando de las murmuraciones, recordemos que hace algún tiempo atrás, el Espíritu Santo habló respecto a que no iba a tolerar las discusiones necias. En esta última etapa de la Iglesia verdadera, necesitamos arquitectos y maestros de obra, y no obreros que destruyan. Los murmuradores y busca pleitos no son maestros de obra, sino demoledores de edificios. Dios no va a permitir esto en Su Iglesia de los últimos días. Sería prudente de nuestra parte tomar seriamente lo que el Espíritu Santo nos ha hablado y hable; si acaso no podemos prestar nuestras manos para edificar el edificio de Dios, entonces lo menos que podemos hacer es abstenernos de murmurar, despertar rencillas y quejarnos. La Iglesia no puede ser perfeccionada con personas que emplean su precioso tiempo y el de los demás en tales chismes. Por la gracia de Dios, vamos a tener que superar estas imperfecciones y mostrar alguna clase de madurez y estabilidad cristianas.

Parte del MENSAJE ANUAL ANTE LA 90MA ASAMBLEA GENERAL, 1995
Pasado Supervisor General Robert J. Pruitt

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