jueves, 8 de marzo de 2018

IGLESIA, VAMOS AL APOSENTO ALTO

Ernesto Reyes
(Reimpreso del Mensajero Ala Blanca, 7 de octubre de 1972)

“Y he aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros: mas vosotros asentad en la ciudad de Jerusalem, hasta que seáis investidos de potencia de lo alto. Y sacólos fuera hasta Bethania, y alzando sus manos, los bendijo. Y aconteció que bendiciéndolos, se fué de ellos; y era llevado arriba al cielo. Y ellos, después de haberle adorado, se volvieron a Jerusalem con gran gozo; y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios. Amén” (Lucas 24:49-53).

“Y entrados, subieron al aposento alto…Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego…” (Hechos 1:13, 14).

“Y como se cumplieron los días de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos; y de repente vino un estruendo del cielo como de un viento recio que corría, el cual hinchió toda la casa donde estaban sentados” (Hechos 2:1, 2).

Desde tiempos antiguos, ha existido gente que se han encerrado para buscar el favor de Dios y Su voluntad. Los héroes de este tipo han conquistado no solo las bendiciones escondidas en los almacenes del Todopoderoso, pero también las bendiciones naturales que vienen como resultado de nuestro compromiso y sumisión a Su preciosa Palabra. Tales personas han sido elegidas por Dios para llevar a cabo Su programa descrito en nombre de un mundo perdido en el pecado.

Al principio, Dios trató con individuos que buscaban Su voluntad. Mas tarde, Él trató con Su pueblo escogido, Israel; y finalmente Él envió a Su Hijo amado Jesucristo a establecer la Iglesia y a morir por los pecados del mundo.

Después de varios años de entrenamiento profundo, Jesús le dijo a Su Iglesia que el tiempo de Su muerte venia, y que Él tenía que ir para que la promesa del Padre fuera enviada sobre ellos. Las palabras de Jesús se cumplieron cuando Él fue crucificado sobre una enorme y pesada cruz. Allí Él murió, un sacrificio perfecto por los pecados del mundo. Pero Él se levantó de acuerdo con la profecía y allí lo encontramos dando la última instrucción a Sus discípulos.

La comisión le fue dada a la Iglesia con una palabra poderosa y autorizada. El evangelio del arrepentimiento para el perdón de los pecados, el cual ellos habían recibido y aceptado del Hijo de Dios ahora era su tarea principal. Tuvieron que difundirlo, empezando en Jerusalem y luego a las partes más remotas del mundo. Sin embargo, para poder cumplir esta tarea, primero tenían que obedecer las últimas palabras de Jesús. Tuvieron que ir al Aposento Alto y quedarse allí hasta que recibieran la promesa del Padre.

Hay ciertos requisitos necesarios para entrar en este gran negocio de Dios. Los discípulos se habían arrepentido de sus pecados cuando ellos creyeron en el mensaje de Jesús. Ellos le dieron la espalda al mundo y se estaban preparando para recibir otras experiencias más profundas de parte de Dios.

La Biblia nos dice que antes de que Jesús regresara al cielo, Él los bendijo, y ellos regresaron a Jerusalem con gran alegría. En otras palabras, ellos recibieron la segunda obra definida de la gracia, la santificación. Esta es otra experiencia que permite al cristiano disfrutar de una mejor comunión con Dios. La Iglesia primitiva recibió esta experiencia como un preludio a la experiencia del Espíritu Santo. La santificación es un requisito para disfrutar de todas las bendiciones del Espíritu Santo. Era más fácil para los discípulos pasar horas y días consagrados después de ser santificados.

Ahora los encontramos alabando y orando con súplica (humillándose) y unidos, para que Dios les concediera la maravillosa bendición del Espíritu Santo, el cual les iba a dar poder para esparcir el evangelio junto con el misterio completo de Cristo y la Iglesia.

Le tomó a la Iglesia primitiva diez días de completa dedicación y consagración en el Aposento Alto antes de recibir el fuego que los iba a mover a todas partes y llevar el evangelio de salvación. Las Escrituras nos dicen que ellos no dejaron de orar hasta que ellos obtuvieron lo que ellos estaban buscando. Después de que lo obtuvieron, vemos el cambio que tuvo lugar.

 Pedro, quien era un hombre agresivo y listo para usar la espada de acero para defender a su Maestro, ahora estaba usando la espada del Espíritu con sorprendente habilidad para ganar almas preciosas para el Todopoderoso. Después de este maravilloso acontecimiento, la Iglesia ya no estaba compuesta de solo miembros de carne; estaba compuesta de hombres y mujeres en fuego y listos para vencer cualquier obstáculo a fin de llevar el evangelio a los perdidos. Fueron azotados, encarcelados, apedreados, perseguidos, despreciados de todos los hombres; pero agradecidos, alabando a Dios y haciendo la comisión del Maestro. ¡No es de extrañar que la Iglesia primitiva cumpliera su tarea por completo en todo el mundo conocido!

Ahora la responsabilidad recae sobre la Iglesia de los últimos días. Ella ha tomado a la Iglesia primitiva como su modelo y ejemplo. Ella voluntariamente aceptó el desafío de terminar la tarea que comenzó la iglesia primitiva. Ella pasó mucho tiempo en estrecha comunión con Dios hasta que tuvo la visión. Ella ha estado extendiendo entre las naciones del mundo el evangelio completo que Jesús ordenó. Pero el mundo ha crecido sorprendentemente, y su tarea se ha vuelto mucho más grande. Los obreros dispuestos son pocos. El materialismo y la búsqueda de los bienes de este mundo parecen obstaculizar el progreso de nuestro trabajo. Es por eso por lo que debemos detenernos, y analizar la situación a la que nos enfrentamos.

Es mi opinión, que nosotros, el pueblo de la Iglesia de Dios, debemos entrar en el Aposento Alto, y estar allí en oración, ayuno y súplica, para mover a Dios a que derrame la “lluvia tardía.” Ya hemos recibido “la primera lluvia arregladamente,” y aprovechamos sus bendiciones, llevando el programa de la Iglesia al estado actual. Sin embargo, millones de almas nunca han escuchado el mensaje completo de los últimos días, el cual solo puede ser anunciado por el Cuerpo de Cristo, la Iglesia de los últimos días. Vamos a leer lo que el profeta Joel nos dice cerca de esta urgencia: “Tocad trompeta en Sión, y pregonad en mi santo monte: tiemblen todos los moradores de la tierra; porque viene el día de Jehová, porque está cercano” (Joel 2:1).

Sí, es tiempo de tocar trompeta en Sión e instamos a nuestro ministerio a que se dé prisa y tome la comisión más en serio. Es hora de buscar la lluvia tardía del Espíritu Santo. Es hora de ir al Aposento Alto y esperar allí hasta que se derrame de un amanera poderosa, para que podamos salir, encendidos con la espada del Espíritu en nuestros corazones, para difundir el evangelio en su plenitud hasta las partes más lejanas de la tierra. Es hora de parar de mirar las cosas que van a perecer, y encerrarnos con Dios hasta que Él nos bendiga.

Leamos otra Escritura: “Por eso pues ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y llanto. Y lacerad vuestro corazón, y no vuestros vestidos; y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira, y grande en misericordia, y que se arrepiente del castigo…Tocad trompeta en Sión, pregonad ayuno, llamad a congregación. Reunid el pueblo, santificad la reunión, juntad los viejos, congregad los niños… alegraos y gozaos en Jehová vuestro Dios; porque os ha dado la primera lluvia arregladamente, y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía como al principio. Y las eras se henchirán de trigo, y los lagares rebosarán de vino y aceite” (Joel 2:12, 13, 15, 16, 23, 24).

 Eso es lo que la Iglesia de Dios necesita hacer en estos últimos días. Ella hizo lo mismo anteriormente, y las bendiciones de Dios fueron derramadas abundantemente. Los efectos de esta lluvia temprana se pueden observar claramente por todos. Pero creo que es hora de buscar la lluvia tardía. La única forma en que podemos obtenerlo es haciendo lo que el profeta de Dios nos dice. Lo que él recomendó para la Iglesia se muestra claramente en la Escritura anterior. Esa es la fórmula que abrirá las ventanas de los cielos, permitiéndonos recibir la lluvia tardía que hará que el suelo esté lleno de trigo (almas salvas, santificadas, llenas con el Espíritu Santo y añadidas al Cuerpo de Cristo). Y los recipientes rebosaran de vino y aceite. En otras palabras, parece que, en ese momento, estaremos tan dotados con el Espíritu del Señor que un avivamiento constante tendrá lugar en todas partes, dando como resultado la llegada de las “otras ovejas” a un solo redil donde ellas serán perfeccionadas junto con el resto de la Iglesia, ayudando en la evangelización de todo el mundo con el evangelio completo y estar listo para el regreso de nuestro Maestro y Salvador.

¿Puede ver la urgencia de entrar en el Aposento Alto y estar allí hasta que Dios envíe la lluvia tardía? Si nos preocupa la gran comisión, y si estamos llenos del celo de la Iglesia primitiva por alcanzar a todo el mundo, entonces estamos dispuestos a entrar en el Aposento Alto en obediencia a las palabras de Jesús y esperar allí la voluntad de Dios.

Tengo la sensación de que hace falta que el Espíritu Santo despierte nuestra compasión por los perdidos para seguir adelante. Multitudes de almas están esperando con desesperación en un mundo pagano para escuchar las nuevas eternas que usted tiene. El mundo, nuestro campo misionero, está esperando ansiosamente a obreros que puedan difundir las nuevas de salvación. ¿No cree que es hora de entrar en el Aposento Alto y permanecer allí, ayunando, orando, y buscando la voluntad de Dios? Creo que lo mejor que podemos hacer es obedecer las palabras de Jesús, “asentad en la ciudad de Jerusalem, hasta que seáis investidos de potencia de lo alto” (Lucas 24:49). Después de que recibamos este gran poder, podremos llevar el programa del Señor a las partes más lejanas de la tierra.

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