miércoles, 4 de mayo de 2016

EL DIVORCIO Y EL RECASAMIENTO

James R. Horne, Editor Asistente, Bessemer, AL


Que esta edición del "Matrimonio Bíblico" de La Luz Vespertina ser un recordatorio y un recurso para nuestros miembros, así como apreciamos esta doctrina inspirada y continuamos anunciando su mensaje a nuestro mundo. ¡Realmente esta enseñanza de la Palabra de Dios ha sido establecida en el cielo y está sellada para la reevaluación o hacer concesiones!

El estado de la sociedad está cada vez peor, más malvada y más perversa a cada momento, pero con esto viene un desafío para La Iglesia de Dios de estar firme en la doctrina y la fe de nuestro Señor. "¿No sabéis que los injustos no poseerán el reino de Dios? No erréis, que ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los robadores, heredarán el reino de Dios" (1 Co. 6:9, 10). "Cualquiera que es nacido de Dios, no hace pecado, porque su simiente está en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios" (1 Juan 3:9).

Nuestra verdad bíblica número 29 de la Iglesia dice: "El divorcio y el re-casamiento constituye el pecado del adulterio. La causa permitida para el re-casamiento es la fornicación y la muerte. Sin embargo, la fornicación no es la infidelidad o el simple adulterio, sino el estado de estar casado con el esposo o esposa de otro. Vea Mateo 5:32, 14:3, 19:3-12; Marcos 10:12; Lucas 16:18; Romanos 7:2, 3; 1 Corintios 5:1-5, 13; 6:9, 13, 16-18; 7:2, 10, 11; Hechos 15:28, 29; Apocalipsis 2:20-22."

La Palabra de Dios es clara en el asunto del divorcio y el recasamiento. No

podemos ser engañados por la popular "teología" de nuestros días. La Biblia
registra a Juan el Bautista predicando a Herodes acerca del divorcio y el re-casamiento en Mateo 14:3, 4. Juan dijo, "no te es lícito tenerla…" (v.4). Felipe se había divorciado de su esposa Herodías y Herodes la había tomado como su esposa. Vemos la respuesta de Herodes, y el resultado final de su mensaje fue que a Juan le cortaron su cabeza. Él no murió en vano, ni Dios ha cambiado de opinión en esta doctrina. Juan el Bautista predicó la verdad y murió porque él no quiso hacer concesiones. ¡Debemos de construir nuestra fe y determinación de saber que hoy estamos levantando el mismo mensaje y estándar!

Con la promoción del mundo de la lujuria, y el yo, la ruptura de la sociedad y la moralidad, la infidelidad marital ha sido un problema creciente que se continúa intensificando. La Escritura declara que aun si un hombre se casara con una ramera, la más infiel de las mujeres, él aún está obligado a ella en una relación de una sola carne para toda la vida. "¿O no sabéis que el que se junta con una ramera, es hecho con ella un cuerpo? Porque serán, dice, los dos en una carne" (1 Co. 6:16). La Palabra de Dios tiene más instrucciones para nosotros concerniente al matrimonio. "Mas a los que están juntos en matrimonio, denuncio, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se aparte del marido; y si se apartare, que se quede sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no despida a su mujer" (1 Co. 7:10, 11). Por lo que la Biblia claramente enseña que no dejemos o repudiemos a nuestro cónyuge. Si él/ella lo deja, ellos han de permanecer sin casarse o tratar de reconciliarse el uno con el otro. La Biblia define el pecado cometido si uno se casa con otro. "Cualquiera que repudia a su mujer, y se casa con otra, adultera: y el que se casa con la repudiada del marido, adultera" (Lucas 16:18). "Y si la mujer repudiare a su marido y se casare con otro, comete adulterio" (Marcos 10:12).

Como nuestro pasado Supervisor General, Hermano Pruitt declaró, "La muerte es el único acto que libera de esa unión divina" (MAB 14 de mayo de 1977). La Escritura dice en Romanos 7:2, "Porque la mujer que está sujeta a marido, mientras el marido vive está obligada a la ley; mas muerto el marido, libre es de la ley del marido." Así, que entonces estamos ligados a nuestro esposo o esposa, todo el tiempo que él o ella viva, la cual está de acuerdo con el pacto matrimonial. La Biblia continúa diciendo, "La mujer casada está atada a la ley, mientras vive su marido; mas si su marido muriere, libre es: cásese con quien quisiere, con tal que sea en el Señor" (1 Co. 7:39).

Además de lo anterior, "fuera de causa de fornicación" también está bien definido en la escritura. Sabemos que la fornicación no es la infidelidad conyugal o adulterio porque las Escrituras ya citadas han dicho que incluso si uno se uniera a una ramera todavía son una carne. Jesús también dijo en Mateo 5:27, 28, "Oísteis que fué dicho: No adulterarás: Mas yo os digo, que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón." También, las Escrituras antes mencionadas claramente declaran que si uno deja a su cónyuge bíblico y después se casa con otro es adulterio. Por lo tanto, infidelidad o lujuria sexual no es la fornicación, sino adulterio. Muchos quieren o tratan de crear un pretexto legal para salir de un matrimonio malo o fracasado, y fabrican una definición distorsionada de la fornicación para atacar esto. La Escritura dice, "Mas yo os digo, que el que repudiare a su mujer, fuera de causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casare con la repudiada, comete adulterio" (Mt.5:32). Pablo clarifica el término fornicación en 1 Corintios 7:2 cuando él dijo,

"Mas a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su mujer,
y cada una tenga su marido." ¡Tenga su propio, no el de otra persona! Si uno que nunca antes se ha casado, se casa con una persona divorciada, ellos se han unido a un cónyuge que pertenece a alguien más (como divorciado sigue siendo una sola carne con su primer compañero de matrimonio). ¡El matrimonio no es reconocido por Dios porque dice claramente que tenemos que tener "nuestro propio" esposo o esposa! Él que fornica bajo estas circunstancias debe salir de esta relación pecaminosa y, si decide, casarse con alguien que no se ha casado antes, solo así "fuera de causa de fornicación." (En este ejemplo: Él que nunca se ha casado es el fornicario y el que es casado es un adultero, como se define en las Escrituras anteriores.)

Jesús fue interrogado por los fariseos acerca de la doctrina del divorcio y el recasamiento. Ellos dijeron que Moisés había permitido el divorcio. Jesús explicó que ningún hombre tuvo la autoridad de disolver la unión marital. Él dijo en Mateo 19:6 que, "Así que, no son ya más dos, sino una carne: por tanto, lo que Dios juntó, no lo aparte el hombre." Y Jesús dijo, "Díceles: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres: mas al principio no fué así" (Mateo 19:8). Moisés hizo esto por la dureza del corazón de la gente para con Dios, pero Jesús dijo que ¡en el principio no fue así! Entonces, ¿cuál fue el comienzo de la relación matrimonial según lo establecido por Dios? En la creación, Adam dijo, "Y dijo Adam: Esto es ahora hueso de mis huesos, y carne de mi carne: ésta será llamada Varona, porque del varón fué tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y allegarse ha a su mujer, y serán una sola carne" (Gn. 2:23, 24). Así es como Dios pensó desde el principio–un hombre para una mujer, para toda la vida–y Dios tiene esa persona hecha especialmente para usted. Los hombres y sus malos caminos han tratado de pervertir el matrimonio y la institución divina de Dios. La perversión no se ha detenido allí en nuestro mundo, sino ha crecido excesivamente pecaminoso con la aceptación y acogimiento de las relaciones adulteras, la homosexualidad y otras uniones no bíblicas o vivir en unión libre.

Simplemente no existen pretextos legales, como los hombres han tratado de crear mientras buscan una manera de salir de un matrimonio fracasado en lugar de invertir y trabajar en el para ayudar a que tenga éxito. Vivimos en una sociedad que, cuando las cosas no son fáciles, la gente se da por vencido o cuando algo se rompe lo tiran a la basura en lugar de componerlo. A la luz de las Escrituras, esta mentalidad no se puede aplicar al matrimonio. Si el matrimonio ha fallado, debemos orar por nuestro cónyuge e intentar reconciliarse con él/ella como claramente lo declara en 1 Corintios 7:10, 11, y si estamos separados no debemos casarnos con otra persona. Tal vez el mayor énfasis debe hacerse incluso antes del "sí, acepto" como nuestro Consejo a los Miembros hace referencia, o dentro de las primeras etapas de un matrimonio para trabajar en estos casos antes de llegar a este punto. En cualquier etapa, vamos a recordar los claros mandatos de la Palabra de Dios, sabiendo que los excusas que el hombre trata de fabricar solo conducirá a la física, espiritual y eterna destrucción. "He aquí muerto eres a causa de la mujer que has tomado, la cual es casada con marido"

(Gn. 20:3). La felicidad temporal de uno no es más importante que la Biblia o la eternidad. Dios es capaz de desenredar las decisiones pecaminosas que una persona ha hecho para resolver sus propias vidas. Él tiene compasión y amor por los sentimientos de las personas, su soledad y dolor y ha dado mucha fuerza a aquellos que
sufren tales circunstancias. Él puede restaurar matrimonios y salvar familias y hacerlos testimonios hermosos de su poder cuando tratamos de hacer las cosas a Su manera. La Palabra de Dios no cambia por nosotros. Hay que cambiar o adaptarse a la Palabra de Dios o enfrentar las consecuencias. Uno que es perdonado del pecado se convierte en una nueva criatura en Cristo–dando sus frutos y guardando sus mandamientos. Del pecado, incluyendo el adulterio, la Palabra declara que "¿Cómo viviremos aún en él?" (Ro. 6:2).




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