Cuando el rey Saúl no hiso la voluntad de Dios, el Señor se busco un hombre con un corazón conforme al suyo. Este hombre era David el cual hiso siempre la voluntad del Dios. David quiso construirle casa al Señor, pero Dios le dijo que él había derramado mucha sangre y que su hijo Salomón sería quien le levantaría casa. Así que David dispuso de materiales para que Salomón construyera la casa a Jehová. (1 Cr. 22:5). Luego cuando Salomón reino, le construyo la casa al Señor y cuando se la dedicó, la gloria de Dios lleno aquella casa, tanto que los sacerdotes no podían estar dentro. (2 Cr. 5:14) Pero lo que llamaba la atención de Dios no era la casa en sí, si no el amor con que Salomón y el pueblo se la habían hecho, pero cuando Salomón y el pueblo más tarde dejaron de sentir este amor, el mismo Dios envió a Nabucodonosor a destruirla. El pueblo fue llevado cautivo a Babilonia.
Setenta años después Dios los regresó para que le reconstruyeran el templo. Mientras ellos lo hacían el Señor les dijo esto: "La gloria de aquesta casa postrera será mayor que la de la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos…" (Hag. 2:9) Pero, ¿cómo podía la gloria de esta casa ser mayor que la de la pri-mera? Pues cuando Salomón la construyó el tenía todo lo que le había guardado David y todo lo que él mismo había conseguido, pero ahora Israel no tenía nada, eran una nación en ruinas. Pues ésta es la explicación: "Y haré temblar todas las gentes y vendrá el Deseado de todas las gentes; y henchiré esta casa de gloria, ha dicho Jehová de los Ejércitos," (Hag. 2:7) En esta Casa se iba a mostrar el deseado de todas las gentes. Jesús (Dios hecho hombre) se manifestaría en persona en esta casa. Simeón y Ana pudieron ver esta gloria cuando el niño Jesús fue lleva-do al templo, (Lc. 2: 25-38) y Simeón dijo cuando lo vio: "Ahora despides, Señor a tu siervo, conforme a tu palabra en paz; porque han visto mis ojos tu salvación…" (v. 29,30). Sin embargo vemos que este templo también fue destruido unos 70 años después. Pero lo que antes sucedió era tipo y sombra de lo porvenir (He. 10:1)
Así que tenemos una casa ahora en la cual la Gloria postrera será mayor que la de la primera. Esta casa fue edificada por el mismo Cristo y la compró con su sangre y en esta casa un día se manifestará ya no como hombre, sino tal y como él es en su gloria cuando venga en las nubes con sus millares de ángeles. Pero para ver esa gloria se nos ha pedido que seamos santos, se nos ha dado la Biblia que nos enseña a como serlo y el Espíritu santo que nos guía a toda verdad. Pero quizás estamos como el pueblo de Israel en Haggeo 1.2 "Jehová de los ejércitos habla así, diciendo: Este pueblo dice: No es aún venido el tiempo, el tiempo de que la casa de Jehová sea reedificada." ¡Que ironía de este pueblo! Dios los trajo de Babilonia para que reedifiquen el templo y ellos dicen que todavía no es el tiempo. ¡Que ironía de La Iglesia! Cristo la edificó y la compró con sangre para que sea santa y perfecta y estamos diciendo: "todavía no es el tiempo, un día llegáramos a la perfección". Pero Cristo no nos puso día para ser santos y perfectos. Su palabra dice que debemos serlo todos los días nuestros. (Lc. 1:75)
Encontramos un problema en el pueblo para aquellos días. "Estas son las cosas que habéis de hacer: Hablad verdad cada cual con su prójimo; juzgad en vuestras puertas verdad y juicio de paz; y ninguno de vosotros piense mal en su corazón contra su prójimo, ni améis juramento falso, porque todas estas son cosas que aborrezco dice Jehová." (Zac. 8:16,17) Zacarías y Haggeo eran contemporáneos, esto significa que el pueblo estaba reconstruyendo el templo al mismo tiempo que había men-tiras dentro de ellos, injusticias, malos pensamientos y juramentos falsos. ¿Cuál de estas cosas u otras más de las que la Biblia prohíbe quizás estamos haciendo hoy, al mismo tiempo que decimos que somos la Iglesia de Dios, la Esposa del Cordero?
Jesús no quiere que digamos que somos la luz del mundo y la ciudad asentada sobre un monte, él quiere que con nuestras acciones y obras al obedecer la Palabra, el mundo vea sin necesidad de que se le diga que la Iglesia (nosotros) es la luz del mundo y la ciudad asentada sobre un monte. (Mt. 5:16) Ya es tiempo de ser perfectos, santos y ver esa gloria postrera. Pero no la veremos mientras solo digamos que somos la Iglesia y no obedezcamos la palabra. No la veremos mientras haya mentiras en nosotros, aún si son para defender la verdad. No la veremos mientras haya esposos que no traten sus esposas como vaso más frágil, y esposas que no reconozcan que el marido es cabeza de la mujer. No la veremos mientras haya jóvenes gobernados por espíritus de lascivia y que dediquen más tiempo al internet y a las redes sociales que al estudio de la palabra y a la oración. No la veremos hasta que no solo sepamos lo que hay que hacer, sino cuando hagamos lo que tenemos que hacer. Y esto no es para mañana, el tiempo es ahora; ahora debemos ser santos perfectos y que el mundo vea la gloria de Dios en nosotros y Visualicemos La Gloria Postrera.
Por Wilson Paguero Coordinador de la BLV en la Republica Dominicana
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