jueves, 2 de octubre de 2014

“UN GRAN PASO HACIA ADELANTE“

“UN GRAN PASO HACIA ADELANTE“

Recientemente se dio un informe de evaluación respecto a las instalaciones de uno de nuestros proyectos de la iglesia. Éste se describió como “un gran paso hacia adelante”. La reacción inicial a este informe fue algo sorprendente, en vista de lo que estaba involucrado—edificios más grandes y modernos, instalaciones de mayor comodidad y más convenientes, decoro y ambiente más atractivos, equipo de correspondencia y registro más actualizado.

Por supuesto, casi todos disfrutan muebles e instalaciones confortables y convenientes, ¿pero deberán estas cosas ser el objetivo que determina nuestro progreso? ¿Qué es más importante, una banca acolchada con alfombra por debajo sin nadie en ella, o una simple banca dura llena de nuevos conversos? Si usted tuviese que hacer una evaluación entre los dos, ¿Cuál de los dos consideraría usted progreso en vista de nuestra misión? Sería bueno tener los dos, pero donde se tiene que hacer una distinción, uno es progreso y el otro no lo es. Si nosotros mantenemos el mismo modo de pensar que muchos tenemos, pronto tendremos excelentes instalaciones confortables y convenientes y nadie que las disfrute. La Iglesia todavía existirá—ella no puede fracasar en su eterno encuentro; ella será todo lo que ha sido destinada a ser, e incluso mucho más de lo que nos imaginamos—pero a menos que algunos de nosotros cambiemos nuestra manera de pensar para conformarnos a la Gran Comisión, no estaremos aquí para ver su gloria.

Existe el peligro de llegar a ser demasiado crítico y abyectamente negativo acerca de algunas de la condiciones que existen entre nosotros y debemos guardar en contra de adquirir y albergar estas actitudes, pero al mismo tiempo sería igualmente malo ignorar y guardar silencio acerca de la condiciones y los asuntos sutiles que son un desvío de nuestro objetivo expreso. Pablo escribió a Tito (y a nosotros), “Esto habla y exhorta y reprende con toda autoridad…” (Tito 2:15).

El ignorar y no corregir las ideas, modas y acciones falsas y engañosas es exactamente lo que el diablo quiere que hagamos. Hemos hecho tanto de esto que él baila de alegría cada vez que “escondemos la cabeza en la arena”. ¡Qué tragedia estar más influenciados por las maquinaciones diabólicas que por la guía divina! Tenemos que corregir nuestro rumbo; tenemos que dejar que nuestra manera de pensar sea dirigida por la influencia del Espíritu Santo. De otro modo, Jesús nos dirá lo que le dijo a Pedro en una de las reprendidas más severas de las Escrituras, “…Quítate de delante de mí, Satanás; me eres escándalo; porque no entiendes lo que es de Dios, sino lo que es de los hombres” (Mtt. 16:23).

El elevar y regocijarnos por las cosas que no están relacionadas con la Gran Comisión es una indicación de un objetivo equivocado. Las instalaciones y los signos de nuestra misión son tan inconsecuentes para la importancia de la misión en sí que ellas deberán ser relegadas a un lugar de menor importancia. ¿Todavía estamos tratando de impresionar a todo el mundo con cosas materiales impresionantes? Esta no es una consideración con la mayoría de nuestros hermanos y hermanas en la Iglesia universal en general, pero en los países donde la economía se presenta a la abundancia y afluencia existe la tendencia de deslizarse hacia un énfasis de lo material y esta viene acompañada de un espíritu que no es de Dios.

En este momento una advertencia amorosa es oportuna. Tenemos que recordar que lo único que se irá en el rapto de la Iglesia serán las almas que hayamos ganada para el Señor. Todo lo demás será dejado atrás. Si nuestros “gran pasos hacia adelante” han sido edificios e equipos en vez de almas, la cosecha será extremadamente desagradable para Dios. En estos días de escasa cosecha tenemos que tener cuidado de no dejar que nuestra falta de regocijo por las almas y la cosecha reunida se sustituya por el regocijo de edificios nuevos o un órgano nuevo en el santuario. Recuerde, somos obreros en las misma cosecha que Cristo, Pablo, Juan el bautista, Pedro y todos los progenitores de este maravilloso esfuerzo. ¿Se juntarán con nosotros para regocijarse de las cosas que hacemos? Piensa en estas cosas”.

Este mensaje fue escrito cuando la Iglesia se estaba desviando. Poco después el Espíritu Santo hizo el llamado para una reorganización de la Iglesia.
¡Nos hace reflexionar!
EL PASADO SUPERVISOR GENERAL, ROBERT J. PRUITT

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