jueves, 19 de noviembre de 2015

¿Estas Listo para “Ser el Oportuno?


“¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltará contando de Gedeón, de Barac, de Samsón, de Jephté, de David, de Samuel, y de los profetas: Que por fe ganaron reinos, obraron justicia, alcanzaron promesas, taparon las bocas de leones. Apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de cuchillo, convalecieron de enfermedades, fueron hechos fuertes en batallas, trastornaron campos de extraños. Las mujeres recibieron sus muertos por resurrección; unos fueron estirados, no aceptando el rescate, para ganar mejor resurrección; otros experimentaron vituperios y azotes; y á más de esto prisiones y cárceles; Fueron apedrea-dos, aserrados, tentados, muertos á cuchillo; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltrata-dos; De los cuales el mundo no era digno…” (He. 11:32-38).

 

La Biblia y nuestra propia historia están llenas de hombres y mujeres como los mencionados en estos ver-sículos de la escritura. Algunos de ellos tenían libros enteros acerca de ellos mismos o escritos por ellos y otros estuvieron en la escena de la Biblia por únicamente uno o dos capítulos. Todos ellos sirvieron fielmente a Dios sin la menor intención de que sus nombres fueran mencionados o sus historias fueran compartidas; simplemente amaron al Señor y a su causa y estuvieron dispuestos a negarse a sí mismos para poder servirle. Si pudiéramos hablar con ellos, sin duda nos harían saber su indignación al ser mencionados con otros héroes de la fe y tratarían de desviar toda la gloria y atención de nuevo al Señor. En realidad, ese espíritu humilde es una gran parte de lo que los hizo exitosos para Dios. Eso es lo que significa ser “el Oportuno," vivir tu vida de la manera que desvíes la gloria de ti mismo hacia Dios sirviéndole humildemente y ensalzando Su causa no la tuya propia.

 

Pablo le escribió a la iglesia de Corinto con respecto a aquellos que Dios elige para trabajar para Él. Él elige a los insensatos para confundir a los sabios y a los débiles para confundir a los fuertes. Elige a los humildes y a los menospreciados. Lo hace de esta manera para "que ninguna carne se jacte en su presencia" (1 Co. 1:29). Todos estos héroes de la fe reconocieron que no podían gloriarse en sí mismos, sino que toda la gloria le pertenecer al Señor.

 

¿Y qué de nosotros? En primer lugar, ¿estamos dispuestos a hacer a un lado todo, a sacrificarnos a nosotros mismos, nuestros sueños y esperanzas para poder tener la gran oportunidad de vivir para el Señor y servirle? ¿Estamos dispuestos, si es necesario a enfrentarnos a la violencia del fuego para lograr que se apague o a experimentar debilidad para que Dios pueda ser fuerte en nosotros? ¿Qué pasa si tenemos que ver a nuestros seres queridos perder sus vidas para que Dios pueda ser glorificado al levantarlos de nuevo? ¿Confiamos en Dios lo suficiente para permitir que nuestros seres queridos, o incluso nosotros mismos, vallamos tan lejos para permitir que Él sea glorificado? ¿Estamos dispuestos a ser torturados por la causa de Cristo o a experimentar crueles vituperios y azotes por amor de su nombre? ¿Y sobre la cárcel, estaremos dispuestos a ir a prisión por la causa de Cristo? Tal vez estas preguntas les parezcan ridículas, lea el relato en Hebreos, todo está ahí, y más. Estas son las cosas que el pueblo de Dios ha sufrido a lo largo de la historia para poder ganar a Cristo y ganar batallas para Él. Estaban dispuestos a avanzar y "Ser el Oportuno" para Dios en su generación. No siempre es glamoroso, de hecho, casi nunca lo es, pero Dios es siempre fiel en recompensar a aquellos que están dispuestos a hacer todo a un lado y servirle. Sacrificio parcial no es suficiente, el sacrificio parcial no es sacrificio en lo absoluto, es egoísmo.

 

En segundo lugar, ¿estamos dispuestos a permitir que toda la gloria, todo el honor y toda la atención se desvíen al Señor? La mayoría de nosotros tenemos una tendencia natural a llamar la atención hacia nosotros mismos de alguna manera. Desde nuestro nacimiento hemos sido acondicionados a creer que el mundo gira en torno a cada una de nuestras necesidades, deseos y caprichos. A medida que crecemos esta condición es magnificada por una sociedad que nos anima a seguir nuestros propios sueños y a forjar nuestros propios caminos. Muy a menudo el espíritu detrás de estos mensajes, y otros, es que vale la pena ir detrás de todo lo que tú deseas sin importar las con-secuencias. Esto es justo lo contrario a lo que Dios desea para nosotros. Él tiene un camino diseñado para cada uno de nosotros y muy a menudo este es muy diferente a la ruta que nos imaginamos para nosotros mismos. Algunas veces, después que ya hemos renunciado a nuestra voluntad para hacer la Suya, todavía no podemos dejar a un lado la idea que todo gira alrededor de nosotros y buscamos atención y gloria para nosotros mismos. Aquellos a quienes Dios elige para hacer su obra no sólo están dispuestos a desviar toda la gloria de sí mismos hacia Él, sino también reconocen que no son merecedores de ninguna gloria. Hace ya mucho tiempo que han muerto a su carne con sus deseos como para atraer atención para sí mismos; han tomado a pecho las palabras de Pablo a la iglesia en Corinto, ninguno de nosotros somos dignos de gloriarnos en nosotros mismos.

 

Estas características que debemos de tomar son características de Cristo que debemos emular. "Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz cada día, y sígame. Por-que cualquiera que quisiere salvar su vida, la perderá; y cualquiera que perdiere su vida por causa de mí, éste la salvará."(Lc. 9: 23-24). Nuestra cruz debe ser similar en característica a la cruz que Jesús llevó. Nunca vamos a sufrir por los pecados de otros, o en la medida en que Jesús sufrió. Sin embargo, nuestra cruz debe ser una cruz de abnegación y sacrificio voluntario. Con frecuencia leemos esta escritura y nos alentamos a nosotros mismos por tomar nuestra cruz al rendir nuestro corazón al servicio de Dios, pero una cruz no se lleva sin dolor ni es fácil de soportar. La cruz era un instrumento para una muerte cruel. Sin duda, el volverse a Dios en arrepentimiento es el primer paso de tomar nuestra cruz, pero debemos asemejarnos a la muerte de Jesús (cf. Fil. 3:10) en nuestro nivel de sacrificio voluntario y abnegación. "Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús: El cual, siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual a Dios: Sin embargo, se anonadó á sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante á los hombres; Y hallado en la condición como hombre, se humilló á sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz." (Fil. 2: 5-8). Incluso Jesús no se glorió en sí mismo, mientras estuvo en la tierra. Muchas veces Él instruyó a los que sanó a no decirle a nadie de Él. Su objetivo fue desviar toda la gloria al Padre mientras estuvo en la tierra. Si Jesús vivió una vida en la que desvió la gloria de sí mismo hacia el Padre, entonces ciertamente debemos hacerlo. Nuestras luces deben brillar ante todos los hombres, pero lo que ilumine en nuestras acciones y carácter debe dirigir a los hombres al Padre para traerle gloria a Él (Mt. 5:16).

 

¿Qué dices? ¿Está dispuesto? ¿Lo harás? ¿Serás tú "El Oportuno" cuando Dios necesite de uno para hacer su trabajo? ¿Estás listo para sacrificarte por quien sacrificó todo por ti? ¿Estás dispuesto a permitir que la gloria se le dé a Él, donde pertenece? Él siempre está buscando y siempre dispuesto a añadirte a la lista creciente de "los cuales el mundo no [es] digno."
Por el Obispo Dustin Hays, Coordinador General de la BLV

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