jueves, 21 de junio de 2012

LA SANTIFICACIÓN

LA SANTIFICACIÓN


"En esa voluntad nosotros somos santificados, mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una sola vez. [Cristo no sólo compró nuestra salvación, sino también nuestra santificación.] Así que, todo sacerdote se presenta cada día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados: [las ofrendas no más que de hombres nunca podrían deshacerse del pecado ni de la naturaleza del pecado. ¡Tomó la sangre de Jesucristo para consumar eso!] Pero éste [Jesucristo], habiendo ofrecido un solo sacrificio por los pecados, se sentó para siempre a la diestra de Dios, esperando de allí en adelante hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies. Porque con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los santificados” (He. 10:10, 14).

La santificación, cuando se relaciona con el individuo, usualmente es mal entendida y es raro que ya no se oiga predicar en la mayoría de las organizaciones cristianas. Algunos quieren hacernos creer que Dios no puede santificar del todo a una persona toda a la vez, pero la Biblia enseña de otro modo. Cuando Dios hace la obra, Él la hace bien, no incompleta. Una vez que entendió, ¿quién no desearía experimentar el poder santificador de la gracia de Dios en sus vidas?

(2 Timoteo 2:21) “Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será un vaso para honra, consagrado y útil para el Señor, preparado para toda buena obra”.

I. Hay Tres Naturalezas

Hay tres naturalezas del hombre. Estas son 1) la naturaleza humana que es neutral, 2) la naturaleza Adámica que es carnal/humana/malévola, y 3) la naturaleza Divina que es santa.

A. LA NATURALEZA HUMANA

La naturaleza humana es el carácter esencial de una persona. Es lo que hace a una persona distinta y distinguirse de alguna otra persona en el mundo. Es la personalidad de la persona y no se debe confundir con la naturaleza humana o la carnal. Hablando espiritualmente, la naturaleza humana es neutral. En sí, tampoco es buena ni malévola. Se define como buena o malévola sólo cuando es influida por la naturaleza Adámica o por la naturaleza Divina. La naturaleza humana está compuesta de los deseos naturales del hombre que Dios ha creado en cada uno de nosotros. Los deseos en sí no son buenos ni malos, pero son afectados por cualquiera que sea la otra naturaleza que ha reinado en el cuerpo (Adámica o Divina). La naturaleza humana bajo el control de la naturaleza Adámica conducirá a hacer el mal mientras que la naturaleza humana bajo el control de la naturaleza Divina conducirá a hacer el bien.

B. LA NATURALEZA ADÁMICA

La naturaleza Adámica es la naturaleza heredada del pecado, a menudo se refiere como al “viejo hombre” o la raíz del pecado. La naturaleza Adámica es lo que causa el deseo de pecar. En el pecador, la naturaleza humana neutral es abastecida por la naturaleza Adámica pecaminosa y el resultado es el pecado que se ha cometido, así que la persona vive una vida en oposición directa a Dios.

Hay una diferencia entre la naturaleza Adámica y el pecado que se ha cometido. En la salvación, un pecador es perdonado de los pecados que él ha cometido. La salvación es el perdón POR los pecados que han sido cometidos, pero NO está libre del deseo de pecar. Una vez que una persona recibe la salvación, es un cristiano.

Si la naturaleza Adámica (que es humana y carnal) controla la naturaleza humana, causa que la persona cometa pecado, porque la naturaleza Adámica es pecaminosa. Antes de una persona nacer de nuevo, hay dos naturalezas que están trabajando en ella—la naturaleza Humana y la naturaleza Adámica. ¿Qué significa eso? Significa que la naturaleza Humana neutral será controlada por la naturaleza Adámica pecaminosa.

La naturaleza humana es casi lo mismo en todos los seres humanos, porque es en este reino que identificamos los deseos y los apetitos que todos nosotros tenemos hasta cierto punto. No hay pecado implicado en estos instintos humanos normales hasta que actúe por la naturaleza Adámica pecaminosa. Por ejemplo, el instinto de deseo de la naturaleza humana es algo normal y dado por Dios, pero cuando actúa por la naturaleza Adámica, este instinto de deseo normal puede conducir a la contaminación con el alcohol. Otro instinto natural humano dado por Dios es el instinto de sexo. Cuando está bajo el control de la naturaleza Adámica, puede causar toda clase de mal—prostitución, pornografía, infidelidad, homosexualidad, ultraje, y la lista podría seguir y seguir.

C. LA NATURALEZA DIVINA

Con la salvación viene la naturaleza divina (la naturaleza exenta de pecado puesta en nosotros por Cristo). Cuando realmente una persona es (¡pero prodigiosamente!) nacida de nuevo (salva), toma posesión de la naturaleza divina de Cristo y comienza la BATALLA. Esta batalla interna y espiritual es el resultado de la naturaleza divina que toma posesión del territorio antiguo de la naturaleza Adámica. Ahora hay dos influencias muy diferentes que intentan dominar a la naturaleza humana, acuérdense que, es neutral. La naturaleza divina intenta convencer a la naturaleza humana a hacer las cosas que son agradables a Dios, pero también la naturaleza Adámica lucha por continuar haciendo a su manera. ¡La lucha puede ser violenta! Si la naturaleza divina controla a la naturaleza humana, el individuo sólo hace lo bueno y procura agradar a Dios y tener confraternidad con Él. Si a la naturaleza Adámica se le permite ganar y tener el control, el resultado es que la persona cae otra vez en un estado pecaminoso y se descarría. ¿Cuál es la respuesta a esta batalla interna? ¡Es la Santificación!

II. La Santificación

En la santificación, el cristiano (una persona que ha nacido de nuevo) tiene la naturaleza Adámica eliminada. ¡La naturaleza Adámica (ese deseo y ansia intensa de pecar) es eliminada del todo, toda a la vez! Es exterminada del todo, extirpada de raíz sin quedar ninguna parte del “viejo hombre”. Las personas no son santificadas progresivamente, que significa que partes del “viejo hombre” no son exterminadas y eliminadas a través de los años. ¡No! ¡La gracia de Dios es más poderosa que eso! Su gracia es muy sublime que puede y aniquila del todo a la naturaleza Adámica en una obra repentina. El resultado es que la santificación se deshace de “querer pecar” exterminando a la naturaleza Adámica.

En la santificación, hay sólo dos naturalezas que permanecen—la naturaleza humana y la naturaleza divina. En vista de que este es el caso, ya no hay más una constante batalla interna. Ya no hay más una lucha con la naturaleza Adámica. ¿Por qué? ¡Porque ha sido crucificada! La naturaleza Humana neutral es así controlada voluntariamente por la naturaleza divina. “Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado con Él, para que el cuerpo de pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que ha muerto, libre es del pecado” (Ro. 6:6, 7). ¡Qué promesa impresionante!

CONCLUSIÓN

La santificación es la segunda obra definida de la gracia provista mediante el sacrificio de Cristo por nosotros en la cruz. “Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo con su propia sangre, padeció fuera de la puerta. Salgamos pues a él fuera del real, llevando su vituperio” (He. 13:12, 13).

La santificación es instantánea mediante el Espíritu Santo. Crucifica y hace que el “viejo hombre” muera. Extirpa la raíz del pecado, no pedazo por pedazo, sino toda a la vez.

La santificación queda libre de la ansia y el deseo intenso de pecar. ¿Acaso eso significa que el diablo nunca le tentará a pecar otra vez? No, lamentablemente no. Él definitivamente continuará a tentar, pero la santificación le ayudará a vencer, le causará que ya no sea más un esclavo del pecado. “Sino como aquel que os ha llamado es santo, sed también vosotros santos en toda conversación: Porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1:15, 16). ¿Hay alguna duda de que cuando Dios da un mandamiento Él provee un medio para que lo cumplan?

¿Acaso usted ha sido santificado? Si no ha sido santificado, se puede hallar en un altar de oración. ¡Pídale hoy a Dios esta experiencia esencial! (Véase a Romanos 6:6, 7)

Tesoros de La Verdad

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