lunes, 6 de febrero de 2017

Amando a los Jovenes

El año era 1920 y A. J. Tomlinson, Supervisor General, animó a la Iglesia a amar y cuidar de sus jóvenes:

“Quisiera por unos momentos compartir algunas palabras a favor de nuestros jóvenes. Ellos están creciendo en nuestros medios y queremos mantenerlos interesados en la Iglesia. Eventualmente ellos serán llamados a tomar nuestros lugares y llevar la carga del trabajo de la Iglesia si el Señor se tardare. ¿Y qué sería la Iglesia sin la vida y el fuego que los jóvenes deposita en ella? Usualmente ellos están poseídos por el espíritu de progresión. Ellos quieren ver las cosas moverse. Nunca están contentos al correr en surcos viejos. Ellos quieren vida en la Escuela Dominical. Ellos quieren vida en la reunión. Ellos quieren que se demuestre el poder de Dios. A ellos les encanta sentir la gloria del poder pentecostés.

Necesitamos a los jóvenes y no podemos vivir sin ellos. Esto se aplica a los jóvenes casados como también a los que no son casados. Queremos que sus vidas sean alegres. No queremos que sus vidas sean sombrías. No queremos que se desanimen y se sientan fríos y se vayan de la Iglesia. Queremos que sientan que la Iglesia de Dios es el mejor lugar en el mundo para ellos. A fin de que ellos sientan de esta manera es necesario que los más viejos los amen y animen, y que nunca hagan o digan algo que tenga la tendencia de alejarlos.

Una cierta iglesia con la cual estoy bien familiarizado perdió casi todos sus jóvenes y como resultado la iglesia hoy día casi desaparece. Sólo es asunto de tiempo hasta que llegue a ser cosa del pasado. Ellos estaban a los extremos...a los jóvenes no se les dio ninguna oportunidad para las relaciones sociales. No se les permitió cantar, tener instrumentos musicales, ni tampoco mezclarse con los jóvenes de otras iglesias...los más viejos los tenían atados e intentaron hacer gente vieja de ellos mientras que aún eran joven.

Y si ellos no estaban dispuestos a someterse a las demandas de los miembros más viejos en este respecto, ellos eran excluidos. Tengo el placer de saber que los miembros más viejos de la Iglesia de Dios no son como estos que acabo de describir. Mas he temido que algunos de nuestros jóvenes han sido heridos y alejados por algunos que han sostenido opiniones extremas concerniente a las acciones y comportamientos de los jóvenes...

No quisiera que nuestros jóvenes fueran frívolos y superficiales y atolondrados y mundanos e insensatos. Yo me opongo a esto; pero tampoco quisiera que sean desanimados y alejados debido a que a veces ellos parecen ser muy ligeros y sin valor...y no se comporten piadosos como a mí me gustaría verlos. No me gusta que sean acusados de haber reincidido debido a que no testifican cada vez que hay un servicio de testimonio, o debido a que no participan en los cantos como siempre...Una pocas palabras de ánimo y una mirada agradable y un amoroso saludo de mano quizás sea de ayuda...cuando unas cuantas palabras de crítica o quejas a ellos quizás los empuje al desánimo y a perder la esperanza hasta que en verdad ellos sí caigan de nuevo al pecado y se conviertan en irresponsables y queden en ruinas.

Intentemos animar a nuestros jóvenes y ayudémosles y sufrámoslos un poco más...Los predicadores no deberán predicarles a ellos...Vale más predicar el evangelio y orar por ellos, y cuando termine el servicio vayan y salúdenles la mano y...ámenlos mucho...

No puedes empujar a los jóvenes, tampoco a los más viejos, para que sean buenos...Sí, debemos salvar a nuestros jóvenes para la Iglesia, y yo creo que sí lo haremos...Son las ramitas joven y tiernas que llevan el fruto, no obstante, estas ramitas tiernas tienen que ser soportadas y alimentadas por el tronco y las ramas y los pámpanos grandes. Por consiguiente, los que somos más viejos debemos alegremente dar nuestro apoyo y fortaleza a la gente joven para que más almas puedan ser salvas.

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