martes, 19 de junio de 2018

EL NOMBRE DE LA IGLESIA

“Por amor de Sión no callaré, y por amor de Jerusalem no he de parar, hasta que salga como resplandor su justicia, y su salud se encienda como una antorcha. Entonces verán las gentes tu justicia, y todos los reyes tu gloria; y te será puesto un nombre nuevo, que la boca de Jehová nombrará” (Is. 62:1, 2). El capítulo 62 de Isaías trata con profecías sobre la Iglesia. En la profecía, a la Iglesia a menudo se le conoce Sión y, a veces, Jerusalem, como podemos ver en estas escrituras. El versículo uno habla de su justicia y luz. En Mateo 5:14 Jesús dijo de la Iglesia, “Vosotros sois la sal del mundo…” En el versículo dos, a los gentiles se le promete acceso al beneficio de esta gloriosa luz. La comisión de la Iglesia es ir a todo el mundo y predicar el evangelio a toda criatura (Marcos 16:15). Esta comisión de toda criatura dada a la Iglesia por Cristo estaría de acuerdo con y cumpliendo Mateo 21:43 donde Jesús dijo, “Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que haga los frutos de él.” Esta nación es la Iglesia, la cual es llamada en 1 de Pedro 2:9, “gente santa” y su nombre fue proclamado por la boca del Señor, Él mismo, en cumplimiento de Isaías 62:2. Cuando los judíos rechazaron a Cristo y Su mensaje, Él recurrió a la Iglesia con esta comisión mundial. Todo esto fue visto y planeado desde la fundación del mundo.

La noche antes de Su crucifixión, Jesús oró una hermosa oración que se registró en Juan 17. En esta oración podemos encontrar información vital sobre el nombre de la Iglesia. “He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste…” (v.6). Esto significa que debían identificarse con este nombre que les había dado. En el versículo 11, Él le pidió a Su Padre que “a los que me has dado, guárdalos por tu nombre…” En el versículo 12, Él dijo, “cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre…” En el versículo 26 Él continuó con esta posición al decir, “Y yo les he manifestado tu nombre, y manifestare lo aún…”

Todos estos versículos en Su oración señalan el hecho de que Él llamó a Su Iglesia después del nombre de Su Padre, para cumplir la profecía de que la boca del Señor le daría un nombre a la Iglesia, Él podría haber llamado cualquier otro nombre, como La Iglesia de Cristo, o La Iglesia de Jesús, o algún otro nombre, pero Él eligió llamarla La Iglesia de Dios, en honor a Su Padre Celestial.

A lo largo de las escrituras del Nuevo Testamento encontramos referencias hechas a “La Iglesia de Dios” o una variación de este nombre. Las siguientes son algunas de estas referencias: Hechos 20:28; 1 Co. 1:2; 2 Co. 1:1; 1 Co. 10:32; 15:9; Ga. 1:13; 1 Ti. 3:5,15; 1 Pedro 4:17; He. 3:6.

En Romanos 16:16, el apóstol Pablo dice, “Os saludan todas las iglesias de Cristo.” Esta expresión no se refiere al nombre de la Iglesia sino a la propiedad de la Iglesia. Esta es la única referencia como tal en el Nuevo Testamento.

El Señor Jesucristo nombró Su Iglesia La Iglesia de Dios y por la gracia de Dios continuamos bajo este glorioso nombre hoy.

La primera parte de esta serie revela el nombre bíblico de la verdadera Iglesia Bíblica como “La Iglesia de Dios,” queremos mostrar en la segunda parte que la verdadera Iglesia se desvió de los principios bíblicos y dejó de funcionar, el nombre de la Iglesia también se metamorfoseó en otra cosa.

El Nuevo Testamento y los primeros ministros y escritores de la Iglesia hicieron referencia al nombre de la Iglesia como la Iglesia de Dios. Esta denominación de la Iglesia estaba bien arraigada en las mentes y corazones de sus miembros y conocidos en todas partes. Se puede notar que la palabra ‘la’ e ‘iglesia’ no se escribieron en mayúsculas como lo hacemos hoy, sin embargo, ellos representaban el nombre propio de una entidad distinta. [Por favor siga este hilo de pensamientos mientras continuamos con la historia del nombre de la Iglesia en el futuro.]

La Iglesia Primitiva creció en millones de miembros y se extendió por el mundo conocido, y especialmente en el Imperio Romano. Las Iglesias se establecieron en muchos lugares. La Iglesia se volvió poderosa al punto que el Emperador Romano, Constantino, se unió a la Iglesia y comenzó a ejercer influencia y poder sobre ella. Fue él quien convocó a los obispos de todas las naciones bajo el cielo, como lo relata el historiador Eusebio, para el concilio de Nicea que resultó en la adopción del Credo de Nicea que sumergió a la Iglesia Primitiva en la apostasía del periodo de la Edad Oscura.
Constantino envió cartas sobre el resultado del concilio a todas las iglesias llamándolas “las multitudes felices de la Iglesia Católica.” En otras cartas y escritos él, junto con otros líderes de la Iglesia, se refirieron a la Iglesia como ser la “Iglesia Católica.”

Alejandro, el renombrado Obispo de Alejandría, en su carta al “ministerio de la Iglesia Católica… en todos los lugares” se refiere a ellos ser un cuerpo de la Iglesia Católica. En los registros de los concilios, la Iglesia fue referida como “La Santa Iglesia Católica y Apostólica de Dios.”

Para ser justos, la palabra “católica” significa universal o abarcar todo. Mientras que la Iglesia Primitiva era la Iglesia universal, siendo la única Iglesia en ese momento, lo hizo con toda probabilidad, abrazando a todos los cristianos como miembros. Si bien este puede haber sido el propósito original de usar ese termino para referirse a la Iglesia, no fue su único intento. Los primeros registros históricos de la Iglesia revelan que las palabras se escribieron con mayúscula, lo que denota que las referencias se refieren al nombre propio de una organización, así como a las características de esa organización.

El nombre de “la iglesia de Dios” no se desapareció de la noche a la mañana. Se volvió cada vez más relegado a los pasillos de la historia distante a medida que pasaba el tiempo, mientras que el nombre “Iglesia Católica” se volvió cada vez más de moda por su uso popular y continuo. Generalmente se ha reconocido hoy como la “Iglesia Católica Romana” y algunas veces como la “Iglesia Romana.” El termino “iglesia de Dios” o “la iglesia de Dios” todavía era algo familiar para cristiandad en general a través del periodo de la Era Oscura, como veremos en nuestra próxima entrega.

Walter Lofton
Historia Bíblico de la Iglesia

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