miércoles, 30 de mayo de 2012

Pureza de Acción

Pureza de Acción


“Esto manda y enseña. Ninguno tenga en poco tu juventud; pero sé ejemplo de los fieles en palabra, en conversación, en caridad, en espíritu, en fe, en limpieza. Entre tanto que voy, ocúpate en leer, en exhortar, en enseñar. No descuides el don que está en ti, que te es dado por profecía con la imposición de las manos del presbiterio. Medita estas cosas; ocúpate en ellas; para que tu aprovechamiento sea manifiesto á todos. Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello; pues haciendo esto, á ti mismo salvarás y á los que te oyeren” (1 Ti. 4:11-16).

Pablo nos da muy buenas instrucciones en estos versículos de las Escrituras. Primeramente, nos dice que seamos ejemplo de los fieles. El hecho acerca de esta declaración es que si tú proclamas el ser cristiano en la sociedad de hoy, o aún dices que vas a la iglesia, el mundo te mira como un ejemplo de los fieles. Así es precisamente como algunos cristianos se etiquetan como hipócritas (cuando estos que dicen ser cristianos no se comportan de una forma que honre a Cristo). El desafío para nosotros es mostrarles a las gentes lo que realmente es ser un cristiano. Eso es lo que significa ser un ejemplo de los fieles.

Entonces él da una lista de las áreas en las cuales tenemos que ser ejemplos. Fíjate como cada una de estas áreas son cosas que las gentes verán en tu vida. En este pasaje de las Escrituras él no señala cosas que están ocultadas en el corazón, sino cosas que están al descubierto para que el mundo las vea. “En palabra” significa, las cosas que decimos. Por cierto, las gentes están conscientes de las cosas que tú dices. “Conversación”, no sólo son las cosas que tú dices con tu boca, sino también las cosas que tú dices con las acciones de tu vida. Esto abarca nuestra palabra hablada, pero también nuestra palabra actuada. “Caridad” (amor) — las personas notan las actitudes que tienes, no solamente hacia ellos, pero también hacia los demás. Demuestra la perfecta caridad. “Espíritu”, es la disposición mental, la forma en que te conduces. ¿Tienes gozo, paz, etc., o tienes confusión en tu corazón y mente? Cosas semejantes a estas son muy visibles. “Fe”, — ¿has escuchado alguna vez alguien decir de otra persona: “Esa es un persona de gran fe?”. No estamos solamente hablando de esa clase de fe que mueve montañas, sino también de la fe vivida, o de vivir en la fe o doctrina. Y finalmente, llegamos a “Pureza”. Una vez más, tu vida está a la vista de todos a todo tiempo y en todo lugar. Tú debes esforzarte por ser un ejemplo de los fieles en pureza. En todas partes de nuestras vidas debemos permanecer puros. Entonces, Pablo dice que prestemos atención, o estemos seguros de hacer estas cosas (hablando de la Palabra). Lee la Palabra, honra el mensaje de la Palabra y doctrina. La Palabra no es más que la doctrina; no descuides esa parte de ella. Finalmente, él dice ten cuidado, presta especial atención a ti mismo y a la doctrina. Conoce lo que estás haciendo y cómo se ajusta a la Palabra. Si nos mantenemos examinados de esta manera, tendremos pureza en nuestras acciones.

“Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor á los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo. Mas en una casa grande, no solamente hay vasos de oro y de plata, sino también de madera y de barro: y asimismo unos para honra, y otros para deshonra. Así que, si alguno se limpiare de estas cosas, será vaso para honra, santificado, y útil para los usos del Señor, y aparejado para toda buena obra. Huye también los deseos juveniles; y sigue la justicia, la fe, la caridad, la paz, con los que invocan al Señor de puro corazón” (2 Ti. 2:19-22).

El Comentarista Matthew Henry dijo:

“Otra cosa que nos debe confortar es que aunque hay algunos cuya fe está derrocada; sin embargo, hay otros que mantienen su integridad, y permanecen firmes (2 Ti. 2:20): “Mas en una casa grande, no solamente hay vasos de oro…” etc. La iglesia de Cristo es una casa grande, una bien amueblada: ahora bien, algunos de los muebles de esta casa son de gran valor, como los platos en una casa; algunos de poco valor, y usados para cosas inferiores, como los vasos de madera y de barro; así también en la iglesia de Dios. Hay algunos profesores de religión que son como vasos de madera y de barro; ellos son vasos de deshonra. Pero al mismo tiempo no todos son vasos de deshonra; hay “vasos de oro y de plata”,vasos de honra, “santificados y preparados para el uso del Maestro”. Cuando somos desalentados por la maldad de algunos, debemos animarnos nosotros mismos considerando la bondad de otros. Ahora debemos asegurar que nos convirtamos en vasos de honra; debemos limpiarnos de estas opiniones corruptas, que podamos ser santificados para el uso de nuestro Señor. Observe, (1.) En la iglesia hay vasos de honra y otros de deshonra; hay algunos vasos de misericordia y otros vasos de ira (Ro. 9:22, 23). Algunos deshonran la iglesia por sus opiniones corruptas y vidas malvadas; y otros la honran y acreditan por sus conversaciones ejemplares. (2.) El hombre debe limpiarse de estas cosas para ser un vaso de honra o estar listo para el uso del Maestro. (3.) Todo vaso tiene que estar aparejado para los usos del Señor; cada uno a quien Dios apruebe en la iglesia debe ser devoto al servicio del Señor y estar listo para Su uso. (4.) La santificación en el corazón es nuestra preparación para toda buena obra. El árbol debe ser hecho bueno y entonces los frutos serán buenos”.

“Aquí Pablo exhorta a Timoteo a tener cuidado de los deseos juveniles, (2 Ti. 2:22). Aunque él era un varón bueno y santo, sin duda muerto para el mundo, aún Pablo creyó que era necesario advertirle en contra de los deseos juveniles: “Huye de ellos, toma todo cuidado y esfuerzo posible para mantenerte limpio de estas cosas”. La concupiscencia de la carne son deseos juveniles, contra los cuales la juventud tiene que guardarse, y los mejores no deberán sentirse confiados. Él recomienda un excelente remedio contra los deseos juveniles: “sigue la justicia, la fe, el amor, la paz”, etc. Observe, (1.) Los deseos juveniles son muy peligros, por lo cual aún los jóvenes prometedores deben ser advertido de lo mismo, porque estos batallan en contra del alma, (1 P. 2:11). (2.) El exaltamiento de nuestra gracia será la extinción de nuestra corrupción; entre más seguimos lo que es bueno, más pronto y más lejos huiremos de lo que es malo. La justicia, fe y el amor serán excelentes antídotos contra los deseos juveniles. El amor santo sanará los deseos impuros. “Seguir la paz con los que invocan al Señor”. El mantenernos en la comunión de los santos nos librará de toda comunión y obra infructuosa de las tinieblas. Mire el carácter del cristiano, ellos son “los que invocan al Señor de puro corazón”. Observe, a Cristo se le debe orar. Es una característica de todos los cristianos invocar Su nombre; pero nuestras oraciones a Dios y Cristo no son aceptables ni tampoco exitosas si no salen de un corazón puro”.

¿Qué es exactamente deseos juveniles a los cuales Pablo se refiere en esta escritura? Primero necesitamos ser capaces de entender que es deseo (codicia). Para responder esta pregunta, veremos la definición del Diccionario Webster:

Deseo (codicia): concupiscencia (anhelo de cosas carnales); apetito carnal; deseo ilícito de placeres carnales. Mala propensión, depravación (corrupto, malvado, destituido de santidad o de buenos principios) afectos y deseos; tener deseos irregulares o desmesurados.

Por lo tanto, los deseos juveniles son deseos ilícitos o pensamientos corruptos que tienden a atacar más a los jóvenes que a los adultos. Por eso es que cuando pensamos en concupiscencia, típicamente pensamos en deseos sexuales; ese no es el todo de su significado, no obstante, sí es el deseo que típicamente ataca a nuestros jóvenes y especialmente a nuestros jóvenes masculinos. Pablo dice huye de estas cosas, ni siquiera te entretengas con ellos un momentito. Él sabía de ellos lo que Pedro declaró en nuestra siguiente escritura y también lo que Santiago más tarde declararía acerca de ellos.

“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, gente santa, pueblo adquirido, para que anunciéis las virtudes de aquel que os ha llamado de las tinieblas á su luz admirable. Vosotros, que en el tiempo pasado no erais pueblo, mas ahora sois pueblo de Dios; que en el tiempo pasado no habíais alcanzado misericordia. Amados, yo os ruego como á extranjeros y peregrinos, os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma, Teniendo vuestra conversación honesta entre los Gentiles; para que, en lo que ellos murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen á Dios en el día de la visitación, estimándoos por las buenas obras” (1 P. 2:9-12).

“Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de Dios: porque Dios no puede ser tentado de los malos, ni él tienta á alguno: Sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído, y cebado. Y la concupiscencia, después que ha concebido, pare el pecado: y el pecado, siendo cumplido, engendra muerte” (Stg. 1:13-15).

Pedro declara que los deseos pelean en contra del alma. Santiago declara que cuando la concupiscencia ha concebido en nuestros corazones, ésta pare el pecado. Tu alma es lo más precioso que tú posees y lo que más durará. Debemos guardarla con toda diligencia. Recuerde que Jesús le dijo a Pedro que Satanás deseaba tenerlo. Así como Satanás deseaba tener a Pedro, así mismo desea tener a cada uno de ustedes. Él atacará tu alma con las cosa que son una lucha para ti, y él sabe cuáles son. Él es el enemigo de nuestras almas y está dispuesto a hacer cualquier cosa para capturar nuestras almas, y hacernos pasar nuestra eternidad con él. Aunque él es tan malo y tan audaz, sin embargo, si mantenemos nuestras acciones en pureza, no puede tocarnos porque estaremos en el camino del cual Isaías hablaba:

“Y habrá allí calzada y camino, y será llamado Camino de Santidad; no pasará por él inmundo; y habrá para ellos en él quien los acompañe, de tal manera que los insensatos no yerren. No habrá allí león, ni bestia fiera subirá por él, ni allí se hallará, para que caminen los redimidos” (Is. 35:8, 9).

Tenemos la promesa de que ningún león estará en el camino. Esté seguro que él estará al acecho justo en las fronteras, esperando que tú y yo crucemos nuestros límites para que él pueda arrebatarnos con sus poderosas garras. Debemos recordar tener cuidado de nosotros mismos.

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