miércoles, 6 de agosto de 2014

APRENDIENDO A OBEDECER

APRENDIENDO A OBEDECER
Donald Hall
Nashville, TN

Así también Cristo no se glorificó á sí mismo haciéndose Pontífice, más el que le dijo: Tú eres mi Hijo, Yo te he engendrado hoy; Como también dice en otro lugar: Tú eres sacerdote eternamente, Según el orden de Melchîsedec. El cual en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído por su reverencial miedo. Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; Y consumado, vino á ser causa de eterna salud á todos los que le obedecen” (Heb. 5:5-9).

            Jesucristo aprendió a obedecer porque Él experimento to el total—no a la mitad—sumisión a la voluntad del Padre.  No puede aprender obediencia al rebelarse.  Jesucristo fue hecho perfecto en el sentido que Él siempre hizo todo lo que agradaba al Padre.  ¡Jesús tuvo una opción—sí, la tuvo!  Pero si Él hubiera dicho que “NO,” Su venida hubiera sido en vano.

            Pablo escribió a la iglesia en Galacia, “Vosotros corríais bien: ¿quién os embarazó para no obedecer á la verdad?” (Gal. 5:7).  Si Jesucristo hubiera sufrido todo—la prueba, los azotes, las bofetadas, la corona de espinas, las llagas en Su espalda, y también llevando Su cruz hacia el Calvario—todo hubiera sido en vano si Él hubiera contestado, “¡No! ¡No pueden clavarme a esa cruz!”  ¡Debemos ser fieles hasta el fin! ¡Amen!

            E hizo Moisés que partiese Israel del mar Bermejo, y salieron al desierto de Shur; y anduvieron tres días por el desierto sin hallar agua. Y llegaron á Mara, y no pudieron beber las aguas de Mara, porque eran amargas; por eso le pusieron el nombre de Mara. Entonces el pueblo murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Qué hemos de beber? Y Moisés clamó á Jehová; y Jehová le mostró un árbol, el cual metídolo que hubo dentro de las aguas, las aguas se endulzaron. Allí les dió estatutos y ordenanzas, y allí los probó; Y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, é hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído á sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié á los Egipcios te enviaré á ti; porque yo soy Jehová tu Sanador. Y llegaron á Elim, donde había doce fuentes de aguas, y setenta palmas; y asentaron allí junto á las aguas” (Ex. 15:22-27).  ¿Tres días en el desierto; con qué rapidez puede caminar 2, 000,000+ gente con sus ganados por tres días?  No tan lejos.  ¿Y tan pronto ya está murmurando y quejándose?  ¿Por qué cree que Dios los dirigió en ese camino?  ¡Para probarlos!!! ¿Cuántas veces hemos fallado en la prueba que fue dada para fortalecer nuestra fe? 

            En lugar de traerlo delante de Moisés diciendo, “Tenemos un problema.  Ayúdanos a traérselo a Dios y vemos que es lo que Él quiere que hagamos para redimir el problema, o veamos lo que Dios hará el mismo,” el pueblo solamente murmuraba y se quejaba.  ¡O tan solo si pudiéramos testificar lo que Dios hará Él mismo cuando le llevemos nuestros problemas! 

            Estoy maravillado de la manera que trabaja Dios.  Dios le mostro a Moisés—después que clamo al Señor—se rompió un árbol.  ¿Ve?  Le dio algo que hacer al pueblo,  “Corta el árbol.”  Me pongo a pensar, cuantos pensaron, “De que nos va a servir?  ¿Nos estamos muriendo de sed y tú quieres que nos fatiguemos cortando un árbol? “Pero alguien se puso ocupado.  Moisés arrojo el árbol (leño) en las aguas (plural), y las aguas se hicieron dulces.  Dios quiere que alguien haga lo que Él diga no importando que tan ridículo se escuche.

            Allí, Dios les dio una estatua y una ordenanza, y allí les comprobó.  ¿Y que hizo después?  ¡Los guio a Eim donde había 12 manantiales, y 70 palmas!  ¿No es Dios bueno?  ¿No se siente bendecido cuando sale de una prueba victorioso?  ¡Claro!

            Y PARTIENDO de Elim toda la congregación de los hijos de Israel, vino al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí, á los quince días del segundo mes después que salieron de la tierra de Egipto. Y toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto; Y decíanles los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos entábamos á las ollas de las carnes, cuando comíamos pan en hartura; pues nos habéis sacado á este desierto, para matar de hambre á toda esta multitud. Y Jehová dijo á Moisés: He aquí yo os haré llover pan del cielo; y el pueblo saldrá, y cogerá para cada un día, para que yo le pruebe si anda en mi ley, ó no. Mas al sexto día aparejarán lo que han de encerrar, que será el doble de lo que solían coger cada día. Entonces dijo Moisés y Aarón á todos los hijos de Israel: A la tarde sabréis que Jehová os ha sacado de la tierra de Egipto: Y á la mañana veréis la gloria de Jehová; porque él ha oído vuestras murmuraciones contra Jehová; que nosotros, ¿qué somos, para que vosotros murmuréis contra nosotros?” (Ex. 16:1-7).  ¡Me he asombrado hace varios años, de cómo la gente salva, santificada, y bautizada con el Espíritu Santo puede actuar como niños cuando no se les da como quieren!  ¿A conocido usted a alguien asi?  ¿Ha sido usted una vez así?  ¡No conteste! “Hermanos, no seáis niños en el sentido, sino sed niños en la malicia: empero perfectos en el sentido” (1 Cor. 14:20).

            Después de 45 días fuera de Egipto encontramos que se están quejando otra vez.  ¡Ay personas que parece que nunca aprenden de sus experiencias pasadas!  Conocemos la historia, que debían rejuntar suficiente mana por un día—“Todo lo que quieras, pero no trates de guardarlo para el próximo día por que se pudrirá.  El día antes del sábado junta suficiente por dos días; no se pudrirá cada semana en el sábado.  Algunos trataron de juntar lo doble durante la semana y comprobar que si su pudriría y se llenaría de gusanos, algunos no rejuntaron lo doble el día antes del Sábado y se quedaron con hambre.  ¡Gracias a Dios que por fin aprendieron; fueron esforzados a aprender pero Aprendieron a Obedecer!

            Y el día que el tabernáculo fué levantado, la nube cubrió el tabernáculo sobre la tienda del testimonio; y á la tarde había sobre el tabernáculo como una apariencia de fuego, hasta la mañana. Así era continuamente: la nube lo cubría, y de noche la apariencia de fuego. Y según que se alzaba la nube del tabernáculo, los hijos de Israel se partían: y en el lugar donde la nube paraba, allí alojaban los hijos de Israel. Al mandato de Jehová los hijos de Israel se partían: y al mandato de Jehová asentaban el campo: todos los días que la nube estaba sobre el tabernáculo, ellos estaban quedos. Y cuando la nube se detenía sobre el tabernáculo muchos días, entonces los hijos de Israel guardaban la ordenanza de Jehová y no partían. Y cuando sucedía que la nube estaba sobre el tabernáculo pocos días, al dicho de Jehová alojaban, y al dicho de Jehová partían. Y cuando era que la nube se detenía desde la tarde hasta la mañana, cuando á la mañana la nube se levantaba, ellos partían: ó si había estado el día, y á la noche la nube se levantaba, entonces partían. O si dos días, ó un mes, ó un año, mientras la nube se detenía sobre el tabernáculo quedándose sobre él, los hijos de Israel se estaban acampados y no movían: mas cuando ella se alzaba, ellos movían. Al dicho de Jehová asentaban, y al dicho de Jehová partían, guardando la ordenanza de Jehová, como lo había Jehová dicho por medio de Moisés (Num. 9:15-23).  Esta ocurrencia fue durante el primer año de su viaje—antes que mandaren los espías.  Note especialmente el verso 23, “Al dicho de Jehová asentaban…”

            Los hijos de Israel vagaron en el desierto por 40 años, no tan solo para que perezcan  los que reusaron conquistar, pero también para poder levantar una generación que Aprendería a Obedecer sin disidencia o duda.  ¿Somos esa generación para La Iglesia de Dios o debe Dios levantar otra?

            Durante los 40 años en el desierto Israel se movió 42 veces (Num. 33).  Todas las tribus acamparon alrededor del tabernáculo, en la orden apropiada.  Los Levitas acamparon alrededor, cercas de él, en los cuatro lados.  Después, en el lado este estaban las tribus de Judá, Issachar y Zebulón.  En el lado sur estaba Rubén, Simeón y Gad.  En el oeste estaba Ephraim, Manasseh y Benjamín.  Al norte estaban las tribus de Dan, Asher, y Nephtali.  Cada tribu fue marcada por su bandera individual.

Josué 3:2-5 Y pasados tres días, los oficiales atravesaron por medio del campo, Y mandaron al pueblo, diciendo: Cuando viereis el arca del pacto de Jehová vuestro Dios, y los sacerdotes y Levitas que la llevan, vosotros partiréis de vuestro lugar, y marcharéis en pos de ella. Empero entre vosotros y ella haya distancia como de la medida de dos mil codos: y no os acercaréis á ella, á fin de que sepáis el camino por donde habéis de ir: por cuanto vosotros no habéis pasado antes de ahora por este camino. Y Josué dijo al pueblo: Santificaos, porque Jehová hará mañana entre vosotros maravillas… Y aconteció, que partiendo el pueblo de sus tiendas para pasar el Jordán, y los sacerdotes delante del pueblo llevando el arca del pacto, Cuando los que llevaban el arca entraron en el Jordán, así como los pies de los sacerdotes que llevaban el arca fueron mojados á la orilla del agua, (porque el Jordán suele reverter sobre todos sus bordes todo el tiempo de la siega,) Las aguas que venían de arriba, se pararon como en un montón bien lejos de la ciudad de Adam, que está al lado de Sarethán; y las que descendían á la mar de los llanos, al mar Salado, se acabaron y fueron partidas; y el pueblo pasó en derecho de Jericó. Mas los sacerdotes que llevaban el arca del pacto de Jehová, estuvieron en seco, firmes en medio del Jordán, hasta que todo el pueblo hubo acabado de pasar el Jordán; y todo Israel pasó en seco” (Jos. 3:2-5, 14-17).  ¿Puede imaginarse la organización que se requiere para esa gran cantidad de personas, adultos, niños, bebés, y todos sus ganados, y pasar en orden?  Cada tribu estaba en su lugar bajo su bandera.  ¡En 40 años habían verdaderamente Aprendido a Obedecer!

            Y así que Josué hubo hablado al pueblo, los siete sacerdotes, llevando las siete bocinas de cuernos de carneros, pasaron delante del arca de Jehová, y tocaron las bocinas: y el arca del pacto de Jehová los seguía. Y los armados iban delante de los sacerdotes que tocaban las bocinas, y la gente reunida iba detrás del arca, andando y tocando bocinas. Y Josué mandó al pueblo, diciendo: Vosotros no daréis grita, ni se oirá vuestra voz, ni saldrá palabra de vuestra boca, hasta el día que yo os diga: Gritad: entonces daréis grita. El arca pues de Jehová dió una vuelta alrededor de la ciudad, y viniéronse al real, en el cual tuvieron la noche. Y Josué se levantó de mañana, y los sacerdotes tomaron el arca de Jehová. Y los siete sacerdotes, llevando las siete bocinas de cuernos de carneros, fueron delante del arca de Jehová, andando siempre y tocando las bocinas; y los armados iban delante de ellos, y la gente reunida iba detrás del arca de Jehová, andando y tocando las bocinas. Así dieron otra vuelta á la ciudad el segundo día, y volviéronse al real: de esta manera hicieron por seis días. Y al séptimo día levantáronse cuando subía el alba, y dieron vuelta á la ciudad de la misma manera siete veces: solamente este día dieron vuelta alrededor de ella siete veces. Y como los sacerdotes hubieron tocado las bocinas la séptima vez, Josué dijo al pueblo: Dad grita, porque Jehová os ha entregado la ciudad”  Para mí, este es uno de los grandes ejemplos de Obediencia Absoluta grabada en la Biblia.  ¡Trece veces marcharon alrededor de la ciudad y NINGUNO dijo una sola palabra!  ¡No estoy siendo bromista o chistoso!  ¡No estoy bromeando!

            Hasta no nos sujetemos a Cristo en todo nunca alcanzaremos la perfección. Debemos alcanzar la Completa Obediencia.  ¡Aleluya! ¡Amen!

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