miércoles, 6 de agosto de 2014

¿COMO AGRADAR A JEHOVÁ?


¿COMO AGRADAR A JEHOVÁ?

Desde la creación del hombre (Gen. 1:6) vemos que Dios (la trinidad) hizo al hombre para gloria de Él.  Pero siempre le ha dado el libre albedrío para que el hombre pueda escoger su decisión o camino.  Lamentablemente desde el jardín de Edén podemos ver la sublevación tomando lugar.  Eso mismo pasó con el reinado del rey Achaz sobre Judá. “DE VEINTE años era Achâz cuando comenzó á reinar, y dieciséis años reinó en Jerusalem: mas no hizo lo recto en ojos de Jehová, como David su padre. Antes anduvo en los caminos de los reyes de Israel, y además hizo imágenes de fundición á los Baales” (2 Crónicas 28:1,2).

            Conforme leemos la historia del rey Salomón sabemos que por su desobediencia, Jehová dividió el reino de Israel.  Quiere decir que Israel fue dividido en partes. Dentro de Israel se formó el pueblo de Judá. Años después, se levantó un rey llamado Achaz, hijo de Jotham, rey de Judá, el reinó después de su padre más no vivió como su padre.  Achaz comenzó a reinar a la edad de veinte años, en el año diecisiete de Peka hijo de Remalías quien fue rey de Israel.  La historia de Achaz, comparte, que él adoro a imagines y quemo perfumes a dioses paganos, “Asimismo sacrificó, y quemó perfumes en los altos, y sobre los collados, y debajo de todo árbol umbroso” (2 R. 16:4; 2 Cro. 28:2), algo que era contra los mandamientos de Jehová, Dios de sus padres.  Otra abominación grande que cometió el rey Achaz fue sacrificar a su propio hijo quien se cree que fue Rimmon, “y aun hizo pasar por el fuego á su hijo, según las abominaciones de las gentes que Jehová echó de delante de los hijos de Israel,” por consiguiente, añadió un altar de ídolos en el templo. 

            Al rebelarse contra la voluntad de Dios, trajo maldición y cautividad literal en la vida del pueblo, “Porque Peca, hijo de Remalías mató en Judá en un día ciento y veinte mil, todos hombres valientes; por cuanto habían dejado á Jehová el Dios de sus padres, tomaron también cautivos los hijos de Israel de sus hermanos doscientos mil, mujeres, muchachos, y muchachas…” (2 Cro. 28:7,8).  El pueblo de Judá no podía ser liberado de esta opresión hasta que Dios obrara en el pueblo.

            Mucha de esta rebeldía está siendo ejercitada en nuestro presente tiempo. Cuando el individuo se opone a la voluntad de Dios, su alma entra en una cautividad espiritual.  Nuestro adversario (el diablo) lucha cada día por nuestras almas, él causa divisiones entre los hermanos, crea injusticias, contiendas, y todo lo que esta opuesto a la voluntad de Dios.  Cuando la persona empieza a confiar en su propia fuerza, inteligencia, habilidad, abre puerta al enemigo. Esa rebeldía es detestada por Dios, pues Él la ha visto desde el principio.  Todo empezó en los cielos, cuando “el Lucero” se rebeló contra Dios y fue arrojado a los abismos, (Isa. 14:12).

Regresando a la historia la biblia continua diciendo, “Y durmió Achâz con sus padres, y sepultáronlo en la ciudad de Jerusalem: mas no le metieron en los sepulcros de los reyes de Israel; y reinó en su lugar Ezechîas su hijo” (2 Cro. 8:27). Su hijo Ezechias hizo lo recto en los ojos de Jehová; “E hizo venir los sacerdotes y Levitas, y juntólos en la plaza oriental. Y díjoles: Oidme, Levitas, y santificaos ahora, y santificaréis la casa de Jehová el Dios de vuestros padres, y sacaréis del santuario la inmundicia. Porque nuestros padres se han rebelado, y han hecho lo malo en ojos de Jehová nuestro Dios; que le dejaron, y apartaron sus ojos del tabernáculo de Jehová, y le volvieron las espaldas”.  Si ponemos atención a lo que indica, dice que llamó a los Levitas y Sacerdotes para que se santifiquen, (los que estaban a cargo del ministerio). Un deber esencial, es que TODO el ministerio de la iglesia de los últimos días debe hacer. Recordando lo que nos declara el Apóstol Pablo en su epístola a los Efesios: “Para perfección de los santos, para la obra del ministerio, para edificación del cuerpo de Cristo” (Ef. 4:12).  Eso quiere decir que es el ministerio el cual fue puesto para perfeccionar a la membresía. Después el libro de los Crónicas dice, “Ahora pues, yo he determinado hacer alianza con Jehová el Dios de Israel, para que aparte de nosotros la ira de su furor…y santificáronse, y entraron, conforme al mandamiento del rey y las palabras de Jehová, para limpiar la casa de Jehová. Y entrando los sacerdotes dentro de la casa de Jehová para limpiarla, sacaron toda la inmundicia que hallaron en el templo de Jehová, al atrio de la casa de Jehová” (2 Crónicas 29:10,15,16).  Para poder hacer alianza con Dios tenemos que estar limpios.  Como dijo el salmista David,  “…La santidad conviene á tu casa, Oh Jehová, por los siglos y para siempre (Sal. 93:5), es la santidad la cual atrae la gloria de Dios.  Aunque sabemos cómo dice en Salmos 51:17 “Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado: Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.  Pero la santidad entra delante de la presencia de Dios como un perfume (aroma) suave delante del Padre.

El profeta Joel dice:Por eso pues ahora, dice Jehová, convertíos á mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y llanto. Y lacerad vuestro corazón, y no vuestros vestidos; y convertíos á Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira, y grande en misericordia, y que se arrepiente del castigo” (Joel 2:12,13).  Esto es lo que necesitamos hacer cada día para poder ver la gloria de Dios; si estamos mal debemos arrepentirnos de todo corazón y Dios quien es justo y misericordioso nos oirá y responderá.  Aquel que ya está limpio pida por los que todavía no están y veremos la gloria de Dios.  Esta carrera no es para que el individuo trabaje para sí mismo, aunque la salvación es individual; pero demos tener el amor y la compasión y el pesar que Jesucristo tuvo por las almas.  Somos un Cuerpo, y Dios quiere que seamos UNO, “Hasta que todos lleguemos á la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, á un varón perfecto, á la medida de la edad de la plenitud de Cristo” (Ef. 4:13).  Esto significa que debemos trabajar unidos como un ejército en orden, no puede ser que el mundo trabaje más unidos que nosotros.  Nosotros somos hijos de un REY y su nombre es Jesucristo, tenemos el respaldo más grande de la trinidad entre nosotros.  Debemos mostrar al mundo nuestra unidad, santidad, y poder. Si continuamos en obediencia en la Palabra de Dios (la Biblia), entonces podremos cumplir la gran comisión que nos fue encomendada y cumplir en esta profecía, “Para presentársela gloriosa para sí, una iglesia que no tuviese mancha ni arruga, ni cosa semejante; sino que fuese santa y sin mancha” (Ef. 5:27).

                                                                        Bendiciones, Hno. Irving Romano

 

 

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